Raine se sobresaltó cuando escuchó a Torak decir —Señor dragón.
—¿Realmente hay un Dragón? —sus grandes ojos se abrieron adorablemente en shock. Nunca se le pasó por la mente que realmente existiera un dragón vivo en este mundo. Además, nunca había visto uno.
—Sí, mi amor —Torak rió entre dientes, incluso un pequeño gesto de su compañera podía hacerlo más feliz que a cualquier otro.
Un leve y extraño sonido desde el asiento del pasajero hizo que Rafael y Calleb los observaran a través del espejo retrovisor con curiosidad.
Era muy raro ver a su Alfa sonriendo, y menos aún riendo tan inocentemente. La última vez que mostró una expresión completa —aparte de su habitual rostro impasible y estoico— murieron siete hombres lobo.
Sin embargo, era tan fácil para Raine hechizar otro lado de él. Torak parecía más… normal con ella.
Menos aterrador y más bien cálido.
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