Era el mismo enano que había dicho a Raine que tenía un alma negra, que era por eso que aún no podía controlar su poder, porque había sido tocada por algo oscuro. También fue él quien los ayudó cuando tuvieron que dejar la ciudad.
El inquietante enano se veía exactamente igual que la última vez que Raine lo vio. Sus grandes ojos verdes miraban intensamente a Raine y todavía hacían que Raine tuviera miedo de mirarlos directamente.
—¿Lo conoces? —preguntó Esperanza, susurrando a Raine porque encontró que el enano era bastante perturbador con la forma en que la miraba. No es de extrañar que Torak avanzara para proteger a su compañera, deteniendo a la extraña criatura en su camino.
—Nos encontramos una vez en el pasado —dijo Raine.
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