Keira caminaba al lado de Lila con un paso lento y ordenado, sujetando ligeramente su codo, para que el ángel guardián no tropezara con su propio vestido blanco y largo. Justo detrás de ella, estaba Ayana, vistiendo un vestido gris, del mismo color que el que llevaban Keira y las otras sirvientas. Era como un uniforme para ellas.
Keira entregó a Lila una hermosa varita blanca con una cinta blanca alrededor, que apenas medía un brazo de largo y era lo suficientemente delgada como para que Lila pudiera llevarla con una mano, mientras que en la otra mano sostenía una copa de líquido rojo, que inicialmente pensó que era sangre, pero Keira la tranquilizó diciendo que era solo vino tinto.
Todos los guardias a lo largo del pasillo y todos los invitados detrás de ellos, miraban intensamente a Lila. Tan intensamente, que casi le costaba respirar.
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