Serefina alzó las cejas al mirar a Esperanza. La niña estaba cubierta de sangre y barro.
—¿Qué diablos le pasó? —Serefina cruzó los brazos. No apreciaba la vista de Esperanza en ese momento.
—Señora Mason, por favor modere sus palabras… —Ariel, la profesora de clase de Esperanza, susurró a Serefina tímidamente. Todavía temía a esta mujer después de todos estos años.
—Oh, así que así es como hablas —La señora Ramírez, la madre de Drake, se burló de Serefina. Levantó la barbilla y cruzó los brazos altivamente—. Ya no tengo que preguntarme por qué su hija es tan maleducada.
Serefina desvió la atención de sus ojos verde lima hacia la mujer que estaba hablando con hostilidad hace un segundo.
Incluso ese pequeño gesto, logró que Ariel tragara fuerte. Se sentía como si estuviera viendo una película de suspenso, donde el asesino observaba a su víctima desde arriba.
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