—Estamos en problemas, ¿verdad? —Naya lucía preocupada, escudriñaba su entorno, pero no podía encontrar el camino por el que habían entrado antes.
—No, estamos jodidos —Luca frunció el ceño, había estado de muy mal humor desde que aceptó ir de acampada con ella.
Naya hizo una mueca al ver a su hombre enfurruñado. Él no quería venir aquí. Recordaba lo que él dijo antes cuando le pidió que viniera con ella.
—¿Acampar? No vine a esta vida para sufrir.
Pero, a pesar de sus quejas y lloriqueos, de todos modos vino. No había forma de que Luca dejara a su chica estar en el bosque con otras personas que no fuera él.
Lamiéndose los labios resecos, Naya dijo nerviosa:
—Bueno, supongo que es reconfortante saber que estamos jodidos juntos.
Esta mujer era demasiado optimista sin importar la situación.
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