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Capítulo 02: El chico dinamita

Se escuchó: —¡Ey, pero si es la chica suicida!—. Todos voltearon en busca de donde o más bien de quién proviene aquella voz, encontrando a Gustavo apoyado sobre el tanque de la moto alzando la mano y saludando.

Nadie a excepción de Dennis noto el rápido deslizamiento de Ashley y como está nerviosa trata de ocultarse tras de ella. Rápidamente, George troto hasta Gustavo.

—¡Maldición Ghost! ¿A quién diablos llamas así? —interrogó George a su hermano menor cuando apenas se encuentra a unos pasos— ¿acaso te volviste loco, estás alucinando?

—¡Nah!, solo me dio muy duro —una sonrisa burlona comenzó a formarse en sus labios— olvídalo, creí ver un fantasma—. Encendió la moto y miro en dirección a Dennis, centrándose en la cabellera azabache detrás de ella.

—¿Qué tanto me miras Ghost?, ¿acaso te gusto? —pregunto con voz desafiante, coqueta y algo sarcástica, pero bastó para sacarle una fuerte risotada a Gustavo.

—Soló observo un alma, no un acantilado —respondió este con tono socarrón— nos vemos luego o tal vez no, chica suicida.

Tras esto George subió a la moto y con un ademán se despidió de sus compañeras, minutos más tarde Gustavo estacionó frente al departamento de Ninna, novia de George. Gustavo le dio un empujón a George hasta la casa de esta, ya que le queda de camino al trabajo.

—Date rápido y baja tu huesudo trasero de mi cuero.

—si no fueras mi hermano, te juro por dios que te rompo la boca, imbécil —George bromea, pero luego se mostró serio— ¿a quién viste?

Después de que George y el chico de negro se fueron, Dennis se giró para enfrentarse a Ashley, quien se había calmado y vuelto a su personalidad de chica invisible.

—¡bien!, te pediría una explicación de ¿¡qué diablos fue eso!?, Pero prefiero no hacerlo—. Ashley solo la mira, como siempre —¿hoy si te quedarás a dormir?— pregunto cambiando el tema.

—No. —respondió Ashley sin ánimos de responder.

—¿Por qué?—. Interrogó Dennis, quien comenzaba a irritarse en cuanto a la negativa de Ashley al completar una oración. Dennis quiere a su amiga, pero a veces no soporta su falta de interés en dialogar.

—Estoy castigada.

—¿¡sigues castigada!? ¿Hasta cuando te castigó tu tío? —preguntó confusa.

—una semana.

—Estás bromeando, ¿no?—. Dennis se sorprende al ver la expresión confusa de su amiga —¿¡Quieres verme la cara de estúpida!?, ¡Mierda!, Ash ya pasó más de una semana, llevo días invitándote a mi casa.

—¿Estás segura? —pregunto Ashley, sorprendida.

—Obvio loquita, entonces... ¿Si te quedas? —volvió a preguntar mientras saca su móvil del bolsillo.

Ashley lo pensó un poco antes de responder: —Tal vez.

De regreso en casa, Ashley encontró un desastre, los platos de la noche anterior siguen con restos de comida sobre el pasamanos, la televisión está encendida por lo que Ashley supo que su tío está en casa. Subió las escaleras y entro a la habitación de su madre.

—Hola, cariño, ¿Qué tal las clases?

La débil mujer tiene horribles bolsas amoratadas debajo los ojos, su piel delata lo mal de su condición y los pocos mechones sobrantes en su cabeza están quebradizos. Extendió su delgado brazo en dirección a Ashley, propinándole una ligera caricia que más bien se sentía como despedida, tomó un vaso con agua y la ayudó a tomarse las pastillas o más bien la exagerada cantidad de pastillas para un alma moribunda.

La chica se heló un segundo al sentir los pasos en el pasillo, pero luego continuó hablando con su madre, instantes después la imponente figura de un hombre en sus cuarenta y tanto se paró en el marco de la puerta, con su grotesca cara ovalada bordeada por esa asquerosa barba de viejo verde y su estómago cervecero.

—¿Así que ya regresaste? —Preguntó— ¿Qué tal estuvo la universidad?—. Ashley comprendió al instante que no lo preguntó con buena intención, por lo que rápidamente acomodo a su madre y la abrigó.

—Te hice una pregunta, es de mala educación, no responder, ¡querida mía! —dijo en un tono pacifista, pero hipócrita mientras se acerca y acto seguí acaricia su muslo.

—Sí, mamá descansa, iré a lavar los platos y luego iré a hacer una tarea en casa de Dennis.

Ashley no esperó por una respuesta, sabe que los medicamentos en cualquier instante harán efecto, justo antes de salir de la habitación miró cómo su tío la mira y con sus ojos señala la habitación frente a ellos. Ashley se apresuró a bajar las escaleras y comenzó a lavar los platos lo más rápido que pudo con la esperanza de terminar antes de que su madre perdiera la conciencia. Se le heló la sangre en su cuerpo al sentir el aliento en su nuca; trato de alejarse, pero no pudo, en un instante se encontró acorralada contra el lavamanos, intentó forcejear, pero todo fue en vano. La bestia le susurró al oído y Ashley no hizo más que derrumbarse por dentro, volviéndose sumisa.

Él tomó su cinturón y le ató las manos a la espalda, luego comenzó poco a poco a desvestirla mientras jadeaba como lobo al obtener su presa entre sus fauces, estando desnuda la agarro y la arrastro hasta el dormitorio de ella; usó su mano izquierda para cubrirle la boca y se acercó a su oído: —¡¿lo ves Ashley?! Que bien te ves cooperando, tu madre está orgullosa de ti, sí... muy orgullosa—. Ashley ha escuchado tantas veces su monólogo que se lo memorizó.

Triunfante sonríe, mientras Ashley ahoga sus gritos con leves sollozos que lo excitan; Ashley dejó de resistirse despidiéndose de su cuerpo, la bestia aprovecha y la sienta en la cama, regresa a cerrar la puerta para que los gritos no sean escuchados; retornando nuevamente a la cama con Ashley quien aún con lágrimas en los ojos, seguía sin moverse con la mirada perdida, pero obediente.

—Abre las piernas —ordenó mientras se baja el pantalón y el bóxer—

Antes de que la chica terminara abriéndose de piernas como una puta máquina que solo sabe recibir órdenes, cambio de idea —detente. Mejor ven aquí y dale amor a tu tío—. Caminó junto a ella y luego se tendió en la cama, no sin antes tener en manos uno de los cinturones de ella —mami se pondrá triste si no lo haces.

Tras el tono chantajista, Ashley se arrastró por la cama como un gusano, aun con los brazos atados de forma humillante, incómoda y dolorosa, hasta posicionarse entre sus piernas, él le modifico la atadura y apenas tiene las manos libres pero restringidas con poca movilidad entre ambas manos. Tomo aquel miembro rosado y luego lo posicionó entre sus labios apenas conteniendo las fuertes ahorcajadas que recibe, si no obedecía él le golpearía y dejaría de cuidar de su madre.

Succiono, masajeo y volvió a succionar una y otra vez hasta que tuvo que tragarse sus propias náuseas y todo aquello en su boca. Tuvo que soportar, ser manchada por todo el líquido sobrante; comenzó a sobarlo en el cuerpo de ella hasta que se secara, tomó una pausa mientras el miembro volvía a tener ánimos.

La obligo a tumbarse y ato sus brazos y piernas a la cama, luego comenzó a masajear sus pechos y trazar su contorno con besos viscosos que la dejan llena de baba; Ashley reconoce y recuerda siempre la incómoda sensación de esa asquerosa y repulsiva barba introduciéndose entre sus muslos, y esa lengua desagradable lamiendo su entrada hasta que enciende los deseos primitivos de todo ser humano en una situación como esa. Sin importarle si estaba de acuerdo, su cuerpo simplemente se retorcía, apenas se podía contener para no darle la victoria al monstruo que tiene por tío. Entre jadeos y respiraciones cortadas apenas pudo rogar. —por... Favor—. Antes de que aquel hombre la poseyera hasta saciarse de humillarla y maltratarla.

La desató y salió de la habitación como si aquel infierno no fuera tan real como para quemar los cimientos de la mismísima catedral. Ella quedó en la cama cubierta por unos cuantos centímetros de manta en posición fetal, con un rostro completamente inexpresivo y muerto con un cuerpo manchado por los retorcidos deseos de un monstruo en la piel de un hombre.

Una hora más tarde había vuelto a recobrar su expresión ausente, recogió la ropa tirada y solo se puso un gran abrigo que la cubría, con su entrepierna irritada, eh incómoda por el acto, no podía ponerse ropa interior. Bajo y preparo la cena; mientras el tío se sentó en la cabeza del comedor, Ashley le sirvió, pero en su descuido derramo el vaso de soda, lo que molesto al hombre.

—¡maldición!, ¿no puedes hacer nada bien?, Solo sabes recibir una buena verga. ¿Qué es eso que llevas puesto? Mira esa cara toda manchada de esas... sucias pecas, me dan náuseas solo verte la cara—. Entre otras muchas cosas; termino levantándose y sujetándola nuevamente, levantó su abrigo y de un tirón la poseyó salvaje, mientras la embestía, tomó un tenedor y comenzó a arrastrarlo por la piel de la chica.

—Nunca... serás alguien, siempre estarás aquí, solo... serás un hoyo para mi gusto—. Empujo a la chica haciéndola caer de rodillas, luego brutalmente con su mano pegó la cabeza de Ashley contra el piso y con su otra mano levantó su cadera, sin previo aviso se clavó en ella varias veces antes de finalmente terminar.

Tras el incidente y una vez el tío satisfecho con la cena, se retira al mueble mientras Ashley lava los platos, y luego se encierra en la ducha, donde bajo el agua se frota y restriega hasta que su piel ardiente y adolorida adquiere un tono rojizo amainando con sangrar. Se queda parada bajo el agua varios minutos mirando a ningún lugar en específico, su cuerpo es solo un cascarón estático lleno de moretones y dolorosos arañazos que recupera fragmentos de su alma errante y atormentada antes de salir de la ducha.

<<Estoy cansada de despedirme>>

Regreso a su habitación mientras los demás están dormidos, Ashley comenzó a sentir que las paredes se mueven y que el piso bajo sus pies se vuelve líquido, lo peor es su cama justo en el centro de su visión con aquellas repugnantes mantas manchadas y desacomodadas por todo lo ocurrido horas antes. Apenas con oxígeno suficiente en sus pulmones: lanzó las mantas y deshizo la cama arrojando las sabanas y almohadas de forma desesperada, como si fuera un buzo que se queda sin oxígeno luchando contra la apabullante presión del fondo marino por salir a la superficie. Dejó su cama toda desecha y en ese instante Ashley respiro forzosamente a un ritmo desenfrenado, su corazón late con tal frenesí que siente que se le escapa de su cuerpo con cada latido; se arrastró por el piso hasta encontrar unas zapatillas y la vieja sudadera que su padre le obsequio, la cual tiene el antiguo proverbio japonés «Nana korobi ya oki». Con rapidez se deslizó por la ventana, apoyándose en un viejo almacenamiento junto a las escaleras, salió corriendo sin rumbo como usualmente lo hacía en noches como aquellas.

Ashley, no esperaba terminar en aquel viejo puente de nuevo, pero decidió acercarse y pasar; gracias a la luz de un farol reconoció una motocicleta tirada un poco alejada de la claridad, se acercó para descubrir la figura de un joven sentado en el barandal, sosteniendo un cigarrillo entre sus labios mientras de sus manos todas golpeadas y amoratadas sale sangre; sin siquiera pensarlo corrió hasta él y se aferró desde atrás a su costado. El giro la cabeza y con una gran sonrisa y los ojos húmedos y enrojecidos, le dijo:

—¿Quién lo diría?—. mientras volvía a mirar hacia el Río bajo sus pies.

Ella no entiende por qué corrió tan desesperadamente en el momento que lo reconoció, tampoco comprende por qué se aferra tan fuerte a aquel sujeto tan desconocido y tan raro, pero aun así decidió que debía responderle: —¡Ey, chico dinamita!... alguien una vez me dijo "si vas a saltar hazlo de una vez" —grito con la voz quebrada y cargada de dolor, se escuchó frágil como si fuera un cristal fracturado, luchando por parecer intacto.

—¿Es esto el karma? —preguntó utilizando su característico sarcasmo.

A ella no se le ocurrió nada que decir, se ha quedado en blanco hasta que sus labios se movieron solos.

—Diría que sí... pero también diría que no.

Él soltó una carcajada ronca, más parecida a un grito que a una risa.

—¿Empleas mis hechizos contra mí, chica suicida?