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| CAPÍTULO TRECE. |
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Probablemente también lloraría y se desesperaría por aquella situación. Sabiendo que la persona que más ama está entre la vida y la muerte.
Quizá dudaba de lo que hacía con su vida, solo suspiró, necesitaba –después de la pelea contra Aizen– unas largas y merecidas vacaciones.
La mirada de la teniente del cuarto escuadrón sólo le decía: "pobre de ti si te sobrepasas con mi amiga", ¿qué ya nadie respetaba a un capitán?
Suspiró solo dedicándose a abrazar a la joven teniente del tercer escuadrón por los hombros mientras está sollozaba ante el terror de perder a su amado.
Para ellos parecía que habían pasado horas, aunque realmente habían pasado aproximadamente media hora.
Isane Kotetsu trabajaba en poder estabilizar al peliblanco, le era difícil poder curar el pulmón perforado. ¿Podía rendirse?
No, no debía. Su amiga ponía toda su esperanza en ella.
—¡Capitán Kuchiki!— exclamó un pelirrojo mientras se acercaba corriendo a donde estaba el capitán y las tenientes.
Se detuvo en seco al observar a un moribundo peliblanco, el cual era curado por la teniente del cuarto escuadrón.
—¡Esperen, iré por alguien que nos ayudará!— exclamó nuevamente mientras se alejaba del lugar.
Orihime, ella era la salvación en ese momento. Aunque, ¿por qué debían hacerlo?
Aquel peliblanco no debía vivir por la traición que había cometido.
Pero, una vez más, el recuerdo de Tara llorando devastada llegó a su mente. Suspiró. Sin duda, lo hacía por ella.
Por esa mujer que siempre le ayudo cuando Ikkaku se negaba a entrenarle, por la gran amiga que era Tara Kobayashi.
Entro al palacio, donde Ichigo peleaba con el espada número cuatro. Mientras Uryū atacaba al espada diez.
—Inoue-chan, necesito tu ayuda.
Esas fueron sus únicas palabras, y sin esperar la respuesta de la pelinaranja, ni mucho menos las palabras de los chicos en ese lugar, quienes luchaban para protegerla. Se la llevó con él.
Orihime estaba confundida por el extraño comportamiento de Renji, pero no dijo nada.
Hasta que ambos llegaron a donde el capitán del sexto escuadrón se encontraba, abrazando a la teniente de la tercera división quien observaba a su amado ser curado por Isane Kotetsu. Entonces la humana lo entendió.
—Por favor— habló llamando la atención de la teniente peliblanca —Déjame esto a mí— agregó hincándose aún lado de aquel hombre herido.
La sub-capitana de la cuarta división se alejó de ahí, confundida por las palabras de la humana. ¿Cómo ella podría sanar las heridas de aquel hombre?
—Sōten Kisshun yo rechazo— pronunció la pelinaranja mientras unas pequeñas y fugaces lucecitas comenzaban a formar una barrera naranja.
La cual comenzaba a curar las heridas del peliblanco hasta lograr que éste vuelva a respirar con normalidad. La pelinegra salió del abrazo del capitán con rapidez, sorprendida por el poder de la amiga de Ichigo.
—Gracias Orihime— agradeció la teniente mientras abrazaba a la humana.
La felicidad y la gratitud la invadió, estaba en total deuda con aquella pelinaranja.
—No hay de que Kobayashi-chan. Tú trataste de defenderme de Ulquiorra— respondió la femenina sonriéndole a la Shinigami.
Aquel momento fue interrumpido por un quejido leve y claro que el peliblanco había soltado al despertar.
—¡Gin!— exclamó soltando a Inoue para ahora abrazarlo a él.
El ex capitán sonrió ante el afecto de su amada. Había sido una suerte no haber muerto, sintió la presencia de personas muy conocidas para él.
—Inoue— rompió el silencio dirigiéndose a la que anteriormente había sido la prisionera de Aizen —Gracias— sonrió.
Esta vez, había sido una sonrisa de la que no había ni un rastro de burla o malicia, solo era eso. Una sonrisa de gratitud.
Luego observó al capitán y teniente del sexto escuadrón al igual que a la teniente del cuarto escuadrón.
—No creas que es un gusto volver a verte Ichimaru— habló el noble con seriedad.
—Siempre tan amargado capitán Kuchiki— rió suavemente.
Suspiró mientras se abrazaba fuerte al cuerpo de su amada. Había tenido miedo de dejarla sola.
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