—Eres realmente autoritario. ¿Una sirvienta no te sirvió el desayuno y quieres despedirla? —Shen Fanxing respondió de manera que no era ni servil ni prepotente—. ¡Está aquí para servir a la familia! Si no logró servirla, no ha cumplido con su deber. Si esto fueran los tiempos antiguos, ¡la habría arrastrado hacia fuera y golpeado hasta la muerte! Sin embargo, esta es una sociedad gobernada por la ley. ¡Yo solamente la estoy despidiendo!
—Esa sirvienta casi muere de ira. ¿Cómo puede comparársele con aquellas criadas que vendían sus cuerpos en el pasado? ¡En aquellos tiempos no existían los derechos humanos! —Shen Qianrou intervino—. Hermana, Xiaolin estaba sirviéndome leche justo ahora y te ha descuidado. Mira...
—Shen Fanxing la evaluó casualmente y dijo:
— ¿Por qué debería ser descuidada? Estoy descontenta y no puedo tolerarla. —Ella se quedó sin palabras...
—La sirvienta se quedó sin palabras...
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