A Mey se le detuvo el corazón por un segundo.
Tenía frente a sus ojos a ese hombre. Mostrando sin pudor su desnudo cuerpo.
<<¿En qué momento avanzó tan rápido?>>, se cuestionó.
No podía explicarse como este hombre avanzó a la velocidad de la luz.
Ella inmediatamente se cubrió el rostro como una pequeña inocente ante tal escena y se echó a correr hacia su cuarto como si tratara de salvar su vida, dejándolo sólo.
Todavía no podía creer lo que había captado con sus pequeños ojos. Sintió un calor a través de todo su delgado cuerpo.
Se detalló por completo su piel desnuda ante la luminosidad del pasillo, mostrando su espalda ancha y sus omóplatos bien remarcados. Tanto como sus pantorillas. Y no obstante mostrar un trasero bien definido y de buen tamaño.
Mey había visto una parte que jamás pretendió ver: su trasero desnudo.
Ella entró a su cuarto dando un gran portazo para quedarse un momento y tratar de tranquilizar ese abrumoso calor inundado en cada parte de su cuerpo.
Mientras tanto...
El hombre ladeaba su rostro hacia toda la habitación. Inspeccionando cada parte sin mostrar expresión alguna. Ni siquiera se percató que hace unos segundos una chica salió corriendo frenéticamente a un lado de él.
<<¿He llegado a mi destino?>>
Siguió observando por el umbral. Inmóvil, percibiendo el palpitar de su corazón. Ignorante de su desnuda piel.
....
Mey aún se encontraba sentada al borde de su cama. Tratando de relajar sus sentidos.
- Ah, ¿qué acabo de ver?.. - murmuró para sí misma. Había visto una escena sin procedentes. Golpeó sus mejillas y se levanto para dirigirse a su armario para buscar una manta.
Inhalo y exhalo. Y antes de abrir el armario, se frotó el lóbulo de sus ojeras; las que aún se perbician tibias por la bochornosa imagen que avispo.
<<Tranquila, actúas como una bebé llorona. ¡Por dios! Sólo omitire que vi esa parte de su cuerpo. >>
Decidió apresurarse y busco rápidamente una manta lo suficiente grande para cubrirlo.
Salió del cuarto.
Caminando sigilosamente hacia el umbral.
<<Ni siquiera se ha movido ¿qué pasa con él? >>, se cuestionó a darse cuenta que ese hombre seguía parado como una estatua.
Continúo caminando cabizbaja para no ver el inminente cuerpo desnudo de él.
Sintiendo un temblor en sus piernas y brazos.
- Ten, cu-ubrete e-esta vez.. - estiró su brazo a un metro de él y esta vez apretando los ojos con fuerzas para evitar mirarlo.
Él ladeo su rostro inexpresivo hacia aquella voz suave y temblorosa que hizo eco hacia sus oídos.
Analizando sus palabras.
<<Cubrirme... ¿Con eso? ... >>
Seguía observando lo que la chica sostenía y su cerebro entendió lo que tenía que hacer. Tenía varios significados para él.
Explorando a detalle lo que sucedía.
Mey seguía con el brazo en el aire y sintiendo molestia por tener que estar apretando sus ojos con fuerzas.
<<No me digas que no lo tomaras esta vez. Por favor, solo cubrete... >>, rogó en silencio tanto que sentía ganas de llorar.
En un instante, él estiró su gran brazo hacia esa trozo de tela y lo tomó sobre sus manos. Observando más de cerca lo que sostenía. Para él todavía era complicado procesar la situación en la que se encontraba.
Inesperadamente él balanceo la manta en el aire y se lo coloco sobre su cuerpo.
Finalmente sus neuronas funcionaban al compás que necesitaba.
Transcurrieron unos diez segundos para que Mey reaccionará y se diera cuenta que él había tomado la manta.
Dudosamente abrió sus ojos lentamente y con una pequeña molestia en ellos. Dejó caer su brazo y giró su cuerpo hacia el hombre.
Sólo esperaba que él ya estuviera cubierto. Y en efecto, estaba cubierto pero no del todo, solo dejando su cabeza afuera y levemente sus rodillas descubiertas.
Él tenía un cuerpo muy fornido.
Ella se tocó su pecho por la presión que sentía por los nervios.
No fijo directamente la vista hacia él. Y emprendió sus pasos pasando por lado detras de él para ir a la sala de estar.
- Ahora, sígueme. - espetó sin titubear y tratando de disipar sus nervios.
Camino a zancadas delante de esté para que la siguiera.
Él no tardo en escuchar tal petición y está vez su cerebro estaba más activo que antes. Giro su imponente figura hacia la dirección de esa chica que movía sus piernas de una manera muy apresurada.
Entonces también movió sus grandes piernas para seguirla.
Mey estaba ordenado su mente para saber que hacer ahora con ese hombre.
Que para ella era un desconocido y que lo encontró en medio del bosque sobre todo ese escombro de metales desechos que estaban a su alrededor.
Necesitaba saber si estaba herido y ayudarlo en lo que pudiera. También quería saber que fue lo que sucedió allí.
Antes de sentarse vio de reojo que la botella de licor estaba en la pequeña mesita de centro y con su vaso a medio tomar.
<<¿A qué hora será? He perdido la noción del tiempo... Ahh... Ya es año nuevo... >>.
Se aliso su cabello decepcionada y se sentó en la parte derecha sobre el sofá más grande.
El hombre se quedó detenido, esperando por otra orden.
- Siéntate, allí. - señaló con su dedo índice sin mirarlo a él, hacia el sofá que era más pequeño y que se encontraba enfrente de ella.
Él siguió la dirección de su dedo a donde estaba un sofá color rojo. Camino hacia ese sofá y dejó caer todo su cuerpo en ese asiento suave y esponjoso.
- Uff... Dios mio... - musito Mey frotandose ambos ojos.
Una escena que se tornó en un abrir y cerrar de ojos: extraña.
Ambos estaban de frente.
Una distancia corta.
Fue ahí entonces que Mey se dio cuenta de algo extraordinario, quedando boquiabierta ante el rostro de ese "ser" misterioso.
Y que por la luz brillante de la sala se percató de una indudable belleza.
Ese rostro que ni siquiera se había dado cuenta.
- "....."
Silencio y nada más.
La increíble belleza la dejó sin aliento. Su corazón se desbordó.
Sus ojos verde esmeralda, esos bellos ojos que lucían sin vida, brillaron por contemplar un rostro impresionante.
Contempló a detalle cada facción de su cara. Esos ojos que radiaban un tono oscuro.
El que no distinguía el color de sus iris. Sus cejas bien definidas y perfectas con un tono levemente grisáceo. Sus pestañas eran largas. Una nariz un poco chata y afilada. Pómulos bien simétricos. Y que por un segundo su vista quedó fija en sus labios grandes y pálidos.
No dejó de observarlo pero al elevar su mirada hacia su cabellera le sorprendió.
Ese color que no había visto en persona. Un color para ella difícil de creer.
Es como tener un anciano frente de ella.
Aunque este "ser" no era uno.
Su cabellera era una mezcla entre el blanco y gris. Un color que a ella le sorprendió por ver lo joven que veía a este hombre.
Tenía una extraña apariencia.
Era como si fuera un albino.
La piel era más pálida que la de ella.
<<¿será un extranjero?, jamás había visto a alguien así en toda mi vida. >>.
Sin duda su enigmático rostro la impresionó.