Unos días más tarde, estiro un piercing. Y un pezón con él.
–¡Aaahh! ¡Amo! ¡Más fuerte!– me pide Fen Huan.
Ayer fui a verlas. Pen le había puesto un piercing en uno de los pezones. Otro cerca de la vagina. Uno en el ombligo que la pincha continuamente. No sé de dónde lo ha sacado. También le ha puesto uno en la lengua.
No negaré que resulta erótico. Aunque personalmente la prefiero sin, no está mal de vez en cuando. Claro que a mi masoquista le encanta que se los estire.
Jugueteé con ellos mientras la follaba. Hoy la he despertado estirándolo. El tacto resulta extraño cuando me hace una felación. Después, le quito el consolador del culo y lo sustituyo por mi miembro.
¿Debería desatarla? No. Sí cojo esa especie de látigo corto con múltiples "colas". Es nuevo. Es muy cómodo para azotarla mientras la sodomizo.
–Tendré que comprar también el de pinchos– oigo decir a una voz algo soñolienta.
Hemos despertado a Pen. Me sonríe. Me abraza por la espalda. Me besa la mejilla mientras follo a Huan. Alarga la mano junto a la mía. Le doy el látigo.
–¡Ama! ¡¡¡Aaaaaaahhhhh!!! ¡Siiiií! ¡¡AAAAAaaaaaahhh!!– gime mientras es golpeada, mientras la penetro.
Hay que decir que Pen la golpea con precisión. Dejando toda su espalda roja. Sin dejarse ningún rincón. Pero sin excederse. Sin volver a golpear hasta que se recupera un poco.
Puedo notar mientras la sodomizo como el qi actúa. Como repara su piel y la hace más fuerte. También noto que zonas más profundas se han fortalecido. Miro de reojo a unas mazas de madera apoyadas en un rincón. Sospecho qué hacen con ellas.
Pen me abraza después muy íntimamente. Sentada sobre mí. Su lengua sin querer soltarme. Sus caderas moviéndose salvajes. Como si estuviera desesperada por sexo.
Ayer estuvo más dulce. No sé cómo me gusta más. Por suerte, no tengo que elegir. Puedo disfrutar de ellas de diferentes formas.
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Después de hacer las copias, salgo hacia el bosque. Hoy no está el hermano de Zhi Mu. Chun Hua y su hermana iban de compras, y su corte las seguía. Él incluido.
Llegamos al mismo lugar del otro día. Dejamos ir a las salamandras otra vez. Esta vez, lo reconocen. Inmediatamente, se ponen a cazar.
Las chicas practican conmigo. Más bien, me dejan practicar con ellas. Ellas pueden hacerlo en la Residencia. Yo soy el que tengo más problemas. Aunque también me tienen preparadas algunas sorpresas.
Una de ellas es enfrentarme a las gemelas. Aseguran que no esquivarán e irán de frente. Lo que no esperaba es que ya dominaran combinar sus ataques. Sumar sus qis. Entrelazarlos. Se ve algo rudimentario. Pero me obliga a reunir mucho qi para bloquearlo. No me lo esperaba. Cada una estaba emitiendo poco. La suma no era tan poco.
–Ja, ja. ¡Qué cara ha puesto! ¡Bien hecho!– ríe Song.
Era una encerrona. Lo sabían todas. Song no es la única que se ríe. Solo Wei me comprende. Bueno, está ocupada en la orilla con el agua.
Me pregunto si los demás también podremos conseguirlo. O se requiere la sincronización de dos gemelas. Cuando mejore su habilidad, tendrán que intentar enseñarnos.
Cómo castigo, me follo a las dos gemelas. La verdad es que son preciosas. Apoyadas en el árbol. Una de espaldas. Otra de cara. Sensuales. Ardientes.
Lo peor es que he recuperado el qi. Toca más entrenamiento. No me lo van a poner fácil. Y las gemelas animan desde el suelo. No a mí precisamente.
Reconozco que es divertido simplemente hacer chocar nuestras armas. Interesante cuando intentamos sorprendernos. Excitante cuando combatimos de verdad.
No es fácil enlazar los movimientos cuando el contrario intenta impedírtelo. Cuando quieres tú impedírselo. Cuando también tienes que esquivar. Controlar sus acciones. Pero también es estimulante e instructivo.
Es más difícil aún cuando hacemos un dos contra dos. Tengo que controlar dos adversarias, y coordinarme con mi compañera. Claro que nada comparado con el cuatro contra cuatro. Acaba siendo un caos. Incluso ellas acaban tropezando unas con otras. Se han excedido.
Nos reímos. Ha sido divertido. Pero también sabemos que tenemos que mejorar. Tenemos que ser capaces de luchar juntos dándolo todo. Tendremos que tener paciencia.
Lo que sí prefiero no recordar es el ridículo persiguiendo a Terror. Las chicas se han divertido mucho a mi costa. Es muy ágil. Y se mete por cualquier agujero. Ha sido imposible. Se ha subido sobre mí cuando me he rendido y me he tirado al suelo. Le he tenido que dar su premio. Le encantan las almendras.
Increíble ha sido nadar con las salamandras. Jugaban conmigo. Y hasta hemos cazado un pez juntos. Bueno, las chicas y yo mirábamos y las seguíamos. Son demasiado rápidas en el agua. Nos hemos divertido todos. Tenemos que repetirlo.
Rayitas también ha entrenado con nosotros. Tenía que coger un trozo de carne sin tocarnos. Ha fallado varias veces. Con nosotros por los suelos. Y ella chupándonos con su áspera lengua. La culpable, Liang. Que movía la carne para ponernos en medio. Quizás por eso ha sido la primera en caer al agua cuando hemos ido a jugar con las salamandras.
Aún no sabemos qué tiene de diferente Saltres. Aparte de un color anaranjado en lugar de rojo. Quizás solo sea eso.
Por supuesto, también he recogido agua. He puesto más en el estanque de las salamandras, que habíamos agrandado. Y guardado para cuando Ken, Ai o Shu tengan que ir a buscar. A eso hay que añadir la madera que han cortado Rong, Hai y Ning. Bronceada y Rui vigilaban. También las han dejado luchar conmigo.
De hecho, todas lo han hecho. Aunque me han abucheado por "abusar" de Shun y Hong. Han empezado cuando he bloqueado un golpe. La pobre Shun ha tenido que detenerse a mitad. No podía parar de reír.
La verdad es que me gustaría poderlo hacer más a menudo. Por desgracia, no es posible. Por una parte, es arriesgado si mis enemigos están en la secta y pueden seguirme. Por la otra, también tenemos que practicar a solas. Pero es tan divertido estar con ellas…
Lo único malo es que por la noche normalmente me dejan follar menos. No permitan repetir. Claro que esta vez he follado con todas. Incluida Wan. Y han insinuado de hacer una excepción. Me alegra confirmar que no soy el único pervertido.
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Por la tarde aparecen, mis dos pervertidas. Es raro. No suelen venir sin una razón. ¿Qué querrán? Lo cierto es que vendrían todos los días. Lo confesaron. Aunque no es que no lo supiera. No lo hacen porque, a pesar de todo, son dulces y consideradas.
No quieren perturbar demasiado mi cultivación. Lo que me hace sentir culpable. Podría follarlas todos los días con las demás. Solo tardaría un poco más. Y seguro que se llevarían bien. La verdad es que estuvimos discutiéndolo si decírselo. Pero por ahora, es peligroso. Cualquier desliz me podría poner en peligro. Y a todas las chicas.
–Lo siento, no compro nada, no me uno a vuestra facción, y no me interesa ninguna norma de moralidad– las recibo.
–¿Cómo puedes decir eso? ¡Seguro que eres un pervertido! ¡No podemos permitirlo! ¡La secta no es lugar para depravados! ¡Vamos a enseñarte como comportarse con moralidad!– reacciona rápido Bei Liu.
Guau. Lo hace bastante bien. Y eso que está improvisando. El único defecto es que se está riendo.
–¡Eso! ¡Vamos a enseñarte moralidad muy pro-fun-da-men-te!– añade Bi Lang, sensual.
Las dos entran y me empujan. Jugando. Con suavidad. Acabando yo en la cama. Ellas encima. Gateando.
–¿A qué habéis venido, aparte de enseñarme moralidad?– les pregunto.
–Xiulan'er nos ha traído un brazalete. Nos ha pedido que te lo diéramos. Dice que funciona igual que el otro– me informa Bei Liu.
–Je, je. No se ha atrevido a venir. Mira que le hemos dicho donde está su cabaña. Aún te tiene miedo– se burla Bi Lang.
Las dos me están abriendo la túnica. Acariciando mi piel. Dejándose sobar sus nalgas.
Llevan una falda corta. Sus tangas visibles en cuando se han subido gateando. Sus blusas se transparentan cuando empiezan a sudar. Muy atrevidas para ir por la secta. Seguro que han venido directas a mi cabaña después de cambiarse. Las muy pervertidas.
–Ya veo. Bueno, pues enseñadme ahora esa moralidad– las reto apretando más sus nalgas.
–Bien. Después de esto, vas a salir un estudiante modelo. Te vamos a enderezar– amenaza Bei Liu.
–Sí, sobre todo enderezar– añade sensualmente Bi Lang, bajándome los pantalones y atacando mi miembro con la boca.
–Sí maestra, enséñame– la atraigo, besándola.
No es necesario decir que pronto estamos desnudos. Nuestros cuerpos entrelazados. Follando. Aprendiendo moralidad. Quizás una moralidad un tanto diferente a la que predica lady Lin. Pero mucho más placentera. Más íntima.
Estamos un rato acostados sobre la cama. Desnudos. Ellas ligeramente incorporadas y apoyadas sobre mí. Hablando. Riendo. A veces quejándose.
–El otro día, tuvimos un encuentro con uno de los fans de lady Lin. Nos exigía que nos vistiéramos "más decentemente". Que nos comportáramos– protesta Bi Lang.
–El muy hipócrita nos miraba las tetas. Y luego el culo cuando nos fuimos– lo critica su amiga.
–Y luego están los que creen que tendremos sexo con ellos solo porque nos lo pidan– se queja la otra.
–El otro día, uno lo exigió diciendo que pagaría. Idiota– lo insulta Bei Liu.
–¿Quién fue?– pregunto.
Ellas se miran. Me miran.
–No importa. Solo era un idiota– asegura una.
–No queremos que te metas en problemas por una tontería– me advierte la otra.
–¿Creéis que iba a hacer algo?– me defiendo.
––Sí–– dicen a la vez.
Se ríen. Me besan. La verdad es que planeaba fastidiarle un poco. Me conocen. ¿Se levantan?
–¿Os vais? ¿Tenéis algo que hacer?– les pregunto.
–No, pero no queremos molestarte tanto– responde Bei Liu.
Que dulces. Pero nos la voy a dejar escapar así como así. Hoy no tengo planes. Agarro sus muñecas y las atraigo. Caen sobre mí.
–¡¡Aaaaahhhh!!
–¡¡Kong!!
–Ya es demasiado tarde para eso. No os voy a dejar escapar. Sois mías– las amenazo con una voz que quiere ser malvada.
Se ríen. Me miran. Sus dedos acarician mi piel. Sonríen. Preciosas.
–No es tan fácil. Si no nos dejas ir, tendrás que asumir las consecuencias– amenaza Bi Lang.
–¿Qué consecuencias?– pregunto, acariciando sus entrepiernas.
–¡Aaaaahh! Tendrás que satisfacernos… ¡¡AAAAaahhh!!– gime su amiga.
Así que las disfruto dos veces más a cada una. Unas veces dulces. Otras más apasionadas. Siempre con muchos besos. La ropa ya hace rato que está por el suelo.
Acaban agotadas. Se duermen en mis brazos. Luego me aseguro de que no despierten antes de taparlas. Y llamar a las chicas.
–Oh. Parece que alguien no ha entrenado esta tarde– me acusa Shi, medio riendo.
–No es culpa mía. Han venido a traerme un brazalete… Y claro, no podía dejarlas marchar sin más… No he tenido otro remedio– intento defenderme.
–Claro, claro… Pobrecito…– no me cree Song.
–Quizás, no deberíamos tener sexo con él esta noche– sugiere Liang.
–¡Tampoco te pases!– ríe Yu.
–Pero hay que darle una lección– amenaza Yi.
–Pobre, se ha divertido demasiado hoy– me compadece Hong.
–¡Eh! ¡Lang! ¡Wan! ¡No os adelantéis!– reclama Shun.
–Si no lo queréis, dejadnoslo a nosotras. Lo cuidaremos bien– responde Ma Lang, más atrevida de lo normal.
Está abrazándome. Sus pechos apretados a mí.
–Eso– la acompaña Wan, abrazándome con su rollizo cuerpo.
No estoy seguro si ya lo tenían acordado. O simplemente las dejan hacer. Lo cierto es que no nos detienen. Las follo a cuatro patas. Sobre una segunda cama. Los cuatro enormes pechos cayendo sugerentes. Sus culos expuestos. Una con un cuerpo esbelto. La otra, bastante rollizo. Diferentes en aspecto y carácter, pero las dos maravillosas.
Después van Shun y Hong. Ambas dejándome tomar su leche. Gimen cuando la bebo. Claro que el qi tiene algo que ver. Y que las esté penetrando.
Las gemelas justo después. Tan iguales, y a pesar de ello diferentes. Sus cuatro ojos verdes preciosos. Sus cabellos rubios tan suaves al tacto. Sus cuatro pechos deliciosos. Sus nalgas seductoras.
Shi, Song y Liang vienen juntas. Tentadoras. Juguetonas. Ardientes. Cariñosas. Entregadas. Mis primeras amantes. Las primeras con las que compartí mis noches. Las primeras que me apoyaron cuando todavía era un esclavo. Mis diosas.
Después, van mis esclavas. Tras haber rellenado el brazalete. Las hago masturbar. Rui obediente. Ning excitada como siempre. Hai incluso más de lo habitual. Bronceada algo avergonzada.
La primera en mojarse puede montarme. Ning gana. Era de esperar. La siguiente es Hai. Bronceada la última. Resulta ser bastante ardiente. Incluso tanto como Rui. Aunque menos que las otras dos. Estaban demasiado exaltadas.
Luego, guardo la cama. Y me vuelvo a acostar entre mis dos pervertidas. Besándolas en la frente. Queriendo contárselo todo. Pero no pudiendo hacerlo. Algún día.
Por ahora, deshago el sello. Que despierten cuando quieran. Aunque dudo mucho que lo hagan antes que yo.