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Dama en apuros

Por la noche, me encuentro una sorpresa. Liang, Song y Shi se quedan al final. Me miran muy serias.

–Queremos probarlo al menos. Los recuerdos son muy dolorosos, pero ellas dicen que contigo es diferente. Al menos una vez– explica Shi.

–Sé dulce– me pide Liang.

–Más te vale portarte bien– me amenaza Song, quizás ligeramente reticente.

Quieren tener sexo anal. Nunca se lo había sugerido. Sé que ellas lo han pasado mal en el pasado. Y algunos estudiantes las habían forzado de mala manera por los dos agujeros. Cabe decir que algunos de ellos de vez en cuando tienen problemas con la comida o la ropa.

Supongo que lo han hablado con las gemelas. Después de la primera vez, me lo han pedido una vez más. Dicen que no les gusta tanto. Pero que es excitante de vez en cuando.

Puede que también con Wan. Aunque quizás es demasiado pervertida. O con alguna de las esclavas. Song ha medio perdonado a Rui. A Bronceada, Ning y Hai no les tienen tanta manía. En cuanto a Rong, es ella misma la que no quiere ser muy sociable.

Así que empiezo por Shi. Que se sienta sobre mí. Sus piernas alrededor de mis caderas. Sus nalgas apoyadas a mis piernas. Sus manos alrededor de mi cuello. Sus labios en los míos. Su ano siendo penetrado despacio. A su ritmo.

Con Song es parecido. Aunque se sienta de espalda a mí. Dejándome jugar con sus pechos. No queriendo que vea su rostro. Al principio, bastante tensa y muy despacio. Luego se va relajando y animando. Dejándome penetrarla en toda mi extensión. Acelerando poco a poco.

Liang se tumba sobre la cama. Mirándome. Sus piernas dobladas. Abiertas. Dejándome la iniciativa. Sonriendo. Gimiendo. Parece sorprendida de correrse mientras la penetro por el culo. Incluso me pide que sea un poco más intenso. Aunque no mucho. Besándome con pasión cada vez que llego hasta sus labios.

Si no esperaba que quisieran tener sexo anal. Menos me esperaba lo siguiente.

–Creo que tendremos que compararlo para estar seguras– sugiere Song.

–Será lo mejor– está de acuerdo Shi.

Liang sonríe. Adivina mis pensamientos.

–Si las demás se quejan, pueden hacer lo mismo– saca la lengua. Fingiendo inocencia.

Así que las vuelvo a follar. Esta vez vaginalmente. En exactamente la misma posición. Aunque más intenso. Antes, tenían un poco de miedo.

–No está tan mal. Quizás de vez en cuando. Pero lo prefiero normal– me besa Liang.

–Sí, demasiado podría ser adictivo– ríe Shi.

–Pervertida– la critica Song.

Están las tres en la cama. Sobre mí de una forma u otra. Hablando. Riendo. Son maravillosas.

–Os quiero– les susurro.

Ellas sonríen y me besan. Una tras otra. Luego se ríen un poco de mí. Acusándome de quererlas seducir. Bromeamos. Y seguimos charlando hasta que nos vamos durmiendo. Song es la primera. No sé quién va después. Quizás yo.

A la mañana siguiente, me violan entre las tres. No es que me haya resistido mucho.

A la hora de comer, hay una discusión sobre su sesión doble por la noche. Una pequeña rebelión de todas las demás. Que acaba zanjada con la propuesta de ayer de Liang. Todas tienen derecho a hacerlo al menos una vez.

Wan está encantada. Me lo pide esa misma noche. Las gemelas ligeramente rojas me miran de reojo. Ma Lang no parece muy convencida. Shun y Hong no sé lo que piensan. Aceptan las condiciones.

Mis esclavas no están en la conversación. Tampoco tienen ni voz ni voto. Las follo cuándo y cómo quiero. Aparte de Rong, parecen encantadas. Aunque al menos Ning querría más.

—————

Al día siguiente, estoy en la cola para recibir los recursos que la secta nos entrega mensualmente. En realidad, no los necesito. Pero se los puedo dar a los esclavos. Previo procesamiento por parte de Wan.

A veces, hay algunos que buscan problemas. Pero es suficiente con ignorarlos. No dejarse intimidar. Además de que suele haber alguno que me conoce. Así que prefieren no molestarme. De algo tenía que servir un poco de fama.

Casi me toca cuando veo a una chica salir de otra cola. Su pelo castaño con tirabuzones. Su adorable rostro ligeramente pecoso. Sus tímidos y preciosos ojos marrón claro.

–Xiulan'er– la llamo.

–Ah, Kong. Hola. Que casualidad. Tenía que darte tres brazaletes– me saluda algo avergonzada.

Hay algunas miradas. Normal. La gente en la cola no tienen nada mejor que hacer. Y ella es una monada.

–El siguiente– reclama una voz.

–Espérame un momento. Ahora voy– le pido.

–Te espero fuera.

Avanzo para recoger mi bolsa. Con unos cristales de qi. Unas píldoras de qi. Poco más. Aunque algo es algo. Es la inversión de la secta en los estudiantes. Aparte del abundante qi de la secta. Y la oportunidad de ganar puntos y obtener más recursos.

Se le engancha la bolsa. Se rompe. Tiene que recogerlo. Y yo asegurarme de que esté todo. ¡Qué forma de hacerme perder el tiempo! Cuando me están esperando… Finalmente, puedo irme. Suspiro.

Frunzo el ceño. Hay un grupito junto a Yan Xiulan. Medio rodeándola. Uno hablándole. Ella parece incómoda. Quizás un tanto asustada.

–… no te preocupes, no haríamos nunca daño a una preciosidad como tú. Ven a tomar algo con nosotros– la insta, intentando cogerla de la mano.

–Ten… Tengo cosas que hacer– la retira ella, dando un paso atrás.

–Vamos, no sea así. Verás que…– insiste, queriéndola coger otra vez.

–¿Te he hecho esperar? Ven, vámonos a un sitio más tranquilo, sin estúpidos matones que solo saben intimidar con números– me interpongo.

Ella me mira entre aliviada y preocupada. Yo le sonrío. Le guiño el ojo. Intentando tranquilizarla. A ellos les doy la espalda.

–Tú… ¿Quién te crees que eres? Sal de mi vista si no quieres sufrir las consecuencias– me amenaza el matón que estaba molestando a mi joyera favorita.

Me giro. Lo miro de arriba abajo con premeditado desdén. Intentando no mostrar lo furioso que estoy con él. ¿¡Cómo se atreve a molestarla!?

–¿Tú? No me hagas reír– lo desprecio.

Son más. Pero las peleas están prohibidas. Si Yan Xiulan hubiera sido más firme, no hubieran tenido más remedio que desistir. Pero ella es muy tímida. Sobre todo con extraños. Quizás por eso la han abordado.

–¿¡Cómo te atreves!? ¡Te reto a un combate!– exclama.

–Lo único que sabes es intimidar con números a una chica indefensa, porque eres tan inútil que ninguna se interesaría por ti. ¿Por qué debería de perder el tiempo contigo?– le respondo otra vez con desdén.

–¡Eres un cobarde!– me acusa.

–Oh, mira el valiente. ¿Te atreves a apostar la paga?– lo reto, intentando parecer condescendiente, sonreír arrogante.

Es evidente que es un don nadie. Por sus movimientos. Por su actitud. Alguien que está pidiendo a gritos que le den una lección.

–Mira el idiota que se cree que puede ganar al jefe– se burla uno.

–Ja, ja. Quiero verlo de rodillas– sigue otro.

–¡Jefe, dale una paliza!– lo anima un tercero.

–Kong…– susurra Yan Xiulan, preocupada.

–Tranquila. Son unos bocazas, pero no muerden– le sonrío.

–¡Tú lo has querido! ¡Apuesto la paga!– acepta él –¡Ven si te atreves!

Está furioso. Y aupado por sus secuaces. Su qi me indica que no lleva mucho tiempo en Alma. No más de dos años. Quizás solo uno. Difícilmente podrá haber entrenado más que yo. Y sus movimientos lo confirman.

–¿Estarás bien?– me pregunta ella.

–Claro. No está ni al nivel del que me retó la otra vez. Me da igual la paga, solo quiero darle una lección. ¿Cómo se atreve…?

No acabo la frase. Pero ella se pone bastante roja. Oh, bueno… Es evidente que estoy enfadado porque la han molestado. Pero tampoco actúo sin pensar.

Me da los brazaletes por el camino. Me asegura que si quiero algo, me dará prioridad. Aunque esté ocupada. Es muy considerada. Camina muy cerca de mí. Quizás asustada.

–Si tienes que hacer algo, no hace falta que vengas– le aseguro.

–No puedo irme ahora. ¿Y si te pasa algo…?– se preocupa, antes de volver a enrojecer. Es un encanto.

Mi adversario sube a la tarima y me mira desafiante. Yo voy hacia allí. Yan Xiulan se queda apartada del grupo. Más les vale no molestarla.

Dejamos ambas bolsas junto a la árbitra. Los recursos que hemos recogido hoy. La "paga". La responsable de la tarima es una estudiante en Cuerpo. Más de un reino por encima del nuestro. No sé qué etapa. Es musculosa. No me importaría recorrer esos músculos mientras la… Eeeh. Tengo una pelea. Mejor concentrarse.

Las apuestas están permitidas en las peleas. Los árbitros se encargan de que el ganador reciba el premio. Les pagan por estar allí y ocuparse de estas cosas.

Él saca un hacha a dos manos. Como Hong. Lástima que con ella no he podido practicar mucho. Todavía le falta para ser suficientemente hábil. Y su etapa es solamente la cinco. Subirá a la seis en un par de semanas. Como Shun a la nueve.

Me mira desafiante. Seguro de sí mismo. Se ríe cuando saco el bastón. Los demás también. Miro de reojo a Yan Xiulan. Los está mirando con irritación. Y algo de superioridad. Me ha visto luchar algunas veces. Y creo que confía en lo que le he dicho. No puedo decepcionarla.

–Te vas a arrepentir. Más te vale suplicar, o dolerá más– amenaza arrogante.

–¿Empezamos ya, o tienes demasiado miedo?– le respondo, intentando sonar incluso más arrogante.

Yo le he dado la señal a la árbitra. Él aprieta los dientes. Le hace la misma señal.

–3, 2, 1, ya– realiza ella una rápida cuenta atrás. Quiere acabar cuanto antes. Lo estaba mirando irritada porque hablaba demasiado.

Él se abalanza sobre mí. Sin técnica de movimiento. Añadiendo qi al arma. Ejecutando un poderoso movimiento con el hacha de arriba a abajo.

Podría esquivar. Pero prefiero enfrentar su ataque. Golpeando el hacha de lado. Desviándola. Haciendo que golpee el suelo.

Él la alza para seguir atacando. Vuelve a añadir qi. Intentando un golpe de abajo arriba. Se encuentra con un impacto en la cara. Un movimiento normal de bastón. Con qi. Sin ni siquiera utilizar Golpe Fantasma.

Es la diferencia entre enlazar movimientos y no hacerlo. Él tiene que volver a añadir qi a su arma. Empezar de nuevo. Está un tanto indefenso entre que acaba el ataque e inicia el siguiente.

Yo muevo el qi ya imbuido. No solo ahorra qi, sino que es mucho más rápido de ejecutar. Por no hablar de que su arma ya es de por sí lenta.

En su favor, tengo que decir que no suelta el arma cuando se tambalea hacia atrás. Pero el qi que estaba reuniendo se ha disipado. Tiene que reanudar su ataque. Y yo no me he detenido.

Mi bastón da media vuelta. Un movimiento circular para darle un fuerte golpe en el costado. Él intenta detenerlo con su hacha. Debería ser posible. Si hubiera tenido tiempo de reunir suficiente qi. De darle fuerza a su defensa. Su arma no puede detener la mía.

Es el tercer movimiento. Podría tratar de enlazar más. De limpiar el qi. No hace falta. Y no quiero demostrar más de lo necesario.

Está desestabilizado. Con la nariz rota. Sangrando por ella. Con un fuerte golpe en el costado. Así que le doy una patada en el estómago. Añadiendo qi a mi pie.

No tengo mucha práctica con este golpe. Pero todos hemos aprendido un poco de combate sin armas. Al menos, lo más básico. Fue idea de Liang tras ver a Bronceada.

Ya desestabilizado y dolorido, es incapaz de reaccionar. Sale disparado hacia atrás. Cae en el suelo rodando. Ahora sí ha soltado el hacha.

Intenta ponerse en pie. Apoyado en las manos. Pero recibe otra patada en las costillas. Luego un bastonazo en la cara. Y un par de patadas más antes de tirarlo de la tarima. No era necesario. Pero ha molestado a mi adorable joyera.

Sus secuaces corren a socorrerlo. Tiene un aspecto lamentable. Pero no debería tener nada serio.

La verdad es que ha sido fácil, pero no puedo confiarme. Solo era un matón. Y Ga Gui un presuntuoso. Hay otros más fuertes que yo, incluso en mi cultivación. Aunque eso no quiere decir que no pueda presumir un poco.

–¿Alguno más quiere subir? Misma apuesta. Antes ladrabais mucho, así que supongo que no seréis unos cobardes– los provoco.

Algunos se muerden el labio o aprietan los puños. Pero ninguno se atreve. Deben de sentirse humillados. Espero que también atemorizados. Que no se les ocurra volver a intentar intimidar a otros. Al menos, no a mis chicas. Por mucho que Yan Xiulan no sea mía, no dejaré que la molesten.

Supongo que querían intimidar a estudiantes para quedarse parte de su "paga". Y cuando han visto a Yan Xiulan, babeaban. Deberían entender que hay cosas que no se pueden imponer. Y que sus víctimas pueden tener amigos poderosos. Mucho más peligrosos que yo.

Lo único que me preocupa es que Yan Xiulan piense que soy demasiado violento. Me giro hacia ella. Me está mirando muy fijamente. Aparta la mirada y enrojece. Es un alivio. Sigue igual que siempre.

Además, acabo consiguiendo un beso en la mejilla. Justo antes de llegar a los talleres de joyería. A los que la he acompañado. En un recodo. Se despide muy roja. Se va corriendo.