—¡Feliz cumpleaños a DaoistPh8nDA!
Roxana tarareaba una melodía camino a casa, olvidándose del dolor en su pierna y todos los problemas en los que se encontraba. ¿Qué demonios acababa de suceder? ¿Quién era ese hombre? Cabello como seda, piel como satén, ojos como joyas y labios como pétalos de rosa. Incluso olía bien. A menta y masculinidad.
—Oh —tembló—. Debía haber perdido la razón bajo el agua.
Por un momento pensó que había muerto y llegado al cielo. Solo un ángel podría parecer así. Pero ella era una ladrona. El cielo no era lugar para ella.
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