``` El día de su boda con su amor de la infancia, Natalie Ford recibió un regalo inesperado: un certificado de matrimonio. Declaraba que ya estaba casada con un completo extraño—Aiden Handrix. Mientras los invitados a la boda seguían burlándose e insultándola, su amante Ivan decidió abandonarla, optando por casarse con su media hermana Briena en su lugar. Para colmo de males, fue expulsada de su casa. Para probar su inocencia, Natalie Ford solo podía tomar un camino: tenía que encontrar a este misterioso Aiden Handrix y descubrir la verdad. Al día siguiente, había noticias populares en la televisión. Justine Harper, la heredera de la familia más rica de Bayford, regresaba a casa. Los ojos de Natalie se estrecharon al mirar la pantalla de la televisión. —¿Por qué este hombre se parece exactamente al hombre de la foto en mi certificado de matrimonio? En la búsqueda de desentrañar el misterio detrás de su supuesto matrimonio, decidió seguirlo y preguntarle personalmente. —¿Estás casado? —preguntó Natalie. —No. —¿Tienes un hermano gemelo? —insistió. —No. —¿Por casualidad has oído el nombre Aiden Handrix? —su tono se endureció. —No. —Entonces, ¿quién demonios eres? —demandó saber. —Tu hermano. —Espera, ¿qué? —sus ojos se abrieron de par en par. —Sí. Ahora empaca tus cosas y ven a casa conmigo —dijo él. ¿Primero obtuvo un marido de la nada y ahora un hermano con la misma cara? ¿Estaba dios creando clones y ofreciéndoselos con diferentes relaciones? ```
La mañana siguiente, Natalie se despertó solo para encontrarse sola en la habitación. Miró hacia el baño pero no parecía que hubiera nadie adentro.
—¿Ya se habrá ido? —Justo cuando se lo preguntaba, escuchó voces afuera. Curiosa, salió de la habitación, solo para encontrar a su abuelo parado en la entrada de la cocina.
—Aiden, eres un marido tan bueno —la encantada voz de Alberto llegó a sus oídos.
—¿"Abuelo?—ella llamó, claramente sorprendida por su presencia.
—Buenos días, mi querida —Alberto la saludó con calidez—. Simplemente no puedo dejar de alabar a tu marido. Te has encontrado con una joya.
Natalie parpadeó, preguntándose qué diablos podría haber hecho ese hombre tan irritante para ganarse tal alabanza esta vez. Se acercó a la entrada de la cocina, y sus ojos se agrandaron al ver la escena ante ella: Justin, en su cocina, cocinando.
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