¿Cómo pude delatarme tan fácilmente? Estaba tan concentrada en atraparlo, que me descuidé. Olvidé que no estaba tratando con cualquier persona.
Pisé su zapato, y aunque traté de soltarme, no pude.
—Relájate, pequeña Emily. No podrás soltarte, a menos que yo lo decida.
Rechiné los dientes de la molestia, de la frustración de haber sido tan estúpida y no darme cuenta de las cosas.
Me tiró contra el sofá, y traté de levantarme, pero se abalanzó sobre mí, agarrando mis dos manos por arriba de mi cabeza.
—No imaginé que realmente esa niña, que en aquel entonces tenía solo once años, iba a cumplir su palabra, por esa venganza tan ridícula. Tu madre fue quien se buscó que le volara la cabeza. Si hubiera cooperado, yo no hubiera tenido que tomar la decisión de neutralizarla.
Me sujetó ambas manos con una sola, mientras buscaba las esposas. No había forma de que permitiera que lo hiciera.
Traté de forcejear para soltarme, pero mis intentos eran en vano. Su mano tenía mucha fuerza. Trataba de subir mi cuerpo, pero el suyo estaba acomodado entre mis piernas y era casi imposible poder moverme. Me había dejado atrapar muy fácil.
—Ay, Emily— rio, antes de ponerme las esposas—. Haz cometido varios delitos; complicidad y encubrimiento de un fugitivo, intento de agresión agravada contra un oficial, y muchos más; que serías condenada a pasar el resto de tu miserable vida en la cárcel— agarró mis senos por encima de la ropa, y llevé mis manos esposadas a su pecho, tratando de empujarlo—. Verdaderamente sería un desperdicio hacerlo.
—¿Cómo te atreves a tocarme, maldito cerdo? Esto que estás haciendo, sí es un delito.
Rio, y los apretó fuertemente.
—¿Y a quién crees que le crearán? ¿A una criminal que está encubriendo a su padre?
—¿Tienes como probar eso de lo que me acusas? Las falsas acusaciones también son un delito, Sr. Oficial. Más que nadie debe saberlo— reí.
—Por más que escondas a tu padre, terminaré encontrándolo. Estoy seguro que cuando sepa que su hija está en la cárcel, vendrá a entregarse solito— sonrió—. Ahora cuéntame, ¿Cuáles eran tus planes luego de atraparme? ¿No me digas que tienes la misma afición que tenían tus patéticos padres?
—No sé de qué hablas. Es un atropello lo que está haciendo, Sr. Oficial. Se está aprovechando de una adolescente indefensa, usando sus influencias y puesto, con un perverso fin.
—Aún no te he hecho nada— llevó mis manos por arriba de mi cabeza y permaneció presionándolas en el mismo medio de las esposas con una sola—. Eres muy atractiva, y el hecho de haber visto ese gran cambio, de alguna manera me hace sentir fascinado e intrigado a la vez; solo por ver qué hay debajo de esta ropa— me encaró, y presionó su erección contra mi parte baja—. Así me tienes— bajó la parte del escote de mi blusa y dejó visible mi sostén—. ¿Quién te hizo estas mordidas? ¿No me digas que fue tu novio? ¿Es un sádico o eres tú la masoquista? Aunque dejándome llevar por la cara que tiene, no creo que sea capaz de esto— se trató de acercar a mi cuello, y traté de morderlo, pero retrocedió—. Hay que tener cuidado con esa dulce boquita. Por lo que veo eres tú a quien le gusta eso de morder. Yo también puedo hacerlo— mordió más arriba de mi pecho, y esa corriente que recorrió todo mi cuerpo, me hizo dejar escapar un gemido—. Que sorpresa. La chica que tiene pinta de ser dulce y buena, tiene este tipo de perversos gustos. Creo que somos muy compatibles, Emily.
Me mordió en diferentes partes de mi cuerpo, y no podía dejar de gemir. Se sentía increíble esas sensaciones que estaba experimentando; aunque en cada una de ellas podía imaginar a Kevin. Deseaba que fuera él quien estuviera haciendo esto conmigo. Solo él puede hacer un desastre de mi.
—Tienes una voz fascinante. Quiero oírla más — me quitó el botón del pantalón, y metió su mano por dentro de mi ropa interior.
Al tener contacto con mi vagina, arqueé la espalda y mordí mis labios. Sus dedos exploraban y acariciaban mi interior con tanta rudeza, que me tenían al borde de la locura. Sentía que en cualquier momento, mi excitación y emoción, iba a esparcirse por todas partes.
«Kevin»
Solo su nombre estaba grabado en mi mente; es el único que sin importar en la situación que esté, se cruza en mi cabeza sin más.
Vi la silueta de Kevin por arriba del Oficial; llegué a pensar que quizá era mi imaginación jugándome una cruel broma, pero comprobé en segundos que eso no había sido así, cuando vi el bate aterrizar en la cabeza del oficial. Quedó inconsciente y Kevin me lo quitó de encima.
—Emily… — se veía asustado, y se inclinó para tratar de soltar las esposas.
Sigue haciendo esas horrorosas y patéticas expresiones, y aún así, no puedo desviar la mirada de él.
Estaba en una profunda éxtasis de placer, que al verlo, solo se intensificó. No podía pensar en nada más que él.
—Viólame, Kevin— le pedí.
Hizo un gesto de sorpresa, pero luego, una sonrisa maliciosa se ensanchó de sus labios.