No le deis la vuelta al examen hasta que yo os lo indique- nos dice el profesor Andrés mientras nos reparte el examen de Sociales.
Estoy super nerviosa, he Estado durante toda la semana estudiando para sacar buena nota y me da la impresión que se me ha olvidado todo.
-Ya podéis darle la vuelta, tenéis hasta la hora del recreo para poder hacerlo.
Teníamos aproximadamente una hora para acabarlo. Así que cojo mis bolígrafos y me pongo manos a la obra.
Pongo mi nombre en el examen y empiezo a leer las preguntas. La primera pregunta es sobre el ascenso de Hitler al poder, la segunda sobre la Conferencia de Múnich y la última sobre las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Me paro a pensar por un momento sobre que tengo que escribir y me pongo a redactar las respuestas como si estuviese escribiendo la Biblia.
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Acabamos de terminar el examen , era demasiado fácil, yo creo que todos los de clase hemos sido capaces de hacerlo bien y conseguir muy buena nota.
Estábamos en el último trimestre así que, aprobar era muy importante para todos para poder pasar a bachiller sin ninguna asignatura pendiente.
El sonido de la campana que indicaba la hora del recreo nos alivia a todos.
*Un examen menos*-pensé.
Abro la mochila para coger el almuerzo y me doy cuenta de que se me ha olvidado tanto la uva como el bocadillo de atún encima de la cama. Las prisas de bajar para comprarle la cartulina a Pablo y para que Carlos no se enfadase por llegar tarde, me hizo olvidarme de la comida. Tampoco llevo nada de dinero, y no puedo volver a decirle a Juani, la dueña de la cafetería del instituto , que me lo apunte y se lo pago mañana, porque ya tenía varias cosas apuntadas las cuales todavía no le había pagado.
Decido enviarle un mensaje a Carlos para que me compre algo de la panadería que está al lado de su lugar de trabajo y me lo trajese a clase, ya que tampoco podía salir del instituto hasta que no acabase la jornada escolar.
-Carlos, por culpa de tus prisas , esta mañana se me ha olvidado el almuerzo en casa. Tráeme algo de la panadería de al lado de la tienda. Por favor.-le escribo.
No tarda ni un segundo en contestarme, significaba que estaba con el móvil mientras trabajaba, como siempre.
-¿Enserio tengo que ir ahora a llevarte algo de comer?
*Encima*-pienso.
-Por favor, Carlos, te prometo que esta tarde voy a la tienda y te lo devuelvo.- le suplico.
-Está bien...¿Qué quieres?
-Lo que sea.
-Voy a comprarlo y te lo llevo.
-Gracias, Carlos.- le agradezco.
Carlos parece mi hermano, siempre que le pido una cosa intenta hacerla, pero lo que más valoro de él es que me saca muchas veces de apuros, como porque ejemplo comprarme hoy el almuerzo.
Recuerdo que un día, venía del polideportivo de terminar de hacer atletismo, y se puso a llover a cántaros. Yo no llevaba paraguas, además mis padres no podían venir a por mi porque estaban en Japón de viaje por motivos de negocios de mi madre.
Yo estaba en un portal esperando a que la lluvia parase un poco para poder volver a mi casa. Pero en ese momento Carlos apareció en su coche, y se ofreció a llevarme a casa. Si no hubiese aparecido él , no sé que hubiese hecho ni cuanto tiempo hubiese tardado en llegar a mi casa.
Lo dicho, como si fuera mi hermano.Mis hermanos no se preocupan tanto por mí. Mi hermana, Alicia, tiene 20 años, pero no pasa casi tiempo en mi casa porque se pasa siempre en casa de su novio Marcos, jugador de baloncesto y que tiene 30 años. Sí, diez años más que ella. Marcos era su entrenador de baloncesto, así que empezaron a quedar hasta que finalmente salieron juntos.
Actualmente Marcos está forrado. Podemos decir que es casi millonario. Así que mi hermana y él se han ido a vivir a Madrid a su pedazo de chalet.
Mi hermano, Óscar, tiene 12 años, el año que viene pasará al instituto. Siempre está jugando a la play o quedando con sus amigos.Cuando yo tenía su edad, no quedaba con mis amigas, incluso con 16 años que tengo ahora quedo muy poco. Pero bueno, las generaciones de hoy en día han cambiado mucho con respecto a las anteriores.
Espero en la puerta principal del instituto a que Carlos me trajese el almuerzo.
A lo lejos veo que está llegando, veo como su cabello tan poco peinado como es habitual en él se mueve junto a su ritmo.
-Aquí tienes. -Me dice al llegar delante de mí.
- ¿Qué has comprado?- le digo mientras abro la bolsa.
- Los pasteles que siempre te compraba mi madre cuando eras pequeña. Los he visto y he pensado que te gustarían.
- Me chiflan, ¡Muchas gracias, Carlos!-le digo entusiasmada.
- No no, muchas gracias no, esta tarde quiero el dinero de vuelta.
- Que si, que lo tendrás. ¿Cuánto te ha costado?
-Siete euros con sesenta y cinco.
-Si claro, por unos simples pasteles.
- Y por la pérdida de tiempo también , enanita.
- ¿Quieres no llamarme así? - le digo enfadada. Sabes de sobra que no me gusta que me llames enanita.
- Me tengo que ir.
- Eso , vete.
-Adiós enanita. - me dice ya alejándose.
Pongo los ojos en blanco.
-Será tonto.-pienso.
A lo lejos escucho que me grita:
-¡Ah! Denada por los pasteles, ¡eh!
-¡Gracias¡-le contesto irónicamente.
Se trata de unos pasteles que llevan por dentro chocolate blanco, cuando era pequeña mis padres me dejaban en su casa mientras ellos estaban trabajando. Como la madre de Carlos y de Alejandra no trabajaba ,nos cuidaba a los tres. Una vez compró estos pasteles ,me gustaron tanto que desde entonces solo le pedía que comprase esos pasteles para merendar. Pero eso era el pasado, hacia mucho tiempo que no volvía a probar estos pasteles. Esta vez Carlos ha dado en el clavo.
-¿Olivia? - me dice Sandra bastante sorprendida. ¿Y esa cara de boba? ¿Te gusta tu vecino? -me dice riéndose.
Hablando con él no me había percatado de la cara de boba que se me había quedado.Ahora mismo parezco Sandra cuando ve a Pablo.
*¿Pero que carajos me estaba ocurriendo?*-me digo para mi misma.
- ¡Sandra...! - digo intentado disimular un poco. Ya sabes que no.
- ¿A no? ¿ Y qué hacia aquí a estas horas?
- Simplemente le he pedido que por favor me comprase algo de la panadería.Se me ha olvidado el almuerzo esta mañana por culpa del favor que le he hecho a tu queridísimo Pablito y no tenía dinero.
- ¿Porque no me has pedido a mí que te comprase algo de la cafetería? Sabes que siempre llevo algo de dinero encima.
- Si, lo sé. Pero pensaba que estarías enfadada por lo que os he dicho a ti y a Pablo antes de entrar a clase.
- ¡Cómo me iba a enfadar por eso! ¡Eres mi mejor amiga!
- Ya...pero...
-Además ,no me lo negarás pero en realidad Pablo te cae bien. Pero creo que Carlos te cae mejor...
- ¡Sandra, por favor, que no me gusta!- le contesto ya mosqueada.
- Vale, vale. ¿Vamos para adentro?
-Sí claro.
Le ofrezco un pastelito de los que me había comprado Carlos mientras entramos a la siguiente clase, que era nada más y nada menos que Economía. Cada clase que pasaba , menos quedaba para volver a casa.