—No te creo —dijo Bai Qingqing, haciendo pucheros.
Curtis quedó electrizado por la adorable expresión de la hembra y le gustó aún más. Frotó su rostro contra el de ella.
—A todas las hembras les gustan los niños, por eso quería que tuvieras más. Quizás entonces llegarías a gustarme. Además, si nos apareamos, podrían formarse huevos. No sería bueno no ponerlos.
Bai Qingqing ignoró la primera parte. A ella no le gustarían los bebés serpiente.
En cuanto a la segunda parte... la razón por la que Curtis la había secuestrado debía ser para satisfacer sus antojos sexuales. ¡Puf, serpiente lujuriosa!
—Entonces ahora... ¡cof cof! —Bai Qingqing continuó actuando débilmente. La leña húmeda producía mucho humo, haciéndola toser, y su actuación enfermiza parecía aún más convincente—. ¿Todavía quieres aparearte conmigo?
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