Emma
Mis uñas se aferraban a mis piernas con tanta fuerza que comenzaban a sangrar. No podía soportar la sensación de dolor que me invadía, así que cerré los ojos y traté de concentrarme en algo más. En mi mente, viajé a mi cumpleaños número 15, cuando mi hermana se cayó encima del pastel y todos comenzamos a reír sin parar. Ese día, aunque no había sido perfecto, había sido feliz. Otro recuerdo que vino a mi mente fue el día en que mi hermano y yo fuimos a pescar con mi padre.
Era un día de verano y el sol brillaba intensamente. Mi hermano y yo estábamos muy emocionados porque íbamos a aprender a pescar. Mi padre nos mostró cómo preparar las cañas y los anzuelos, y nos enseñó a lanzar la línea. Pasamos horas sentados junto al río, esperando a que los peces mordieran el anzuelo. Finalmente, mi hermano atrapó un pequeño pez. Todos celebramos su éxito, incluso el pez, que por supuesto, lo devolvimos al agua. Ese día fue tan especial, tan lleno de risas y amor.
Pero pronto recordé que ya no estaba en casa, que estaba cautiva en un lugar oscuro y peligroso. Mis agudos sentidos se enfocaron en mi cuerpo, noté que mi espalda estaba goteando sangre y mi parte íntima ardía de dolor. Había sido violada y golpeada por los hombres que me tenían prisionera. Todo parecía tan injusto y doloroso. No podía imaginar todo lo que Evelyn había pasado durante tanto tiempo.
A través de la rejilla, escuché la voz de Evelyn, notando que sonaba baja y apagada, como si no quisiera o no pudiera hablar con normalidad. Su consejo fue claro y directo "Deberías lavarte".
Inmediatamente, la preocupación se apoderó de mí, y pregunté con pánico en mi voz, "Lo haré, ¿pero esto significa que podría quedar embarazada?". Siempre había deseado ser madre, pero claramente, esta no eran las circunstancias ideales para ello.
"Gracias a Dios no. En cada comida viene una pastilla, al menos eso evita... No quiero imaginar si alguna de nosotras queda embarazada", respondió Eve. Una chispa de alivio se encendió en mí.
Evelyn decidió compartir su experiencia en el baño, y la sorpresa se apoderó de mí. Apenas habían pasado unas horas desde que llegué aquí, y mi deseo de escapar y salvar a todas las personas atrapadas era abrumador. Sin embargo, era consciente de que lamentablemente no tenía el poder ni los medios para hacerlo.
"Eve, si tu vigilante nos escucha, el mío también lo hará. ¿Estará de nuestra parte? Además, tengo otra rejilla justo al lado del baño, creo que puedo comunicarme con la otra chica", compartí mi idea con Eve. Ella hizo un ruido con los dientes. "Cierto, por ahora debemos ser cautelosas. Por hoy, déjalo así. Deja que se acabe el día. Debes estar agotada. Además, todavía falta un parpadeo", sugirió Eve.
"¿Me pueden tocar de nuevo?", pregunté con miedo y desesperación. "Te pueden tocar las veces que ellos quieran", respondió Eve con tristeza. Sin decir nada más, me levanté y caminé hacia el baño. Con lágrimas en los ojos, miré mi aspecto en el espejo. Grité por el dolor, por la rabia, por todo.
Lavarme las partes íntimas era doloroso. Sentía un agudo dolor con cada roce. La sensación de ardor en mi espalda me hacía sentir como si estuviera en el mismísimo infierno. Pasé tanto tiempo en el baño que perdí la noción del tiempo. Todo parecía una eternidad.
Finalmente, escuché el chirrido de la puerta. Alguien había entrado. Una mezcla de miedo y rabia recorrió todo mi cuerpo mientras pensaba en lo que podía pasar. ¿Iba a morir? Me quedé helada en mi sitio, mi mirada buscaba algo hasta que se encontró con él. Tenía una máscara de tigre. La máscara de tigre era impresionante estaba hecha de piel sintética de color naranja oscuro y negro, con detalles cuidadosamente diseñados que imitaban las rayas de un tigre real. Los ojos de la máscara eran brillantes y parecían seguir cada movimiento mío con atención.
"¿Qué quieres?", pregunté, tratando de armarme de valor. Mis manos intentaban cubrir mis zonas íntimas. El hombre detrás de la máscara de tigre se acercó a mí lentamente, su respiración pesada y ruidosa. Podía sentir su aliento caliente en mi piel, lo que me hizo temblar de miedo. "No te preocupes, pequeña, solo vine a asegurarme de que estés bien", dijo con una voz grave y ronca.
No pude evitar dudar de sus intenciones, ya que había sido violada y golpeada repetidamente por los "Vigilantes". ¿Cómo podía confiar si él también llevaba una máscara?
"¿Cómo puedo estar bien después de todo lo que me han hecho?", respondí con una mezcla de tristeza y enojo en mi voz.
El hombre se detuvo frente a mí y me miró fijamente a los ojos a través de su máscara de tigre. "Lo siento, no puedo hacer nada por ti. Solo soy un hombre que hace lo que le dicen", dijo antes de darse la vuelta y salir de la habitación.
Quedé sola de nuevo, temblando y llena de miedo. Me senté en el suelo del baño, abrazando mis rodillas y tratando de encontrar algo de consuelo en mis recuerdos felices. Pero incluso los recuerdos más dulces parecían amargos y distantes ahora que estaba encerrada en este oscuro y peligroso lugar.
"¡Emma! ¿Terminaste?", escuché que Eve gritaba. Salí del baño y asentí como si ella me pudiera ver. "Sí, acabo de salir... alguien entró. Era un hombre con máscara de tigre", susurré. "¿Te hizo algo?", preguntó Eve con preocupación. Después de todo lo que me habían hecho, no confiaba en nadie. "No, solo vino a asegurarse de que esté bien y se marchó", respondí. Pude escuchar cómo Eve se mordía las uñas. "Todo esto me parece muy raro", murmuró.
Mis piernas tenían cicatrices de las cortadas. Miré el techo, no me gustaba estar desnuda. "¿Cuánto falta para el parpadeo o la comida? ¿Cómo sabes el tiempo, Eve?", pregunté para sentir que el tiempo se acortaba. "Faltan 38 minutos. Cuento cada minuto. Llámame loca, pero eso me mantiene cuerda. O quizás siempre le atino a todo", respondió Eve con una pizca de humor.
"¿Qué hacías antes de entrar aquí?", pregunté, buscando una distracción temporal. "Antes de llegar aquí, solía vivir en un pequeño pueblo montañoso. Me encantaba la vida en ese lugar, rodeada de naturaleza y de gente amable y trabajadora. Ayudaba a mis padres en su granja y disfrutaba de las tareas al aire libre, como la caza y la pintura. Soy buena dibujando, es mi pasión. Te hablaré un poco sobre mi familia. Siempre ha sido muy unida y trabajadora, y aprendí mucho de ellos. Desde pequeña me enseñaron el valor del trabajo duro y la importancia de cuidar de nuestra tierra y de los animales que criamos. Además, me encantaba salir al campo a explorar y conocer cada rincón de la montaña, observando la flora y fauna que nos rodeaba. Era sentirse libre, como si fuera un pájaro volando sin que nadie te cortara las alas", finalizó con un chasquido.
"Si algún día salimos de aquí, visitaré tu pueblo", sonreí. Me encantaba la idea de poder sentir esa sensación de libertad y paz que Eve describe.
La puerta volvió a abrirse. El mismo hombre traía una bandeja de metal y la dejó frente a mí. "Disfruta, pequeña", dijo antes de marcharse. Al ver la bandeja de metal frente a mí, sentí un poco de alivio al saber que por fin iba a comer algo. Sin embargo, al levantar la tapa de la bandeja, vi que la comida era escasa y no parecía muy apetitosa. Traté de no mostrar mi decepción al ver lo poco que había en la bandeja, y empecé a comer con cuidado.
Pero entonces escuché a Eve comentar en tono sarcástico que "ya llegó la comida". Sentí una punzada de tristeza e ira al ver cómo nos trataban como si fuéramos animales enjaulados, sin derecho a una alimentación decente ni a un trato digno. Sabía que tenía que ser fuerte y seguir adelante, pero en ese momento me resultó difícil mantenerme optimista...
Aun así, decidí concentrarme en mi comida y en disfrutar cada bocado, agradecida por tener algo. Aunque la porción era pequeña, decidí saborear cada bocado y sentirme agradecida por lo que tenía. Sabía que tenía que mantener mi fuerza y mi esperanza para seguir luchando por mi libertad y por un trato más justo para todas las personas que, como yo, habían sido privadas de su libertad.
Mientras comía, Eve susurró a través de la rejilla "¿Sabes qué es lo más difícil de estar aquí?"
Fruncí el ceño, imaginando la angustia en su voz. "Dime, Eve, ¿qué es lo más difícil?"
"Es la soledad", respondió con un tono triste. "Estamos atrapadas aquí, sin poder tocarnos ni consolarnos mutuamente. Solo podemos vernos a través de estas rejillas y hablar en susurros. Es desgarrador".
Sus palabras resonaron en mi corazón. A pesar de que solo habíamos compartido unos pocos momentos, entendía perfectamente su sentimiento. "Lo sé, Eve. La falta de contacto humano es una tortura emocional.
Hubo un breve silencio antes de que Eve continuará "A veces, cierro los ojos e imaginó cómo sería si estuviéramos libres. Quiero volver a sentir el calor de una amistad genuina".
Sus palabras me conmovieron profundamente. Compartí su anhelo por la libertad y la camaradería. "Eve, estoy contigo en esto. Prometo que, cuando salgamos de aquí, tendremos la oportunidad de crear recuerdos reales y abrazarnos con fuerza. No permitiremos que esta pesadilla nos quite la posibilidad de vivir una amistad verdadera".
Un destello de esperanza iluminó sus ojos a través de la rejilla. "Gracias, Emma. A veces, simplemente necesitamos recordar que no estamos solas en esto. Juntas, podemos encontrar la fuerza para enfrentar cualquier adversidad y superar este oscuro capítulo de nuestras vidas".
Asentí, determinada a mantener nuestra conexión y fortalecer nuestra resiliencia. "Sí, Eve, somos más fuertes juntas. Aunque no podamos tocarnos físicamente, nuestras palabras y miradas a través de esta rejilla nos unen en espíritu. No nos rendiremos, lucharemos hasta el final".
Continuamos hablando en susurros, compartiendo nuestros miedos, sueños y planes para el futuro. A pesar de las limitaciones impuestas por nuestra situación, encontramos consuelo en la compañía mutua y la promesa de un mañana mejor.