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Prologo

—Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. 

—Has que se arrepientan de sus pecados y que dejen de dañar a otras personas.

—¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado? 

—No, que estoy diciendo; nuestro padre nunca nos abandonaría por nada del mundo.

—Tengo sed.

—Todo está cumplido.

—Al menos pude salvar a esa chica.

—Lo malo es que esos sujetos se escaparon.

—Has que se arrepientan de sus actos, señor.

—¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!

Un chico de no más de 16 años se encontraba en un callejón, tirado en el suelo, mirando al cielo. Tenía varios golpes y moretones en el cuerpo, y más en la cara. Además, parecía tener una herida hecha por una cuchillo o navaja en su vientre; lo apuñalaron unos matones que estaban por ahí.

Cuando Tenshi dio su último suspiro y cerró sus ojos, una voz le habló.

—Despierta, hijo mío; aun no es momento de que te vayas.

—Eh, ¿dónde estoy?

El joven, confundido, preguntándose dónde estaba, se encontraba en un espacio en negro, vacío, sin nada ni nadie alrededor; todo se encontraba en silencio.

—Estás en el purgatorio, hijo mío.

Una voz tranquilizadora y suave se escuchó detrás de Tenshi, llamando su atención y haciéndolo girar.

Era un hombre cuya apariencia parecía ser la de un hombre de mediana edad. Llevaba una túnica blanca, un listón rojo que iba desde su hombro hasta la cadera, sandalias y una corona de espinas. Su barba y pelo eran algo largos, y su rostro reflejaba paz y tranquilidad; parecía emanar un aura divina. En sus muñecas tenía lo que parecían ser agujeros.

—Tú eres...

—Así es, yo soy Dios.

El joven, al escuchar eso, se arrodilló ante la persona que tenía frente a él.

—No hace falta que te arrodilles.

—Ahora no es momento para eso, hijo mío, levántate -dijo Dios, ofreciéndole su mano para ayudarlo.

—Te debes estar preguntando qué es este lugar.

—Como te había dicho antes, estamos en el purgatorio.

—No es el paraíso, ni tampoco es el infierno.

—Este lugar es para que las almas que se arrepienten limpien su pecado y vayan al paraíso.

—¿Y qué estoy haciendo aquí, señor? ¿Acaso cometí algún pecado sin darme cuenta?

—Nada de eso, hijo mío.

—Estás aquí porque quería hablar contigo.

—Solamente estaba esperando a que llegara el momento.

—¿Hablar conmigo?

—Estuve viéndote todo este tiempo.

—Vi cómo hacías las cosas.

—Seguiste mis mandamientos al pie de la letra.

—Bueno... algunos.

—Jaja, bueno, lo importante aquí es que hiciste el bien.

—Ayudaste a los necesitados.

—Diste tu vida para proteger a alguien.

—Quedé muy conmovido con tus actos.

—Es por eso que te daré otra oportunidad para vivir.

—Y no solo eso, también te daré el poder divino para proteger a los demás.

—¿De verdad, señor? ¿Me darás otra oportunidad?

—En serio, te lo agradezco. Muchas gracias.

—Bueno, ya es hora de que partas, hijo mío.

Tenshi se llenó de un aura blanca luminiscente que alumbraba casi todo el lugar.

—¿Qué está pasando?

—Estás despertando; ya es hora de que vayas, hijo mío.

—Muchas gracias, señor, por darme esta oportunidad.

Ambos se despidieron sonriendo, despidiéndose el uno al otro.

Tenshi miró a su alrededor y apareció nuevamente en ese callejón oscuro. Notó que sus heridas habían desaparecido; tocó su abdomen, y la herida donde lo habían apuñalado también había desaparecido.

—Mis heridas ya no están.

En eso, Tenshi miró su teléfono para ver la hora y pegó un salto del asombro, saliendo corriendo.

—Maldición, es muy tarde. Mi madre me matará si no llego a tiempo.

¿Qué le deparará a Tenshi ahora que ha resucitado?

Este es mi primera novela espero que les guste tratere de mejorar mas

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