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DÍA 8: Jueves Doce del seis.-

Cuando Cooper llegó la encontró durmiendo. Cansado apenas terminó de quitarse la ropa para dormirse, mientras ella aun dormía se levantó para irse a trabajar.

Andrea despertó ante la discusión de Cooper con Quinteros mientras abandonaba el departamento, Anais rechazó la firma de la autorización y se preparaba para entablar acciones legales contra él.

Se levantó, se maquilló y se arregló con la televisión prendida de fondo, hablaban sobre el matrimonio de ella con el Doctor Cooper; los periodistas lo comparaban con leyes arcaicas en que cuando un violador se casaba con su víctima, el crimen desaparecía.

Se fue al Servicio Nacional de Menores y contó su verdad, incluyendo que con Cooper tuvieron sexo una vez mientras él creía era mayor de edad y que desde que él se enteró de su edad, no volvió a pasar algo entre ellos. Esto coincidió con "la verdad" que Cooper fue capaz de decir.

Las campanas sonaron al mediodía para marcar la dramática entrada de Andrea al velorio de Pablo en una iglesia cercana a la casa de su madre.

Los pocos presentes que en las bancas de madera admiraban a un cajón cerrado se voltearon ante la reacción de una doliente Anais.

- Eres la persona a quien menos quiero ver en éste momento, todo esto es culpa tuya – gritó.

- Claro, yo quería que me violase – dijo quitando el cigarro de la boca – por eso me drogué para perder mi voluntad.

- ¡Eso es una mentira! ¡Lo sabes! ¡Él era un buen hombre!

- Porque los exámenes de sangre serán utilizados como pruebas para su beatificación.

- ¿Te das cuenta dónde estás? ¿Existe algo que respetes?

- Llevo bragas negras y eso ya es harto pedir.

- Sal de aquí – dijo echándola a empujones – No te permitiré que le faltes el respeto en la casa del señor.

- ¿De qué señor? ¡Esto es una iglesia!

En cuanto salieron a la calle los periodistas comenzaron sus despachos en vivo.

Andrea de un empujón se zafó de su madre, por poco haciéndola rodar por las escaleras de piedra y esos pobres periodistas hubieran protagonizado la escena emblemática de Indiana Jones huyendo de una roca.

- No sé con qué cara tú y el Doctor Cooper vienen a hablar mal de mi esposo, que en paz descanse, el doctor es mayor que yo y se quiere casar contigo ¿Por qué no reconoces que te gusta acostarte con viejos y dejas de calumniar a Pablo? ¿No te basta con todo el daño que ya me hiciste?

- Firma la puta autorización cuando vengan a pedírtelo, haz alguno bueno alguna vez.

- Te irás al infierno Andrea, las putas no tienen lugar en el cielo.

Vibró su teléfono, era Cooper, apagó el teléfono sin contestar.

- Nunca he entendido esto tuyo. Mi abuela… tu mamá… fue una y lo hizo para darte que comer… yo lo hice para sobrevivir, pues tú estabas feliz con mi agresor…

Metió su mano al bolsillo y comenzó a tirar uno de sus vellos púbicos hasta que lágrimas saltaron de sus ojos, colocó su mejor ángulo a las cámaras fingiendo que no era capaz de verlas y continúo hablando, de la forma más clara y fuerte que pudo.

- … ¿Quieres saber cómo nos conocimos? – preguntó sin darle oportunidad para responder – él me encontró en una esquina, no tenía que comer y sabía que no podía contar contigo, mi abuela ya estaba muerta de hacían varios años y yo debía hacer las cosas más asquerosas para poder sobrevivir…

Tembló su voz y cubrió sus ojos, uno de los periodistas se le acercó para darle una botella de agua y otro se le acercó con unos pañuelos "gracias" moduló con sus gigantescos ojos brillantes, que demostraban a una niña cuya inocencia fue arrebatada.

- … él venía del hospital, se detuvo… pero no para pedir mis servicios, para ofrecerme ayuda, siempre hace lo mismo… yo lo rechacé y él comenzó a visitarme, a ser mi amigo, a escucharme… yo le mentí, le dije que era mayor de edad… gracias a él pude dejar de prostituirme… Nos hicimos amigos y luego me enamoré de él… Claro, me equivoqué al mentirle, él se equivocó al no corroborar mi edad… pero ¿Quién podría suponer tengo dieciséis?

Eso era cierto y menos vestida así, se veía sobre veinticinco años, fácil.

- Su error fue confiar en mí y ahora, él se está exponiendo a toda esta mierda porque lo considera un justo castigo a su error… pero ¿merece ser castigado? Él fue una víctima de mis mentiras, pues entre nosotros no ha existido más que amistad desde que él se enteró de mi verdadera edad y me ha dado todo el apoyo, la comprensión y el amor que tú no has sido capaz de darme… yo tengo un dormitorio en su casa y un lugar en su corazón, que es lo único que siempre he querido…

Alguien tuvo una exclamación de compasión.

- Nuestra relación cambió, por supuesto que debía cambiar, era lo correcto por hacer… pero ahora por tus mentiras otra vez seré abandonada ¿Acaso estaré mejor en una institución del Servicio Nacional de Menores que en su casa? Claro que no… Ahora nos vamos a casar, quizá es ese otro error… pero ¿Qué es el matrimonio? ¿No es una promesa ante Dios de dos personas que quieren compartir la vida con otra? ¿No es acaso eso el amor? ¿No es eso también la amistad? El sexo nada tiene que ver con el amor, un hombre y una mujer pueden compartir la misma casa respetándose, sea esta de la forma que ellos estimen conveniente, con sexo o sin él, con amor o sin él, con respeto… que es algo que se da de forma natural entre dos personas buenas…

Andrea sintió que perdió el hilo del discurso y en las frases finales debió verse en la obligación de rellenar con lo primero que pensó mientras recordaba lo que quería decir, cargando las palabras de emoción… así que rompió en llanto y entró a la iglesia seguida por Anais hasta el punto más angosto, atrás del confesionario, frente a la imagen de la Virgen María con el niño Jesús en sus brazos.

Anais llegó al rato, Andrea notó el temor en su rostro.

Se irguió y gracias a sus zapatos de tacón quedó más alta que su madre, llevó las manos a sus caderas y doblando un poco el rostro la miró desafiante.

- ¿Cuánto quieres?

- Quiero su auto – dijo tras un largo titubeo.

Andrea hizo sonar la lengua tras sus dientes, desencajó la mandíbula pensando un momento y luego metió las manos a sus bolsillos.

- Para algo así tendría que hablarlo con él y no lo haré, esto lo arreglaremos entre las dos, dime cuánto dinero quieres, te lo puedo conseguir.

- Quiero su auto, quiero que todos se den cuenta que te compró.

- Pide dinero mejor, ese auto está todo chocado y usado.

- Tú también lo estás.

Andrea la empujó y Anais dando tumbos se cayó sobre el altar botando la estatua de la Virgen y quebrándola en mil pedazos. Al escuchar los ruidos los periodistas irrumpieron a tomar fotografías, deteniéndose solo para hacer la señal de la cruz y mojar sus frentes con agua bendita.

- ¿Vieron? – gritó Anais - ¿Vieron cómo me trata? Le falto el respeto a su madre, en la casa de Dios, le faltó el respeto a la virgen y ahora se va… sin siquiera persignarse… es una puta que no sabe de quién es el bebé… no es más que una puta – seguía gritando.