Finalmente era verano y el lago se veía prometedor, el verde campo con sus frondosos árboles y la fresca brisa que despertaba los sentidos, tres jóvenes se ven en el fondo sobre un pequeño muelle de madera, dos chicos de diferentes estaturas jugando con palos de madera a pelear y una chica recostada con las pies colgando y salpicando agua, lentes de sol ocultan sus ojos pero el colorido traje de baño la hace resaltar a distancia. De pronto, los dos chicos saltan de imprevisto cerca de ella hacia el agua, mojándola...
- El es mi hermano y el mi mejor amigo...
- Vamos a llevarnos muy bien cuñado
- ¡Eyyy! calla mocosín
Risas... miradas... felicidad.
De pronto una nube negra, tan oscura como la noche se levantaba del este cubriendo todo a su paso, la temperatura se redujo drásticamente y el rostro sorprendido de los chicos cambio a uno de miedo.
-¡Debemos correr!- grito Elena al tiempo que se dirigía a la cabaña, sin embargo, al voltear ninguno la seguía -¡QUE ESPERAN! ¡CORRAN!- Su voz se perdía en el feroz viento; arena, piedras, ramas, volaban por doquier, los arboles se doblegaban incapaces de mantenerse erguidos ante tal poder, ¿huracán?¿tornado? no podía ser, no era zona de eventos climáticos de tal magnitud. Elena corrió hacia los tres chicos y trato de hacerlos entrar en razón sacudiéndolos, golpeándolos, incluso le dio una cachetada a Alejandro, ¡maldición!
- Lo siento Elena - al fin dijo su hermano - ¿a que te refieres?
- Debemos ir - dijo Carlos- ¿ir? ¡qué dices maldición! - la chica desesperada trataba de jalarlos, sostenerlos de caminar hacia el ojo de la tormenta pero era como si su energía se fuera drenando poco a poco hasta caer en el piso sujetando aprehensiva la mano de su hermano que se resbalaba a cada paso finalmente dejando un vacío en su palma. Alejandro se detuvo al lado de ella, con dificultad volteo a verla, profundamente a los ojos llorosos de la chica.
- No todo es lo que parece - Y de pronto todos fueron succionados hacia la tormenta quedando destrucción, vacío y silencio a su partida.
- ¡NOOOOOOOOOO! - Elena despertó sudando, temblorosa se limpió las lágrimas de los ojos, tres días habían pasado en esa costa, el cuerpo de Alejandro estaba bajo tierra... "Todos desaparecen, todos", pensó.
Su boca estaba seca, sus ojos hinchados de tanto llorar, el sufrimiento parecía que nunca terminaría para ella, "¿debía morir?", parecía la idea mas apropiada, no le quedaba nadie, estuviera o no, el mundo seguiría girando, cambiando, evolucionando, peleando. No había mucho sentido ya en la lucha, los principios y demás, ¿de qué le habían servido hasta ahora? Todo lo que le importaba había terminado, parecía que la vida feliz que alguna vez tuvo fue hace cientos de años, no... un sueño y la pesadilla su realidad, llena de nuevas tragedias a la vuelta de la esquina.
"Otra vez esas ideas, Elena", una voz familiar se escucho detrás de ella, volteó presurosa, no había nadie, "¿ahora me estoy volviendo loca?", comenzó a recoger sus pocas pertenencias y buscar algo de comer, los últimos días había sobrevivido solo con agua pero su estómago se comenzaba a rebelar. El área de la costa estaba rodeado de jungla, palmeras, árboles, enredaderas, altos arbustos, sonidos de aves exóticas y uno que otro mamífero asomándose con curiosidad a la humana visitante, observándola a lo lejos. Un manantial estaba más adelante, era difícil en estas épocas encontrar un área virgen, sin embargo, ahí estaba, agua pura y cristalina, rodeada de un paisaje hermoso, místico y natural, aunque nada de eso importaba a la joven que sólo respiraba por respirar.