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La Historia de los dos Hermanos

Alguna aldea pequeña en Deep Jungle, Sunshine Lands, cincuenta años atrás.

—¡Santara despierta!— asustada la madre del menor lo levantaba de su cama, —¿qué pasa mamá?— aún adormilado un cachorro de seis años se ponía de pie, era la mitad de la noche y el tigrillo solo veía a su mamá correr de un lado a otro guardando cosas.

Antes de que pudiera responderle algo golpeo el techo de su casa de madera que provocó que empezara a arder, —¡MAMÁ!— grito el niño asustado viendo cómo el techo y la pared de su cuarto comenzaba a quemarse.

Su madre corrió a protegerlo, lo cargo y lo llevo consigo a la cocina donde tomo una bolsa con cosas que había estado guardando, un hombre entro a la casa. —¡Bába!— grito el niño al ver a su padre, —Debemos darnos prisa, si cruzamos el río los perderemos a tiempo— decía el hombre ayudando a su esposa con la bolsa.

En las calles de la aldea el caos reinaba, muchas familias de hombres bestia corrían espantados, Santara en brazos de su madre veía las casas siendo quemadas y a hombres montando a caballo usar magia para destruir el lugar.

Su familia junto con muchas otras llegaron al río donde veían como lo que alguna vez fue una aldea pacífica era consumida por las llamas.

"En los tiempos en donde yo nací, había un conflicto entre hombres bestia y humanos, siendo el peor de todos el que se llevaba en Deep Jungle. Mi familia tuvo que desplazarse debido a que varios humanos habían tratado de comprar las tierras donde vivíamos, y al no obtenerlas decidieron contratar a magos oscuros.

 Desde entonces… le temo al fuego.

Mi aldea logró asentarse en una nueva comunidad, al ser un terreno peligroso los humanos no intentaron sacarnos de él. Con el tiempo las cosas mejoraron, la llegada de alguien reafirmaba que venían mejores tiempos."

Ocho años después.

Santara corría de regreso a su casa, la directora de su secundaria le había dado la noticia y concediendo que saliera antes de clase pegaba una carrera para llegar a tiempo. —¡Santara!— un chico lobo le daba alcance.

—Oe Atila, ¿no deberías estar en clases?— le preguntaba Santara sin dejar de correr, en respuesta el lobo le arrojo varios libros a la cara, —Los dejaste olvidados, tarado, la directora me dejo salir para dártelos— le regañaba su amigo mientras Santara seguía viendo estrellas.

El tigre se recuperó del golpe, tomo los libro con una mano y a su amigo con la otra, hecho a correr de nuevo a su casa. Varias personas estaba afuera de la casa de bambú, entre ellos la novia del chico lobo, —Santara, Atila, ¡rápido!— dijo la loba a los chicos.

Santara entro a su casa con empujones, al llegar al cuarto de sus padres vio a estos observando un bulto que la madre del chico cargaba, —Santara, saluda a tu hermanito— su padre dejaba al chico acercarse a la cama, cuando estuvo cerca su madre destapo un poco la sabana que cubría al recién nacido.

Santara nunca había visto algo tan perfecto y hermoso como lo era su hermanito, sus ojos cerrados y su cara regordeta, las pequeñas orejas de tigre se movían de un lado a otro, —¿Quieres cargarlo?— ofreció su madre a lo que el chico no se negó.

Con cuidado sostuvo a su hermanito, sentía una nueva fuerza atarlo a la tierra, —Bienvenido.

"La vida no podía ser más perfecta, dos años después Atila y yo fuimos invitados a asistir a Night Raven College, el carruaje negro nos llevó a los dos y fuimos escogidos para Savanaclaw, la mayor parte del tiempo… fue una buena vida escolar"

Tres años después.

—¡AH!, Mozus se pasó con la tarea para vacaciones, y tenemos que ir a la reunión de líderes antes de volver a casa— se quejaba Atila entrando sin avisar a la habitación del líder de dormitorio, noto que esté oculto algo detrás de él y ladeo su rostro.

—¿Ahora qué hiciste?— pregunto el lobo cruzándose de brazos, —No sé de qué me hablas— respondía Santara sin mirar a su amigo a la cara, —¿Por qué tienes un bistec crudo detrás de ti?— volvió a preguntar notando el alimento sobresaliendo de la espalda de su amigo.

—Me lo iba a comer— mintió Santara aun sin atreverse a ver al otro, notando que su amigo no sería sincero con él no le quedo de otra a Atila más que recurrir a la violencia, por lo que aprovechando la ventaja de altura que tenía sobre el otro se aventó sobre él inmovilizando sus brazos y pies.

—¡Oye!, le prometí a tu chica que no me metería contigo de nuevo— trataba de bromear Santara, pero la mirada de Atila no estaba para juegos al notar el ojo morado en su rostro, —Te volviste a pelear— decía el lobo quitándose de encima.

Ambos se sentaron en la cama, Atila tomo el pedazo de carne y lo puso con cuidado en el ojo del tigre, —Ya tienes que dejar ir el pasado… sé que es difícil, pero no todos los humanos son malos— decía Atila serio, Santara no sabía como para su amigo era tan fácil hacer eso.

Ambos chicos aparecieron en las afueras de su pueblo, listos para las vacaciones de invierno, —Bueno, supongo que aquí nos separamos vise líder— decía Santara acomodando su mochila, —Así es líder, le prometí a mi novia que la vería… aprovechando que sus padres no están— esto último lo dijo sonrojándose.

Santara solo palmeo su hombro y le deseo suerte. El tigre caminó a su casa, antes de que tocara el timbre la puerta de esta se abrió y un pequeño se aventó a sus brazos, —Sata, Sata— decía su hermano llenándolo de besos, —También te extrañe pequeño. 

—… Y luego mi amigo y yo nos caímos del columpio— le relataba el menor a su hermano durante la cena, Santara hizo un gran esfuerzo para no demostrar su disgusto al oír que el amigo de su hermanito era un humano. Cuando este se durmió Santara lo llevo a su cuarto.

Se quedó un rato más despierto, aprovechando el insomnio adelanto algo de la tarea que tenía, —Ya sé que no te gusta— le decía su madre sentándose a su lado, —Pero el niño no tiene la culpa, además sus padres se ven buenas personas— le contaba la mujer.

Santara suspiro, —Solo no quiero que el pase por lo que nosotros vivimos— decía Santara tomando la mano de su madre.

"Si Atila o yo hubiéramos sabido que nuestras vidas cambiarían después de esas vacaciones… estoy seguro de que los dos hubiéramos hecho más por protegernos mutuamente. Él me dio una noticia y me hizo jurarle algo, lamentablemente no pude cumplirlo…"

Dos meses después.

Santara busco a su amigo en toda la escuela, se le hizo muy extraño que el chico lobo se saltara la primera clase, finalmente dio con él en el jardín botánico, se preocupó al ver las orejas gachas de Atila. —Oye, si te ibas a brincar la clase me hubieras avisado, mira lo aburrido que fue.

Atila solo lo vio de reojo, —Mi novia está embarazada— soltó la noticia de golpe.

Santara sintió que un balde de agua fría le cayó en la cabeza, —Wow… no es la mejor forma de saber que seré tío— bromeo el tigre, pero volvió a guardar silencio al ver que las orejas de Atila se agacharon más. Suspiro, ya no podía actuar de modo infantil.

—Mira… va a ser un cambio muy grande, pero… prometo que te ayudaré en lo que pueda— decía Santara tomando la mano de su amigo, —Si algo… llegara a pasar, ¿prometes que los vas a cuidar?— dijo el lobo apretando el agarre.

Santara sintió que esa pregunta era exagerada, sin embargo, quería que su amigo estuviera tranquilo, —Claro, prometo cuidar de ellos.

Estaban a semanas de acabar el tercer año e iniciar sus pasantías. Los chicos de tercero de Savanaclaw estaban en su estadio de Magift jugando un rato cuando vieron a Crowley aparecer.

—Director, ¿le gustaría jugar una reta?— invitaba Santara al mayor, sin embargo, esté lucia nervioso, —Joven Baagh, me temo que traigo terribles noticias de su hogar—dijo el director lo más discreto que pudo.

Santara seguía mirando a la nada en su cuarto, este había quedado completamente destruido. 

"Su hermano estaba jugando con otros niños, un adulto los vio, creyendo que el tigrillo estaba atacando a los niños humanos este le disparo, creen que el menor no sufrió…" le había dicho el Crowley en su oficina.

Alguien llamo a la puerta de su cuarto, —Largo— grito el chico sin molestarse por el tono que uso. A pesar de la orden la puerta fue abierta, —Dije que largo— volvió a gritar Santara sin molestarse en ver de quién se trataba.

Atila llegó hasta él y se sentó a su lado, puso una mano en su hombro, pero Santara lo aparto con brusquedad, Atila siguió insistiendo, pero esto cabreo a Santara, —Quiero estar solo, ¡Lárgate!— le rugió Santara.

Sin embargo, Atila lo atrajo a sí mismo y lo abrazo, Santara intento soltarse, pero mientras más luchaba el agarre del lobo era más fuerte, termino por rendirse y se soltó a llorar en los brazos de su amigo.

"Nunca en mi vida había sentido un dolor tan fuerte. Volví a casa y junto a mis padres exigimos justicia para mi hermano, sin embargo, en aquel tiempo la justicia solo era para los humanos. Lleno de odio y rencor decidí buscar vengar la muerte de mi hermano."

Con algo de dificultad Santara consiguió el nombre y paradero del sujeto que había disparado contra su hermano, esparciendo rumores de que una bestia estaba suelta en la jungla consiguió que el sujeto callera en su trampa y este se internara en la selva.

Él junto con varios de sus amigos estaba acampando una noche, sin que lo notaran Santara los fue rodeando con ayuda de su descubierta magia única, era como si la naturaleza lo hubiera escogido para vengarse de aquellos que la lastimaban.

—Oye di la verdad, ¿mataste a ese tigrillo a propósito?— preguntaba uno de sus amigos, —No, ¿pero qué más da?, un hombre bestia más o menos no marca la diferencia— decía sin una pizca de arrepentimiento el hombre.

Sin poder contenerse más Santara soltó su ataque con toda la furia que sentía, se aseguró que sus plantas arrastraran y golpearan a los tipos hasta dejarlos inconscientes, finalmente solo aquel sujeto y él quedaron, tomando un cuchillo que había traído con él lo levanto contra el hombre.

Sin embargo, por más que odiara y quisiera ver muerto a aquel sujeto, no podía matarlo, no sentía la fuerza para hacerlo. Tiro el cuchillo al suelo, no obstante dejaría las cosas así, usando algunas lianas azoto al sujeto fuertemente contra el suelo haciendo que su cadera tronara.

Se alejó escuchando los gritos de agonía de aquel sujeto.

"A pesar de no haberlos matado, esos tipos se encargaron de esparcir rumores sobre mí, a partir de ese momento, cualquier calamidad era atribuida a la bestia naranja. Lo admito, algunas de ellas si las provoque yo, pero… nunca mate a nadie…

Mi familia y amigos estaban preocupados por mí, un día Atila fue a buscarme para tratar de razonar conmigo"

Tres años después.

El lobo seguía el rostro hasta una caverna, Santara tenía un aspecto más salvaje, —Ara ara, no esperaba visitas, y menos de mi querido amigo— saludaba burlonamente Santara.

—Santara tienes que parar, no puedes seguir matando gente…

—Alto ahí, yo no he matado a nadie, seré un ladrón de ganado, estafador y golpeador, pero nunca un asesino, esos tipos me dan demasiados méritos— se burlaba el tigre de su amigo.

El lobo gruño, —Santara ya basta, incluso si ninguna de las muertes en la zona han sido cosa tuya hay mucha gente que sí lo cree… han puesto precio a tu cabeza— con esto último el tigre supo que su amigo hablaba en serio.

Santara estaba atrapado, su venganza se había salido de sus manos, si bien humanos y hombres bestia ya no luchaban entre ellos ahora lo hacían contra él. —Santara, ven conmigo, tus padres y mi esposa están dispuestos a ayudarte, podemos empezar una nueva vida lejos de aquí— le rogaba Atila.

—¿Dónde?— aunque su tono era sarcástico, la idea de empezar desde cero le sonaba atractiva, —Llevaré a mi familia a Land of Pyroxene, ven conmigo— decía Atila extendiendo su mano. Aquel gesto era una nueva oportunidad para Santara, lejos del odio y la muerte.

Levanto su mano para tomarla, pero antes de que pudiera hacerlo varias flechas cayeron sobre ellos, tan metidos estaban en su momento que no captaron los ruidos u olores que se acercaban. Sin ningún problema Santara uso su magia única para atrapar a los intrusos con las plantas.

—Santara— Atila lo llamo, al voltear a ver a su amigo el tigre noto con horror que este no había logrado esquivar dos flechas, una impacto en su hombro y otra cerca de su corazón. Santara cacho al lobo antes de que este tocara el piso.

—No… No Atila… no puedo perderte a ti también— el dolor que había sentido años atrás con la muerte de su hermano volvía a hacerse presente. Atila tomó su rostro con una mano, —Promete… que los vas a cuidar— fue todo lo que el lobo pudo decir antes de cerrar los ojos.

Jardín Botánico, presente.

Los tres chicos habían escuchado la historia, pero quien más sentimientos tenía revueltos en su interior era Jack, —Con todos los pecados que cargaba, y el hecho de que mi palabra no valía en contra de la de aquellos que nos atacaron, todos concluyeron que había sido yo quien mato a Atila— terminaba el relato Santara.

El silencio volvió, con algo de duda Jack se acercó hasta estar en el campo de visión de Santara, ninguno sabía qué decir. Leona suspiró entiendo que era lo que buscaba el tigre en esta nueva existencia, —¿Cuál era el nombre de esos sujetos, y del que mato a tu hermano?— pregunto el león volviendo a captar la atención de Santara.

Este lo miro sin comprender sus intenciones.

—Como segundo príncipe tengo cierta influencia, podría ayudarte a dar con los verdaderos responsables, no prometo que esos tipos reciban su castigo, a saber si sigan vivos, pero tu hermano y amigo recibirán justicia, creo que es mejor que la venganza ¿no?

Santara lo vio conmovido y asintió, después de darle los nombres regreso su mirada al lobo.

—Yo… cometí muchos errores en mi vida… antes de ser capturado traté de buscar a tu abuela, pero ella ya había huido con su cría…— hablaba con dificultad Santara, —Por eso… a pesar de anhelar mi venganza… traté de protegerte, lo mejor que pude…— era su forma de disculparse.

Jack no podía hablar, las palabras se atoraban en su garganta, —Yo… yo te per…— trataba de decirlo, pero no sentía realmente las palabras. —Lo siento, ahora que sé lo que paso realmente quisiera decir que te perdono, aun así, no puedo… o al menos no por ahora— se disculpaba Jack con el chico.

—Es decir, me gustaría perdonarte, pero…— trataba de explicarse Jack, Santara le sonrió. —Descuida… no necesitas hacerlo ahora— decía el tigre tranquilo, —Yo mismo tarde en perdonarme, aún lo sigo haciendo…— cada vez le era más difícil hablar.

Leona y Ruggie decidieron dejarlos solos, al final ese siempre fue un tema de ellos dos.

—¿Te puedo pedir un último favor?— hablo Santara lo más aprisa que pudo, su tiempo se terminaba, Jack solamente asintió. —Dile a tu abuela, que en verdad lamento no haber salvado a Atila en aquella ocasión… y que espero un día pueda perdonar a este tonto tigre— aunque trataba de contenerse Santara no pudo evitar llorar de nuevo.

Jack igualmente sentía sus ojos húmedos, sería difícil decirle aquello a su familia. Santara tomo su mano, su fuerza ya era poca, —Nada me da más paz… que ver que la descendencia de mi amigo es más fuerte que las sombras del pasado.

Santara soltó a Jack y alzo la vista al cielo, donde la luz del nuevo día disipaba poco a poco la noche, "Atila, hermanito, espero pueda verlos pronto" rezo Santara antes de cerrar los ojos.

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