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Orario ha perdido a sus campeones 2.224

Después de visitar a la diosa Hera, Viggo espero la visita de Kiara y le converso sobre los planes de la diosa. Ella estaba a favor, pero dijo que iban a conversar con seriedad. Viggo no sabía que tan seria era la situación, pero le pidió que no fuera demasiado estricta, ella solo quería ayudar.

Dicha conversación se llevó en una cama, después de un intenso reencuentro. Donde los dos estaban desnudos. Viggo estaba acostado mirando el techo mientras Kiara apoyaba su oído sobre el corazón de Viggo y lo escuchaba palpitar. Su largo cabello oscuro caía como una cascada de seda por su espalda mientras sus voluminosos senos se apegaban a las costillas de Viggo.

—Viggo no lo entiende— dijo Kiara —Kain a lo mejor podría estar bien con ese tipo de tratamiento, pero tú eres mortal y más humano que él. La soledad puede ser buena, pero como todas las cosas, en exceso puede hacer daño. Lo mismo la lucha y la meditación—

Viggo abrazaba con su brazo izquierdo a Kiara y apoyaba su mano sobre el hombro mientras acariciaba la piel con su pulgar. Era una sensación tan suave y placentera que no le estaba poniendo mucha atención. Sin embargo, Kiara lo conocía bien, así que levantó su rostro y al verlo con una expresión tan relajada, le pellizco la cadera y eso aparto a Viggo de su perezosa sensación.

—Te estoy hablando— dijo Kiara con una mirada de reproche

Viggo hizo una sonrisa incomoda y respondió —te estoy escuchando, algo de que la soledad es mala. Concuerdo, podría vivir así contigo toda mi vida—

Kiara le agarro el pene con la mano izquierda y se lo apretó con firmeza —solo estás pensando con esto— dijo

—Ay, ay, ay, ok, lo entiendo, lo entiendo, no es necesario ser brusca, por favor, lo entiendo—

Kiara lo soltó y llevo su mano al estómago de Viggo y volvió a apegar su oído sobre en el corazón de Viggo —eres demasiado descuidado, Viggo— dijo

—Lo sé— respondió Viggo —pero no sé nada, así que tengo que confiarme de lo que me dice mi padre y la tía hasta que aprenda si lo que ellos dicen es verdad. Además, es como dice la tía Hera y papá. No tengo suficiente tiempo como para encontrar el balance entre ser lo que debo ser y mi familia. Ambas existencias demandan tiempo y dedicación. Padre me explico eso del kung fu: habilidad suprema a través del trabajo duro. Me gusta como suena, pero como todas las cosas, requiere tiempo y dedicación. Así que no encuentro mala la opción de la tía Hera—

—En ese caso, habla con Xiao— dijo Kiara —es mucho mejor maestro de lo que parece. Kain no es bueno, su camino está torcido por la lujuria y sus ganas de vivir de forma despreocupada—

Viggo frunció el ceño al escuchar como Kiara desaprobaba a su padre, pero se guardó cualquier comentario. Ya que, el propio Kain lo había dicho. Quería el poder, pero no estaba dispuesto a sacrificar a su familia. Lo que Viggo entendía porque él era el mismo. Sin embargo, Hera también lo menciono, sus destinos no son parecidos. Kain algún día se iría de Orario y Viggo se tendría que quedar para afrontar los desafíos. Rey de los dioses es un título muy bonito, pero si tomas en cuenta todo lo que conlleva, no te dan ganas de ser uno.

—Ya me estoy arrepintiendo de ser rey de los dioses— murmuro Viggo

Kiara paso su mano izquierda por el abdomen de Viggo en un movimiento suave. Después lo paso por el pectoral, pasando a rozar la tetilla derecha de forma muy sugerente. Después volvió a bajar al estómago hasta llegar a la pelvis, pero se detuvo —en ese caso— dijo —¿Quién va a ser rey de los dioses? Alguien tendrá que serlo ¿Bell, Uriel, alguno de tus otros hijos?—

—Eso…—

—Tampoco te gusta ¿verdad?—

Viggo se quedó callado durante unos segundos, recordando a Uriel y Bell, ambos durmiendo en sus cunas, pequeños e inocentes. A lo mejor, menos preparados y con menos tiempo que él para volverse un buen rey o reina de los dioses —en ese caso— dijo —tendré que ocupar la idea de la tía Hera y esforzarme por alcanzar el kung fu. Ella dijo que eso me daría una mente equilibrada y fuerte, necesaria para ser un buen rey de los dioses—

—En ese caso, hablémoslo con Xiao, a él le gustan estas cosas como la iluminación, kung fu y todas esas patrañas—

—Entiendo— dijo Viggo —¿Cuándo?—

—Hablare con Xiao, él vendrá a verte y yo iré a buscar los famosos pigmentos. No estoy en contra de que utilices tu habilidad para aumentar tu fuerza, es solo que la soledad es…no me gusta—

Viggo asintió y ambos se quedaron acostados durante toda la mañana hasta que, a mediodía, se levantaron. Kiara fue a realizar lo que prometió y Viggo a ver a sus hijos.

La mansión que había diseñado Semiramis con una temática similar a la del ambiente en las costas de Esparta, se sentía totalmente diferente a la mansión de su madre. Las murallas blancas, altas, con un techo ovalado daban la impresión relajada. El suelo cubierto con cerámica gris mientras los colores más vividos venían de los mubles barnizados al natural, con jarrones de porcelana de color turquesa y flores de un vibrante rojo. Todo hablaba de su vida en la costa. Por las largas ventanas desde el tercer piso se veían los pastizales e islas de flores que bordeaban la mansión. Todo se trataba de la paz de una vida relajada bajo un cielo despejado, un sol brillante y playas de arena blanca.

Una vez que Viggo llegó a la puerta doble de la habitación de los bebes, toco dos veces y abrió. Dentro de la habitación estaba Mikoto, esposa de Kain y tía de Viggo en compañía de Rosewisse. Ambas sentadas al lado de la cuna. Mikoto tenía una silla de madera con respaldo mientras que Rosewisse un taburete para que no le incomodaran sus alas blancas.

—Buenas tardes, Viggo— dijo Mikoto, quien sostenía a Uriel y le sujetaba el biberón para que ella comiera. Mikoto era muy parecida a Tsubaki, cabello oscuro y ojos rasgados. Vestía un kimono negro con un obi amarillo. Cabello recogido en un moño y sandalias de madera.

—Llegas tarde— dijo Rosewisse, de cabello de plata y alas blancas. Ella llevaba puesto un vestido celeste que se pegaba a su cuerpo —si hubieras venido unos minutos antes, hubieras visto al pequeño risueño—

—Lo siento, estaba ocupado— respondió Viggo a medida que se acercaba

—En la mañana vino Hitomi y dejo un mensaje— añadió Rosewisse

—¿Qué mensaje?—

—La diosa tiene tiempo para reunirse contigo—

—Reunirse conmigo, reunirse conmigo— murmuro Viggo varias veces, no recordaba haberle solicitado una reunión. Se acercó a la cuna de Bell y vio al bebé vestido con una larga túnica blanca y holgada que solo dejaba ver desde sus hombros hasta sus brazos regordetes. De cabello ralo, blanco, como si fueran pequeñas pelusas. Viggo lo quedó mirando, pero de repente alguien comenzó a protestar con un tono fuerte e infantil "mmmm" "mmmmmm". Viggo miró hacia Uriel quien comía en brazos de Mikoto y sonrió. Ella lo miraba con sus enormes ojos azules mientras seguía bebiendo de su biberón. Su cabello rojo, igual al suyo, destacaba como delgados filamentos. Sin embargo, al mismo tiempo, Bell abrió los ojos con un iris rojo y lo miró hacia arriba.

—Ven acá muchacho— dijo Viggo, acercando sus manos a Bell y levantándolo para apegarlo contra su pecho. Después camino hasta donde estaba Uriel y se puso en cuclillas para que sus ojos coincidieran. Ella estaba recostada bebiendo de su biberón, lo miraba, pero no dejaba de beber. Al mismo tiempo, Bell movía su cabecita con torpeza y trataba de morder a Viggo, como si buscara algo.

—Parece que por acá también tienen hambre— dijo Viggo con una sonrisa

—Siempre tiene hambre, es un pequeño pozo sin fondo— dijo Rosewisse como si estuviera enojada, pero la sonrisa en sus labios desmentía su tono. Ella se levantó, se acercó a un carrito donde estaban preparados los biberones y le trajo uno a Viggo. Este último se puso de pie y le dio de comer a Bell. Necesitaban encontrar una nodriza para Uriel y Bell, Semiramis no podía pasar todo el día con ellos, menos ahora que tenía que administrar todos los bienes que le dejo Hera. Sin embargo, por ahora ambos bebés se tendrían que conformar con la leche que les dejaban.

—Ahora lo recuerdo— dijo Viggo mientras miraba a Bell beber de su biberón —le pedía a Hitomi que hablara con Bishamon para encontrar nuevos aventureros para la familia—

—¿Vas a utilizar eso?— preguntó Rosewisse desde su taburete

Viggo la miró por un breve instante y asintió. Después volvió a mirar a Bell y noto por el rabillo del ojo que su tía Mikoto se levantó para botarle las flatulencias a Uriel. Ella la apoyo contra su abundante pecho con una pañal entre ella y Uriel y le dio de palmaditas en la espalda.

—La familia Bishamon solo tiene a Sakura y Ana. Tú y yo no estamos involucrados todo el tiempo, así que lo mejor sería empezar a buscar a otros aventureros. Ella es la diosa de la fortuna y yo, bueno, tú sabes. Así que con esas dos fuerzas tengo pensado encontrar a otros aventureros—

—Suena interesante— dijo Rosewisse con una amplia sonrisa

—También lo creo, es momento de que comencemos a movernos y crecer en fuerza. El futuro está lleno de desafíos—

Rosewisse asintió pensando que las palabras de Viggo tenían un significado más profundo mientras Mikoto solo asentía pensando que Viggo había madurado.

Después del almuerzo y con la caída de la tarde, Viggo salió de la mansión de tres pisos y cupulas azules. Daba la impresión de estar hecha de la piedra blanca que se encuentra en las costas de Esparta. Una vez que atravesó el portón, no tuvo que caminar mucho, solo hasta la pequeña casa de dos pisos a un lado de su mansión, muy parecida a la casa de Kain. Tenía su jardín, seis habitaciones, dos baños en el segundo piso, un baño en el primer piso, una cocina, comedor y biblioteca. Un lugar demasiado cómodo para una diosa que recién bajo hace un par de meses a Orario.

Viggo se detuvo en la entrada y llamo un par de veces. La diosa Bishamon vestida en su kimono purpura abrió la puerta. Ella sonrió al ver a Viggo en la entrada, camino con naturalidad mientras sus sandalias de madera marcaban el paso. Llevaba el cabello rubio ordenado en un moño mientras sus vibrantes ojos de iris purpura no apartaban la mirada de Viggo.

—Veo que el gran Viggo tuvo la amabilidad de venir a verme— dijo Bishamon en un tono de broma —a pesar de que él dijo que quería verme—

—Lo siento— dijo Viggo agachando la mirada —he estado un poco ocupado, los hijos, la familia y todas esas cosas—

—Entiendo— dijo Bishamon, abrió la reja de entrada y se hizo a un lado para que él pudiera pasar. Viggo entro, espero a que ella cerrara y caminaron juntos hacia la casa.

—¿Qué tal ha sido tu estadía? ¿Te gusta el lugar?— preguntó Viggo dándole una breve mirada mientras sonreía

—La verdad, es un poco difícil acostumbrarse a este estilo de vivienda— dijo Bishamon dándole una breve mirada a Viggo mientras sonreía —pero no me incomoda. El ambiente es agradable y a pesar de que Hitomi es muy retraída, es una gran compañía—

—¿Sientes que hacen falta más aventureros?—

—Bueno, solo tengo a Sakura y Ana que vienen todos los días a comunicarme su avance y a actualizar sus estados. Tú no vienes nunca y Rosewisse solo viene contigo—

—Lo siento, hemos sido un poco desconsiderados. Venía a hablar con respecto a los aventureros—

—¿Cambiando la conversación?— preguntó Bishamon mirándolo a los ojos

Viggo abrió la boca, pero no respondió y solo pudo sonreír y rascarse la cabeza. Bishamon soltó una agradable risita mientras se cubría la boca. Llegaron delante de la puerta y entraron a la casa. Bishamon condujo a Viggo a la cocina y se sentaron a la mesa.

—¿Algo para beber?— preguntó Bishamon

—No gracias— dijo Viggo —bueno, volviendo al tema, venía a ver el tema de los aventureros—

—¿Cómo no me quieres ver, vas a buscar a otros?—

—No, yo no me refería a eso— dijo Viggo mientras la miraba a los ojos y mantenía una sonrisa amigable.

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