CAPITULO 19: DESPUES DE LA TORMENTA
Ana corrió a donde estaba Winchester y tras alzarla en sus brazos le preguntó:
Winchester ¡¿Estás bien?!- viendo el pequeño agujero que sobresalía de la camisa azul de Winchester, Ana notó que estaba en un pequeño bolsillo en su solapa que era casi imperceptible, metiendo la mano en el bolsillo, tocó algo metálico y sacó un relicario que al abrirlo se encontró con una vieja pictografía de una familia compuesta por: un atractivo hombre de cabello claro, una mujer de cabello oscuro y una pequeña de cabello negro y ojos azules que Ana reconoció al instante Eso es mío- le reclamó Winchester quitándoselo de un solo movimiento mientras se incorporaba Que conmovedor- sonrió Ana también incorporándose y apartándose un poco de ella- me cuesta creer que alguien tan fría como tú tenga eso consigo todo el tiempo Hay muchas cosas de mí que te costarían creer- viendo como el fuego trepaba por las piernas del padre Carlos quien largaba horridos gritos de ayuda, Winchester añadió- es mejor que nos vayamos, los barriles de pólvora no están lejos y si el incendio se propaga, estos explotaran No me lo tienes que decir dos veces amiga- asintió Ana largándose de allí cuanto antes
Saliendo de la capilla abandonada, Winchester tomó al muchacho del banco y con doloroso esfuerzo lo alzó sobre sus hombros dando inicio a la huida. El fuego quemó el cuerpo del Padre Carlos y se extendió a donde se encontraba la pólvora, al hacer contacto con ella, la capilla explotó en pedazos mientras ambas mujeres le daban la espalda dirigiéndose al caballo que se encontraba esperándolos cerca de allí.
No todos los pobladores habían muerto, algunos pudieron sobrevivir y comenzar a reconstruir el pueblo desde cero. Cabalgando con Santiago a sus espaldas, Ana veía la reconstrucción de San Domínguez, tomaría tiempo pero sería una gran ciudad con el paso del tiempo o al menos eso es lo que ella esperaba. Viendo a Winchester acercarse a ella, le dijo:
Gracias por ayudarnos Winchester, sin tu ayuda no habríamos podido liberar al pueblo de las garras de ese infeliz de Madera- viendo a Santiago, quien le suplicaba con la mirada que se lo pidiera, añadió- ¿Por qué no te quedas con nosotros? Serías una muy buena alguacil No es mi estilo- rió Winchester. Metiendo la mano en el bolsillo de su enorme saco negro, sacó la placa del Sheriff y se la lanzó a Ana diciendo- aparte de que San Domínguez ya tiene uno y es una de las mejores pistoleras que haya conocido en mi vida
Mirando la placa, Ana se la puso en el pecho y le respondió:
Te vamos a extrañar Winchester, los días serán aburridos sin ti Ya lo creo- rió Winchester, tras mirar con cariño a Ana le dijo- Stephanie ¿Cómo?- le preguntó Ana risueña Ese es mi nombre real, Stephanie Winclost- agitando las riendas de su caballo se alejó diciéndole- pero creo que Winchester es un mejor nombre ¿No te parece? Por supuesto que sí- asintió Ana viendo a Winchester partir hacia el horizonte
Con el paso del tiempo, y con la ayuda de Ana junto a Santiago, San Dominguez crecería para convertirse en una gran ciudad que no era ni la sombra de su pasado decadente. Por otro lado Ana y Santiago tendrían una hija a la que llamarían Shirley Stephanie en honor a Winchester. El futuro le sonreía a la ciudad y a la familia de Ana, quien nunca olvidaría mientras viviese a su única mejor amiga en el mundo, Winchester.