—Estás hospitalizada —su primera pregunta fue justamente esa.
—Resoplé perezosamente —Estaba descansando cuando me despertaste.
—Sigues tan obstinada, parece que no es nada serio.
—El graznido de un pato moribundo también es duro, no se puede evitar, es un hábito inmutable —me levanté con una mano sosteniendo el teléfono y la otra arrastrando el soporte del suero por la habitación en busca de agua.
Sang Qi de repente abrió la puerta y enseguida frunció el ceño, regañándome —¿Por qué no llevas zapatos?
Antes de que pudiera responder, Sang Shixi en el teléfono comenzó a rugir —¿Cuánto tiempo planeas quedarte en una habitación sola con él, solo los dos?
Encontré la ira de Sang Shixi completamente irrazonable —Esto es una habitación de hospital, las enfermeras pueden entrar y salir libremente, no se considera estar juntos solos.
—¡Dale el teléfono a Sang Qi!
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