Había pasado al menos una hora después cuando sintieron a alguien tocar a la puerta, Mat aún no se había dormido.
Rand: Prepárate para luchar con todo lo que tengas. – le susurró a Mat.
Rand: Cualquier cosa que quieras hablar podemos hablarlo en la mañana Hake, ahora déjanos dormir. – dijo en dirección a la puerta.
Gode: Me temo que me confundís. – la voz delataba su procedencia – Maese Hake y sus secuaces no nos molestarán. Están durmiendo y por la mañana sólo podrán preguntarse por dónde desaparecisteis. Permitidme entrar, mis jóvenes amigos. Debemos hablar.
Mat: ¡No tenemos nada de qué hablar!
Gode: Por supuesto que sí. Lo sabéis tan bien como yo. Sé quiénes sois, tal vez mejor incluso que vosotros mismos. Pertenecéis a mi amo. Dejen de correr y acéptenlo, todo será mucho más fácil de esta manera. Si las brujas de Tar Valon los encuentran un futuro terrible les espera. Sólo mi amo puede protegeros de ellas.
Rand: ¡Tu amo y tú pueden irse al carajo!
Gode: ¡Maldito insecto cuida tus palabras! El Gran Señor de la Oscuridad los ha marcado como vasallos suyos. Está escrito que, cuando se despierte, los nuevos Señores del Espanto se encontrarán allí para aclamarlo. Ese es el único motivo por el que aún están con vida. Piensen en lo que se les ofrece, vida eterna y poderes ilimitados.
Rand y Mat permanecieron en silencio preparándose para lo que estaba por venir. Rand sentía que todo su cuerpo se ponía tenso y su mirada se enfocaba en la puerta frente a él.
Gode: Me estoy cansando de esto. Os someteréis a mi amo..., a vuestro amo..., los obligaremos por la fuerza. ¡Abrirla! – rugió y con ello sintieron un impacto en la puerta.
De pronto una luz iluminó todo el lugar y parte del almacén parecía haber explotado en pedazos. Seguido de la luz vino el sonido de un poderoso trueno.
Mat: ¡Rand! ¿Estás bien? ¿Estas con vida? – por el tono de voz se podía decir lo nervioso que estaba.
Rand: Tranquilo, hará falta mucho más que un relámpago para que te deshagas de mi compañía.
Mat: Muy chistoso. ¿Dónde está Gode?
Nada se movía en el oscuro corredor. De Gode y sus compañeros no se percibía señal ni sonido. Rand miró entre las grietas y no pudo ver nada. Pronto comenzaron a escuchar los gritos que venían de los pisos superiores.
Rand: Será mejor que nos marchemos ahora.
Pronto salieron del almacén, Mat no podía ver bien, la luz del relámpago le había afectado, de lo contrario al igual que Rand hubiera visto los cuerpos que estaban tirados fuera del almacén. Rand no estaba seguro de si lo que había ocurrido era él haciendo uso inconsciente del poder único o solo la suerte de un ta'veren.
Bajo la lluvia y con paso apresurado comenzaron a abandonar Cuatro Reyes. Rand iba guiando a Mat todo el camino.
Mat: Rand – dijo con voz temblorosa – ¿no irás a dejarme aquí, si no puedo continuar?
Rand: Deja de decir tonterías. Es mejor alejarnos cuanto podamos durante un tiempo y luego podremos tomar un descanso.
Cuando se habían alejado un buen tramo de la ciudad se dejaron caer detrás de unos arbustos y decidieron descansar. Esa noche tuvieron un encuentro en sus sueños con Ba'alzemon.
[RAND POV]
Me desperté todo sudoroso incluso cuando la noche había sido helada. Ya no veo la hora de que aprenda como proteger mi mente y deshacerme de ese idiota. Pude ver en ese momento como Mat se sacudía y entendí que estaba pasando por el mismo sueño desagradable que yo.
Mat: ¡Mis ojos! ¡Oh, luz, mis ojos! ¡Me ha arrancado los ojos!
Rand: ¡Mat! ¡Era solo un sueño! ¡Estás a salvo! ¡Era un sueño! – rápidamente lo sujeté por los hombros tratando de calmarlo – Estás bien, Mat. No puede hacernos daño. No se lo permitiremos.
Llegamos al siguiente pueblo casi al medio día, a Mat le costaba caminar con prisa por la falta de visión. Una hora después un campesino conduciendo una carreta se detuvo a nuestro lado y nos ofreció llevarnos con él. Ya estoy harto de tantas caminatas así que decidí arriesgarnos un poco.
El campesino que había aceptado ayudarnos se llamaba Alpert Mull y había decidido llevarlos para así tener a alguien con quien conversar.
Alpert: No sé de qué huis ni deseo saberlo. Tengo mujer e hijos. ¿Comprendéis? Mi familia. Son estos malos tiempos para socorrer a los forasteros. Si fuera una buena persona ofrecería a un par de muchachos calados hasta los huesos un sitio donde secarse y calentarse delante de un fuego. Pero son tiempos duros y los extraños... – podía ver que el hombre se sentía mal por no ayudarnos más, de pronto sacó 2 bufandas de lana de su bolsillo – No es mucho, pero tened. Son de mis hijos, ellos tienen más. Vosotros no me conocéis, ¿entendido? Es mala época ésta.
Rand: Nunca nos hemos visto. Usted es una buena persona Alpert. La mejor que hemos encontrado desde hace días. Espero que algún día tenga la oportunidad de agradecerle la bondad que nos ha mostrado hoy.
Mis palabras hicieron que Alpert se sintiera un poco mejor. Espero que él y su familia estén a salvo en los tiempos que están por venir. Antes de que Alpert pudiera decir nada más nos desmontamos de la carreta y comencé a guiar a Mat hacia Caemlyn.
Nos demoramos un buen tiempo hasta que llegamos a otro pueblo. Sé que con las monedas que nos quedan podemos costear algo de alojamiento y comida.
Mat: ¿Cuándo nos detendremos? – apenas podía ver algo, al punto de que no se daba cuenta de que habíamos llegado a un pueblo.
Rand: Pronto, ya hemos llegado a un pueblo, es que no escuchas el bullicio. Está bastante animado a pesar de ser de noche.
Mat no me respondió, pero noté como estaba prestando atención a lo que escuchaba.
El pueblo se llamaba Sheran. La claridad que despedían las ventanas de las casas iluminaba las calles, por las que la gente caminaba tranquilamente. La única posada era un edificio de un solo piso, cuyo aspecto indicaba que habían ido añadiéndole habitaciones con los años sin seguir ningún plan preciso. Al abrirse la puerta principal para dar paso a un cliente, una oleada de risas surgió tras él.
Recuerdo que cuando entramos al Carretero Danzarín solo escuchábamos risas por todos lados. Me aseguré de ocultar la espada dentro de la capa, sería bueno si tenemos algo de calma esta noche.
Esta posada no estaba llena de borrachos como la de Sam Hake. La clientela parecía estar formada por lugareños y granjeros, los cuales, si no se encontraban totalmente sobrios, no distaban mucho de ello. Era gente que reía para olvidar sus problemas, pero con auténtica alegría.
El comedor estaba limpio y ordenado, y el fuego que crepitaba en una gran chimenea caldeaba la atmósfera. Las sonrisas de las criadas eran tan cálidas como el propio hogar y era obvio que, cuando reían, lo hacían por propia voluntad.
El posadero Rulan Allwine se parecía a la gente de Dos Ríos. Maese Allwine los miró de arriba abajo y luego sugirió con educación la conveniencia de pagar por adelantado.
Allwine: No estoy insinuando que seáis de esa clase de personas, pero en estas épocas hay muchos caminantes que intentan irse sin pagar por la mañana. Parece que hay muchos jóvenes que van a Caemlyn.
Rand: Entiendo. ¿Puede decirnos los precios? – me agrada la actitud de este posadero, pero cuando escuché los precios de todo aquí casi se me salen los ojos. Mat parecía que se había atragantado con algo.
Allwine: Corren tiempos difíciles. – explicó con voz resignada, esta no era la primera vez que veía este tipo de caras – Hay pocos alimentos y cuestan cinco veces más de lo normal. Y apostaría a que el mes que viene habrán subido aún más.
Tomé le dinero que llevaba y luego miré a Mat que tenía una cara que parecía que los estaban exprimiendo, lo cual no era incorrecto.
Rand: Es esto o dormir a la intemperie. – suspiró y se vació de mala gana el bolsillo, después de pagar dividí lo poco que nos quedó entre ambos – Ya llegará el día en el que el dinero no sea un problema.
Mat: ¿Cuándo será eso? ¿Cuándo nuestra vida expire? – me dijo con sarcasmo.
Después de tomar una comida caliente nos retiramos a dormir de inmediato. Al día siguiente me desperté temprano, aun no salían los rayos del sol. Esta vez Ba'alzemon no había venido a molestarme mientras dormía. Nunca pensé que llegaría el día donde le echaría de menos a una cama de pajas.
Poco tiempo después Mat se despertó contento de que finalmente podía volver a ver.
Mat: ¡Veo! Un poco al menos. Todavía tienes la cara borrosa, pero puedo distinguir que eres tú. Sabía que me repondría. Esta noche ya veré mucho mejor que tú. Como siempre.
Rand: Claro. Tienes ojos de águilas. – soquete.
Mat: Búrlate todo lo que quieras, pero no podrás echar a perder mi buen humor hoy.
Rand: Estamos desperdiciando la luz del día, debemos ponernos en marcha.
Mat asintió y comenzó a recoger sus cosas, cuando estuvo listo bajamos a tomar un desayuno, no podíamos darnos el lujo de desperdiciar comidas.
Estábamos desayunando cuando notamos como un chico unos años mayor que nosotros entró a la posada y al vernos se acercó a nosotros, desde ese momento sabía que no sería nada bueno.
???: ¿Os molesta si me siento con vosotros? – preguntó nervioso.
Rand: ¿Quién eres? – pregunté mientras le indicaba con la mano que tomara una silla en nuestra mesa, era mejor no llamar la atención.
???: ¿Qué cómo me llamo? Ah... llamadme Paitr. Es… esto no ha sido idea mía, compréndanlo. Debo hacerlo. Yo… yo no quería, pero me han obligado. Yo no...
Mat: Amigo siniestro. – gruñó, pero le hice una seña de que no levantara la voz.
Paitr: Yo… me enteré de lo ocurrido en Cuatro Reyes. Las noticias circulan con rapidez. Disponemos de métodos para mantenernos al corriente. Pero aquí no hay nadie que pretenda haceros caer en una encerrona. Estoy solo... y sólo quiero hablar.
Rand: No hay nada de qué hablar, lárgate. Puedes decirles a tus amigos que te amenazamos con matarte si quieres.
Me levanté dejando que se mostrara la empuñadura de mi espada y le hice una seña a Mat para marcharnos. Pronto salimos de la posada.
Mat: ¡Rayos! No importa cuánto nos alejemos siempre terminan por encontrarnos.
Rand: Por ahora estamos fuera de peligro. Si en verdad supieran que estamos aquí no hubieran mandado a alguien como ese chico. Hubieran mandado alguien como Gode o peor. Pero debemos darnos prisa, de seguro informará de que nos ha encontrado. Vámonos.
Este día tuvimos suerte y pudimos adelantar bastante camino al viajar en 6 carretas diferentes. Antes de la puesta de sol llegamos a un pequeño pueblecito y encontramos una pequeña posada parecida a la Posada del Manantial, su nombre era, Vasallo de la Reina.
Si bien los precios del Vasallo de la Reina no eran tan elevados como los de Sheran, no podíamos pagar comida y habitación, era muy poco lo que nos quedaba disponible.
Mat: Veo bastante bien, siempre que no intente realizar números complicados. – parece que él también se percató de nuestra pobre situación financiera – No es posible que haya Amigos Siniestros en todas las posadas existentes de aquí a Caemlyn. Además, no quiero dormir debajo de un arbusto si puedo hacerlo en una cama.
Habiéndonos decidido nos dirigimos hacia el posadero. Quien nos condujo hasta la cocina debido al murmullo, cuando le dije que quería hablar él.