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Un esposo para Violeta

La familia Hatt solía ser de clase media, pero gracias a algunas inversiones, el señor Hatt logró llevar a su familia a la cima. Ahora siendo ricos pero sin un título nobiliario, deben mezclarse en un mundo repleto de personas que hablaran de ellos. Violeta Hatt es la hija del medio, vive bajo el constante maltrato de su madre. Quien espera la perfección en todas sus hijas, para que de esta forma, nadie pueda hablar mal de ellas. Las hermanas Hatt, siempre han visto el matrimonio como una forma de escapar de su madre y Violeta no es una excepción. La cúal a sus dieciocho años, comienza con la busqueda de un pretendiente adecuado. Quiere salirse de su casa, pero no quiere irse con alguien peor que su madre, por lo que debe ser cuidadosa. Andrew Pembrook, es el hijo del duque de Ashdel y lleva bastante tiempo siendo presionado por su padre para encontrar una esposa. Ya que es el heredero principal y debe conseguir una adecuada futura duquesa. Ambos se conocen en un baile y ven en el otro la oportunidad de resolver sus problemas. Violeta necesita irse de su casa y Andrew una esposa que tranquilice a su padre. Ambos deciden casarse e intentar que las cosas funcionen. Las cosas se complican cuando amores del pasado amenazan la paz de la dulce pareja y los rumores comienzan a exparcirse, miles de estos entrando por los chismosos oídos de las damas nobles. ¿Que pasará después?

libros_escritura2 · Thanh xuân
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Capítulo 1

¿Cómo se comienza a escribir una buena historia? La verdad no estoy segura, pero si hay algo que tengo claro, es que en toda historia siempre hay más de una versión. En la de ella, yo soy la villana y en la mía, es mucho más que eso. Se supone que ser la mala es mi papel, pero... ¿Por qué siento este nudo en la garganta? ¿Por qué siento que no puedo respirar? ¿Por qué mi plato de comida descansa frío sobre la mesa? Si yo soy la mala, ¿Por qué me siento tan mal?

¿Quién soy yo? Soy la que cuenta, esta versión de la historia, soy la heroína y al mismo tiempo la villana. Soy el ser más despreciable de la tierra y al mismo tiempo el más bondadoso. Soy Violeta Hatt. La hija de una duquesa, la flor más hermosa de la ciudad, la hermana del medio y la decepción más grande que ha pisado la tierra.—Violeta, ¿Qué haces? —preguntó mi hermana, la volteé a ver y estaba apoyada en el marco de la puerta.—Escribo en mi diario, no es obvio Sofí —contesté con una media sonrisa, mientras cerraba el cuaderno y lo escondía dentro de mi armario.Desde que tengo uso de razón, mis secretos están escondidos entre las hojas de diversos diarios y estos se esconden en lo más profundo de mi habitación. En lugares donde mis padres no puedan tener acceso. Seguro se preguntarán quién cuenta la otra versión de esta historia. No necesito especificar demasiado, de cualquier forma, la versión de ella y la mía no cuadran para nada. Mi madre y yo tenemos formas diferentes de ver la vida e incluso esta historia, la cual inevitablemente vemos con visión distinta.Tranque con llave el cajón de la cómoda y tomé el peine para arreglarme el cabello. Mi hermana me veía desde la distancia, la pequeña Sofía apenas cumplía sus ocho años y estaba muy lejos de saber cómo era todo realmente. Esta historia tiene cuatro versiones y la de mi hermana aún no existía, aún le quedaba tiempo para eso.Antes de bajar al primer piso, me observé durante diez minutos al espejo. No quería más críticas, por lo que traté de verme lo mejor posible. Me había puesto un hermoso vestido rosa y tenía recogido el cabello en un moño, los mechones de cabello ondulado caían delicadamente por mi rostro. Me veía preciosa, de eso no tenía dudas, pero supongo que esa era únicamente mi opinión.—¿Es lo mejor que pudiste hacer? —preguntó mi madre al verme bajar.—Solo quería...—Ese color no te queda bien, te lo he dicho muchas veces, ve a cambiarte —dijo luego de interrumpirme y otra vez mi autoestima decayó por los suelos.Volví a subir para cambiarme el vestido, esta vez me puse uno de color azul. Si bien no me desagradaba, tampoco era mi favorito. Esa era la gran costumbre de mi querida madre: criticar mi vestimenta y dejarme en claro que todo lo hace por mi bien. Aunque no tiene sentido, porque si fuera por mi bien debería sentirme bien y la verdad es que no es así. Cada vez que me dice esas cosas, lo único que deseo es desaparecer de la tierra.Esta vez pude ver su mirada de aprobación al verme bajar y luego con Sofía, la cual también lucía un precioso vestido rosa a juego con el mío. No hubo crítica hacia ella, es una niña después de todo, no tiene que llevar esa carga mental en sus hombros. Dicen que las historias se repiten y la verdad, creo totalmente en eso. Estoy repitiendo la historia de Eloy, mi hermana mayor y Sofía, que probablemente seguirá nuestros pasos en diez años.—Ya estamos listas, podemos irnos a la fiesta de la condesa Hubert —ella no se veía feliz al mencionarla y es que mi madre realmente no se lleva mucho con las mujeres de la alta sociedad. Aunque claro, siempre trata de mostrarse como una dama distinguida y todas aprecian eso.Yo, por el contrario, siempre me ha gustado mezclarme entre esas mujeres. Me gusta formar parte de un grupo tan elegante y distinguido. Me gusta tomar el té con otras damas de mi edad y Sofía disfruta de jugar en el patio con otros niños. Observé por la ventana del carruaje, nos estábamos acercando a la mansión de la condesa. Aunque estábamos a tres cuadras de distancia, de igual forma íbamos en carruaje, algo un poco absurdo si me preguntan a mí.El carruaje finalmente se detuvo y un hombre nos abrió la puerta, tomó la mano de mi madre para ayudarla a bajar y luego la mía. Me deslicé con la mayor elegancia que pude, pero estoy segura de que no fue suficiente, nunca es suficiente.—Es muy hermoso —exclamó Sofía abriendo la boca de impresión. Esta fue su primera vez en la mansión Hubert, dado que era muy pequeña, la madre siempre la dejaba en casa.—Esto no es nada, espera a verlo por dentro —le contesté yo y ella me tomó la mano con una sonrisa.Mi madre me extendió su brazo para que lo tomase también, con algo de miedo lo hice. Siempre me siento así cuando la toco, un miedo instantáneo me invade y por eso siempre lo hago con mucha delicadeza. Ella no parece darse cuenta de lo que ocasiona en mí y eso es infinitamente frustrante. Capaz, si entendiera cómo me siento, las cosas serían diferentes.—Lady Margarita Hatt, lady Violeta Hatt y lady Sofía Hatt —dijo fuertemente el presentador. Siempre en estas fiestas, hay un señor que presenta a las nuevas familias que ingresan.Mientras ingresamos en el salón, todos nos observan con detenimiento. No sé si es porque papá no está presente o porque realmente no somos nobleza, solo ricos. Pero digamos que causamos furor, la gente siempre nos voltea a ver, somos nuevos ricos. Mi padre hizo algunas inversiones que dieron frutos y ahora estamos acá.—Cuida a Sofía —me dijo mi madre y luego se fue con otras mujeres que la estaban esperando.Se supone que estoy debutando en sociedad como dama soltera, debería estar esperando pretendientes, no cuidando a mi hermana menor. De igual forma lo hacía con gusto, amaba estar con Sofí. Había muchas familias importantes, damas esperando que las saquen a bailar y caballeros tomados del brazo de sus madres. El ambiente era algo tosco y aburrido, pero al mismo tiempo emocionante.—¿Qué te parece el barón Fisher? Lo estudié y es un buen partido —las palabras de Sofía me sorprendieron, es una niña de ocho años, no debería estar estudiando pretendientes para su hermana.—No planeo casarme esté año —dije yo y ella me miró con ojitos verdes tan bonitos.—Hermana, debes casarte para irte de la casa y así mamá no te sigue tratando mal. Lo haré yo también cuando llegué el momento, de la misma forma que lo hizo Eloy —contestó ella y es verdad, las sabias palabras de mi hermana son ciertas.Eloy es nuestra mayor, me llevó casi siete años con ella y se casó apenas cumplió los dieciocho años. Para ella fue fácil, estaba enamorada de un amigo de la infancia y para su suerte era mutuo. Ambos se casaron y se fueron muy lejos. Hace ocho años que no la veo. Cuando ella se fue yo apenas tenía once y Sofía aún no cumplía su primer año, prácticamente no la conoció. Fue tanto el enojo que tenía con nuestra madre, que decidió desaparecer incluso de nuestras vidas.La entiendo, madre nos ha hecho bastante daño. No porque sea una mala madre o nos golpee, sino que no nos trata como nos gustaría. Da su opinión sin importarle lo que lleguemos a sentir, si estamos flacas, gordas, feas o lindas, da por hecho que lo dirá sin pensar en nuestros sentimientos. Nos grita e insulta cuando no hacemos las cosas tan perfectas como ella y si ha llegado a darnos varios golpes.Eloy solía normalizarlo al comienzo, pero luego se dio cuenta de que no estaba bien, ya que nuestra madre mentía a la gente y ocultaba sus agresiones. Si lo ocultas es porque no está bien. Aunque eso no pasaba siempre, era cuando nos convertíamos en mujeres. En nuestra infancia era cálida y comprensiva. Nos daba un par de golpes cuando nos portábamos mal, pero la mayoría del tiempo era buena madre.El problema era al cumplir los quince años, era en ese preciso momento en el que se volvía una madre perfecta y quería que fuéramos igual de perfectas. En ese momento comenzaban las agresiones y maltratos. Eloy escapó de eso a sus dieciocho años, ahora es mi turno y en diez años será el turno de Sofía. Madre, no se quedará sola de igual manera, no soy Eloy, no la abandonaré a su suerte. Seguiré siendo su hija y la visitaré regularmente, pero ya no seré su pertenencia al estar casada y no podrá agredirme. Mejorará nuestra relación segura.—Da igual, ningún caballero me ha sacado a bailar.—¿Me concedería el honor? —preguntó un caballero callándome por completo, no me lo esperaba.

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