—Lo lamento —la voz de Russell era ronca y las palabras se quebraron al hablar.
—Sus ojos eran rojos, al igual que su piel brillante. Sus labios se habían vuelto azules y secos. —Darcy tocó su frente. Estaba ardiendo. Se levantó, corrió hacia la puerta y la arrojó abierta. Los sirvientes ya estaban esperando afuera.
—Necesito al médico —dijo ella.
—Sin decir una palabra, uno de los sirvientes masculinos se apresuró a salir. Darcy regresó a Russell quien seguía extendiendo su mano. Ella tomó su mano, agachándose junto a su cama. Su agarre temblaba mientras acercaba su mano. —Tu... her-mana...
—Ella escuchó con el ceño fruncido. —¿Ravina? —preguntó ella.
—Él asintió. —Ella... se... hará cargo de...ti. Encuentra... —hizo una mueca de dolor mientras trataba de levantarse mientras hablaba.
—Darcy lo empujó hacia abajo. —No te muevas. Necesitas descansar. —le dijo ella.
—Cayó hacia atrás con un gemido. —Corinna... —suspiró. Parecía desesperado por decirle algo.
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