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Veinticinco. Una ocasión especial.

Con cuidado Edward me ayudo a subir a su auto. Todavía me dolía un poco las costillas, pero eso no impidió que me pusiera el vestido, que Alice había escogido para mí.

Se sentó en el asiento del conductor y condujo hacia la salida.

—¿Ya me puedes decir a donde me llevas? —pregunté de nuevo haciendo un puchero.

Toda la mañana estuve preguntando, pero nadie se dignaba a decirme nada.

—Me sorprende que aún no lo hayas adivinado. —me dio una sonrisa burlona.

—Bueno, no me digas, de todos modos no quería saber. —dije cruzándome de brazos. —Pero dejando todo esto de lado, ¿Ya te dije lo guapo que estas, cariño? —

—Si. —

Volvió a sonreír.

Y era verdad que se miraba muy guapo, iba vestido con un traje de etiqueta negro, nunca lo había visto de negro, de verdad lo favorecía.

Mire bien el vestido que Alice me había hecho usar, era hermoso. Un vestido corto color vino sin mangas. Lo bueno es que el vestido disimulaba bien que debajo llevaba vendas que cubrían mi torso. También tenía puestos unos maravillosos tacones plateados.

—Cada vez que voy a tu casa Alice y Esme me tratan como una muñeca, y no me molesta. —dije con una sonrisa. —Es muy lindo de su parte, después de todo quede muy bonita. —

De repente se escuchó el timbre de un teléfono. Edward saco el celular de su bolsillo interior de su chaqueta, miro el número y contesto.

—Señor Yorkie. —contestó.

—¿Mi Appa? —pregunte extrañada.

Edward asintió.

Las cosas que pasaron en mis "minis vacaciones" hace dos meses habían tenido consecuencias con mi padre. Ahora se mostraba más precavido cuando yo le pedía permiso para ir a algún lugar, porque desde el momento en el que puse un pie en la casa mi padre fue más sobreprotector, pensando que en cualquier momento me iba a caer por las escaleras, pensando que me había vuelto demasiado torpe y esas cosa. Yo siempre le decía que estaba bien que el accidente fue porque no mire por donde iba, pero mi padre seguía preocupado por "mi torpeza". Mi madre se había preocupado pero no tanto como mi padre, dijo que era un accidente que a cualquiera le podía pasar, pero de todos modos eso no la retuvo de decirme que tuviera más cuidado y que mirara por donde caminaba.

De repente una risa me saco de mis pensamientos.

—¿Está jugando conmigo? —preguntó todavía riendo.

Lo voltee a ver quería saber que era lo que le causaba demasiada risa.

—¿Podría pasarle el teléfono? Quiero hablar con él. —

Espero unos segundos para ponerse a hablar de nuevo.

—Hola, Tyler. Soy Edward Cullen. —saludó relajado y educado, pero su voz no mostraba nada de relajación, mostraba amenaza.

¿Por qué Tyler estaba en mi casa? Y ahí fue cuando me acorde lo que me había dicho cuando me invito al baile, que todavía quedaba el de fin de curso. Caí en cuanta el día que era.

—{Como era posible que no me acordara.} —pensé mientras miraba mi vestido.

—Lamento que se haya producido algún tipo de malentendido, pero Elina no está disponible esta noche. —el tono de su voz cambio, y su tono de amenaza se hizo más evidente mientras seguía hablando. —Para serte sincero, ella no va a estar disponible ninguna noche para cualquier otra persona que no sea yo. No te ofendas. Y lamento estropearte la velada. —dijo.

Y lo cierto es que no sonaba como si lo lamentara de verdad.

Cerro el teléfono de golpe mientras en su rostro se extendía una gran sonrisa.

Entonces di una risita feliz.

—Me llevas al baile de fin de curso. —afirme mientras lo apuntaba con mi dedo, descubriéndolo.

—No creí que te fuera a gustar la idea. —dijo sorprendido.

—Claro que me gusta, me gustan mucho los bailes. —dije.

—La verdad te tardaste mucho en descubrirlo, ¿Adónde más creías que te llevaba? —

—La verdad no sé, no me acordaba del baile. —dije encogiéndome de hombros. —¿Crees que Alice dejé que me quedé con los zapatos y el vestido? —dije levantando una pierna para ensenarle uno de los zapatos.

—Humm. —miro atentamente mi pierna levantada más de lo necesario. —Recuérdame agradecerle a Alice esta noche. —dijo sin contestar mi pregunta.

—¿Alice va a estar allí? —

—Con Jasper, Emmett y Rosalie. —contestó.

Eso me agrado demasiado, mi relación con Rosalie había avanzado un poco. Ya no se iba a otras partes cuando yo entraba a la habitación, y me hablaba un poco más, pero todavía no éramos las mejores amiga, digamos que solo me toleraba más. Con los demás no tenía ningún problema. En fin todos me caían bien y quiero creer que era mutuo.

—¿Mis padres sabían? —

—Claro. —dijo dando una sonrisa, para luego reírse. —Pero creo que Tyler, no. —

Todavía no me cabía en la cabeza como Tyler pudo ir hasta mi casa, pensando que iría con el teniendo novio.

Para entonces ya habíamos llegado a la escuela. Un coche destacaba entre los demás: el convertible de Rosalie.

Se bajo del coche y lo rodeo para abrirme la puerta y luego me extendió una mano la cual tome para poder bajar más rápido.

Una vez abajo me paso un brazo por la cintura y nos encaminamos al gimnasio donde iba a ser el baile.

Una vez en la entrada pude ver que por donde quiera que mirara había arcos con globos y guirnaldas de papel. Contemple la pista de baile, se había abierto en un espacio vacío en el centro, donde dos parejas daban vueltas con gracia. Todos se hacían a un lado, nadie podía igualar la elegancia de Emmett y Jasper, que vestían trajes de etiqueta clásicos. Alice lucía un llamativo vestido de satín negro con cortes geométricos que dejaba al aire grandes triángulos de su pálida piel. Rosalie estaba increíble, llevaba un vestido morado con un gran escote que le llegaba hasta la cintura y dejaba la espalda totalmente descubierta, y a la altura de las rodillas se ensanchaba en una cola risada.

Edward pago las entradas y nos dirigió a la pista de baile, me llevo hasta el lugar donde su familia bailaba con un estilo que no iba acorde con la música ni con la época.

Coloque mis brazos alrededor de su cuello con cuidado, todavía me dolía un poco al momento de levantar los brazos, pero nada que no pudiera manejar. Y empezamos a bailar dando vueltas en la pista de baile. Lo bueno es que sabía bailar.

Mire a Edward a la cara, pero el miraba hacia las puertas con enojo.

—¿Ocurre algo? —pregunté.

Voltee a ver a donde el mirara, ahí estaba Jacob Back, sin traje de etiqueta pero con una camisa de manga larga y corbata, y el pelo recogido en una media coleta, cruzaba la pista de baile hacia nosotros.

Cuando supere la sorpresa, sentir pena por él. Parecía realmente incomodo y tenía una expresión de culpa cuando nuestras miradas se cruzaron.

Edward gruñó bajito y le di un pequeño golpe de advertencia.

—Quiere hablar contigo. —dijo Edward.

En ese momento Jacob llego a donde estábamos. En su rostro se podía notar la vergüenza y la disculpa.

—Hola, Elina, esperaba encontrarte aquí. —dijo con una sonrisa.

—Hola, Jacob. —sonreí. —¿Se te ofrece algo? —

—¿Puedo interrumpir? —dijo indeciso mirando por primera vez a Edward.

Me sorprendió ver que Jacob no necesitaba levantar la vista para poder mirar a Edward. Había crecido bastante.

Edward mantuvo su rostro neutro. En respuesta se limitó a soltar mi cintura y darme un beso en la frente.

—Gracias. —dijo Jacob.

Edward se limitó a asentir mientras me miraba atentamente antes de darse la vuelta y marcharse.

Jacob se rodeó la cintura con las manos y yo apoye mis brazos en sus hombros.

—¡Wow, Jacob! Si que has crecido ¿Cuántos mides ahora? —

—Metro ochenta y ocho. —dijo con orgullo mientras empezábamos a balancearnos de un lado a otro.

—Bueno, ¿Y cómo terminaste viniendo aquí? —pregunté.

—¿Puedes creer que mi padre me pago veinte dólares por venir a tu baile de fin de cursos? —dijo avergonzado.

—Oh, al menos espero que lo estés pasando bien. ¿Has visto a alguien que te guste? —pregunté mirando a un grupo de chicas que estaban en línea recargadas en la pared.

—Si, pero está comprometida. —dijo dándome una mirada.

Yo solo sonreí y aparte la mirada con vergüenza.

—A propósito, estas muy hermosa. —dijo con timidez.

—Emm, gracias. ¿Y porque Billy te pago para que vinieras? —

—Dijo que era un lugar "Seguro" para hablar contigo. —dijo no muy contento de cambiar de tema. —Te juro que el viejo se está volviendo loco. —dijo riendo.

Me reí con él con desgana.

—De todos modos prometió conseguirme el cilindro maestro si te daba un mensaje. —confeso avergonzado.

—Pues dame el mensaje. Me gustaría que terminaras tu auto. —sonreí.

—No te enfades, ¿De acuerdo? —dijo culpable.

—Claro que no me enojare. —

—Bueno, es algo un poco estúpido…Lo siento, Elina, pero quiere que dejes a tu novio. Me dijo que lo pidiera por favor. —sacudió la cabeza con ademan disgustado.

—¿Sigue con sus supersticiones? —

—Si. Se sintió alarmado cuando te lastimaste en Nueva York. —

—Me caí. —dije mirándolo a los ojos.

—Lo sé. —dijo con rapidez.

—Billy cree que Edward tuvo algo que ver con el accidente. —afirme.

Jacob aparto su mirada.

—Mira, Jacob, aunque Billy no lo crea te lo voy a decir a ti, Edward salvo mi vida, no sé qué hubiera pasado si el, Alice y su padre no hubieran estado cerca. —

—Lo sé. —aseguró.

—Lamento que tuvieras que venir a hacer esto. En cualquier caso ya cumpliste, ¿De acuerdo?. —

—Si. —dijo incomodo y enojado.

—¿Hay algo más? —

—Olvídalo. Conseguiré trabajo y ahorrare dinero por mis propios medios. —

—Vamos dilo, Jacob. —

—Es bastante desagradable. —

—No importa. —

—Está bien…pero, maldición, es que suena tan mal…Me dijo que te dijera, que te advirtiera…—quito sus manos de mi cintura e hizo comillas en el aire. —"Estaremos vigilando". El plural es suyo, no mío. —

No pude contener la risa.

—Siento que hayas tenido que hacer esto. —dije dejando de reír.

—No me molesto demasiado. —sonrió aliviado. —Entonces, ¿Ya le puedo decir que me contestaste que deje de meterse en tus asuntos? —

—No, mejor agradécele, sé que lo hace por mi bien. —dije.

La canción termino y baje los brazos. Sus manos permanecieron en mi cintura.

—¿Quieres bailar otra vez o ir a otra parte? —

—No es necesario Jacob. —dijo Edward. —Yo me encargo. —

Pobre Jacob, se llevó un buen susto. Sus ojos se abrieron mucho por la impresión y volteo a ver a Edward.

—Eh, no te oí llegar. —dijo. —Espero verte por ahí, Elina. —

—Claro, nos vemos. —

—Lo siento. —dijo antes de darse la vuelta e irse hacia la puerta.

Los brazos de Edward me tomaron por la cintura en cuanto comenzó la siguiente canción. Descanse mi cabeza en su pecho mientras bailábamos.

—Como me irrita. —dijo Edward.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunte.

—Te llamo hermosa. —dijo con el ceño fruncido. —Y está totalmente equivocado, yo diría que te vez maravillosamente despampanante. —

Me reí.

—Oh, gracias. Tú no te quedas atrás, cariño. —dije dándole un beso en los labios.

Seguimos bailando un buen rato, hasta que la cuarta canción termino y me llevo atreves del gentío hacia la puerta trasera del gimnasio. De reojo, vi bailar a Mike y Jessica, que me miraban con curiosidad, Jessica me saludo con la mano y le respondí con una sonrisa. Angela también se encontraba allí, en los brazos de Ben Cheney, parecían tan felices sin apartar la vista de sus ojos. Isabella también estaba allí, lo que me sorprendió, se encontraba recargada en la pared, con un vestido que era horrible, para que mentir, se nos quedó viendo cuando pasamos por su lado, dándole a Edward una mirada de necesidad y a mí de odio, no me importo, solo le sonreí y Edward ni siquiera le dio una mirada.

De pronto nos encontrábamos fuera del gimnasio, a la suave luz del crepúsculo.

Me cargo en cuanto estuvimos a solas. Atravesamos el umbral del jardín sin detenernos hasta un banco debajo de un árbol. Se sentó conmigo en sus piernas, acurrucándome en su pecho. Miramos el cielo, las nubes no habían llenado del todo el cielo. Se podía ver que la luna estaba en su punto más alto.

—Elina. —me llamo, me incorpore un poco para poder mirar mejor su rostro. —Te amo, te amo más que nada en el mundo. —confeso con una sonrisa.

Acaricie su rostro con ternura y lo mire a los ojos.

—Yo también te amo. —dije con una sonrisa.

Se inclino para presionar sus fríos labios contra los míos, en una beso lento y lleno de amor.