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Quince. Apuesta.

Me quede completamente quieta mirando su cara seria. Porque las cosas tenían que ser así.

—Eso es todo. —dijo al fin sonriendo.

Negué mientras lo miraba.

—Tú sabes cuales son mis sentimientos…no creo que fue buena idea venir. —murmure pero estoy segura de que el escucho. —Creo que es mejor que me vaya. —

Comencé a caminar, pero el me detuvo y se puso delante de mí.

—Lo sabía. Pero… solo contéstame esto ¿Quieres que me vaya o no? —

—No, no quiero. Pero no quiero ser egoísta sabiendo que tus sentimientos sufrirán. —dije seria.

—¿Entonces me quieres? —pregunto.

—Claro, pero como quiero a mi familia, a mis amigos. Es una cariño amistoso. —

—Pero no quieres que me vaya de tu vida. —

—Ya te contesté eso, no quiero se egoísta, no voy a retenerte. —

—Me quedare. —

—No seas masoquista. —reprendí.

—Eso no importa. —dijo.

Me iba a acariciar la mejilla, pero di un paso hacia atrás.

—Deja de hacer eso. —dije.

—Vamos, Elina. Mira, en el último tiempo he decidido que no voy a tirar la toalla. Lo cierto es que esto de las causas perdidas tiene algo irreversible. —

—Jacob, lo amo. —dije seria y mirándolo a los ojos para que me tomara enserio.

—Pero también me quieres a mí. Se que no de la misma manera, pero él se marchó y te lastimo y ahora tiene que enfrentarse a las consecuencias de esa elección: yo. —dijo apuntándose con el pulgar.

Sacudí la cabeza y gruñí.

—Jacob, entiende lo que te voy a decir: ¡No es no! —

Iba a comenzar a caminar pero me tomo por la barbilla con fuerza para que pusiera atención. Lo mire con el ceño fruncido.

—Estaré aquí, luchando por ti, hasta que tu corazón deje de latir, Elina. —dijo con firmeza. —No olvides que tienes más opciones. —

—No importa si mi corazón tenga los latidos contados o no. Y no necesito más opciones cuando ya decidí lo que quiero. Y ¡Ya suéltame! —

—Con más razón luchare, y muy duro ahora que aun puedo. —

En ningún momento dejo de tomarme por la barbilla, apretaba con tanta fuerza que comenzaba a lastimarme. Entonces pude ver lo que pretendía, me removí para hacerme hacia atrás pero su agarre era demasiado fuerte.

—¡Jacob, No…! —

Estampo sus labios sobre los míos, sin importarle que le haya dicho que no. Intente volver a quitarme, pero puso su mano sobre mi nuca. Me beso de una manera desesperada y violenta. Empuje y golpee su pecho, pero el pareció no notarlo. Tomé su cara y comencé a empujarlo y arañarlo, en esta ocasión pareció darse cuenta de mi rechazo, y eso lo molesto. Como pudo logro abrir paso entre mis labios, haciendo que pueda sentir su aliento, haciendo que soltara un chillido enojado.

Entonces decidí cerrar los labios con mucha fuerza, con los ojos abiertos y sin moverme, esperando que terminara.

Eso si funciono. Eso hizo que la molestia se esfumara de él y que por fin se separara de mí.

Soltó mi rostro y me miro a los ojos.

—¿Ya terminaste? —dije sin expresión y con un tono molesto.

—Si. —suspiro satisfecho y cerró los ojos.

Hice el brazo hacia atrás para tomar impulso. Le iba a dar el puñetazo más fuerte de su vida.

Solo pude escuchar un crujido.

—<¡Maldita sea! ¡Mierda!> —grite de dolor, mientras sostenía la mano contra el pecho.

Estaba segura de que se había roto.

Jacob me miro asombrado.

—¿Estas bien? —

—<¡Me has roto la mano, idiota! ¿Cómo quieres que este bien? como se te ocurre besarme, ¡Maldita sea! ¡Como duele! ¡Ya te lo había dicho! ¡No es no!> —le grite con todas mis fuerzas.

—Elina, no te entiendo nada. —

—¡Como se te ocurre besarme, grandísimo idiota! ¡Ya te había dicho que no! ¡¿Qué no entendiste?! ¡Me has roto la mano! —grite.

—Elina, tu sola te has roto la mano. Ahora déjame ayudarte. —

—¡No me toques! ¡Me voy ahora mismo! —

—Iré por el coche. —dijo con calma.

—No, me voy caminando. —gruñí enojada.

Seguí caminando, no faltaba mucho para llegar a la línea del tratado. Alice podría verme en cuanto estuviera lejos de él y alguien vendría por mí.

—Deja que te lleve a casa. —dijo y el muy descarado me rodeo la cintura con un brazo.

—Suéltame. —dije entre dientes. —Y si me vas a llevar mi casa que sea rápido. —

Parecía que nada lo afectaba, no entendía que había hecho mal. Fuimos rápidamente al auto, él estaba tan contento de que cuando me abrió la puerta del copiloto se puso a salvar.

Yo seguía con mi mirada seria y fría, en ningún momento lo mire.

—Maldito idiota irrespetuoso. —murmure y obvio que me escucho.

—No fue para tanto. —dijo poniendo los ojos en blanco. —Jamás hubiera sabido que me golpeaste, me di cuenta cuando comenzaste a gritar. —

—Cuanto te odio, Jacob. —dije sin apartar la mirada de la ventana.

—El odio es un sentimiento ardiente. —dijo como si nada.

—¡Ardiente te voy a dejar la cara si no cierras la boca! —

—Vamos, Elina, no exageres. Admite que fue mejor que besar una piedra. —

—Para nada. —dije entre dientes.

—Lo que pasa es que estas molesta. No tengo experiencia en estas cosas, pero me pareció increíble. Te acordaras de mi en la noche. —

No le conteste, me concentre en mi mano.

—Estoy seguro de que pensaras mejor tus opciones ahora. —gruñí y puse los ojos en blanco. —Solo piénsalo, Elina, no tendrías que cambiar en nada por mí, sabes que a Graham le haría feliz que me eligieras a mí y yo podría protegerte tan bien como tu vampiro, quizás incluso mejor... Además, yo te haría feliz, Elina. Hay muchas cosas que él no puede darte y yo sí. Apuesto a que él ni siquiera puede besar igual que yo por miedo a herirte, y yo nunca, nunca lo haría, Elina. —

Lo mire seria y levante mi mano rota.

Suspiro.

—No es mi culpa, debiste de haberlo sabido. —

—Jacob, ya cállate. Lo único que quiero es llegar a casa así que apúrate, antes de que salte del auto y me vaya caminando. —dije irritada de todas las cosas que decía.

—Yo sé que me devolviste el beso. —sonrió.

Gruñí por la frustración.

—No te devolví nada. —dije entre dientes.

—Estoy seguro de saber la diferencia. —

—Es obvio que no. Te golpee el pecho, te empuje, hasta te arañe la cara para que me soltaras, idiota. —

Soltó una carcajada.

—Ya deja de estar a la defensiva. —

Entonces estalle.

—¡Ya cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! —grite con todas mis fuerzas.

Eso lo asusto.

Grite con todas mis fuerzas sacando la frustración. Como podía ser posible que el muy idiota no viera que nunca le iba a corresponder. Patalee y patalee. Me había dolido la garganta con el grito y con la pataleta que di, hizo que moviera la mano haciendo que un terrible dolor comenzara a manifestarse. Las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos y se deslizaran por mis mejillas.

—Lo siento, ya cierro la boca. —dijo nervioso al ver mis lágrimas. —Si quieres puedes golpearme otra vez, puedes usar una bate de beisbol o una palanca de hierro, ¿Sí? —dijo para que me calmara.

Suspiré aliviada cuando comencé a ver mi casa a lo lejos, lo único que quería era alejarme de él.

Cuando se detuvo enfrente de mi casa, pude ver que solo estaban mi auto y el de mi padre estacionados.

—Ya te puedes ir. —dije brusca.

Me bajé a como pude de su auto para comenzar a caminar hacia mi casa.

—¿Qué vas a hacer? —me pregunto cuando estuvo a mi lado.

—Nada que te importe. —dije y seguí caminando.

Cuando entre mi padre estaba dormido en la sala. Así que sin hacer mucho ruido fui al refrigerador y tomé uno cuantos hielos para ponerlos en un trapo y ponerlo en mi mano.

—¿Estas bien? —dijo Jacob detrás de mí.

—Ahora te importa. —pregunte incrédula. —No te había dicho que te fueras. —

Tome el teléfono y llame a Edward.

—¿Elina? —contesto. Al fondo pude escuchar el motor de un auto. —¿Llegaste bien? —pregunto.

—<Mas o menos.> —comencé a hablar en coreano para que Jacob no entendiera y se metiera en la conversación. —<¿Puedes venir?> —

—<Ya voy en camino. ¿Qué paso?> —

—<Creo que me rompí la mano, ¿Me podrías llevar con Carlisle?> —

Empecé a escuchar voces en la sala, mi padre se había despertado y comenzó a hablar con Jacob.

—<¿Qué paso?> —pregunto preocupado.

—<Golpee a Jacob.> —

—<Que bien.> —felicito. —<Aunque lamento que te hayas lastimado.> —

—<Ojalá le hubiera dolido.> —suspire decepcionada. —<No le hice ni un rasguño.> —

—<¿Puedo ayudar a que sufra si quieres?> —dijo de broma.

—<Esperaba que sugirieras eso.> —dije.

Guardo silencio.

—<¿Qué hizo?> —

—<Me Beso.> —

Se escucho como se aceleraba el auto.

—Elina, ¿Qué te paso en la mano? —pregunto mi padre cuando entro a la cocina y Jacob venia detrás de él.

—Me golpeo la cara y se le rompió la mano. —

Mi padre lo miro sorprendido.

—¿Y porque te pego? —

—La bese. —

Pude ver como mi padre quería sonreír, era obvio que prefería a Jacob, pero si se entera que fue a la fuerza estoy segura de que esa sonrisa se borra.

—<¿El perro sigue ahí?> —

—<Si.> —

—<Ya estoy dando la vuelta en la esquina.> —dijo en tono amenazante.

—<Aquí te espero.> —dije y colgué.

—Creo que es mejor que te vayas, muchacho. —dijo mi padre.

—Me voy a quedar un poco más, si no te importa. —contesto Jacob.

—Alla tu. —murmuro mi padre, sabiendo que Edward iba a llegar en cualquier momento.

Pude escuchar el motor del Volvo acercándose, sonreí y fui hacia la puerta.

—¿Cómo esta tu mano, cariño? —pregunto mi padre.

—Se ha hinchado. —

Cuando llegue a la puerta, Edward ya me esperaba ahí.

—Déjame ver. —murmuro.

Con cuidado examino mi mano. Sus manos frías como el hielo dieron un poco de alivio.

—Si…tienes razón, hay una fractura. Vamos con Carlisle. —dijo y me dio un beso en la frente. —Estoy orgulloso. Debiste de haber golpeado muy fuerte. —

Sonreí.

—Todas mis fuerzas. Pero no le paso nada. —suspire.

—Yo me encargare. —prometió.

Asentí.

Caminamos hacia su auto pero a la mitad del camino pude escuchar como mi padre le gritaba a Jacob.

—Hey, Jacob, ¿Qué haces? ¿No quiero peleas aquí? —

—Dame un minuto, Graham, ahora vuelo. —

Volteé un poco para ver que Jacob había salido de la casa y nos seguía, pude ver a mi padre mirando por la ventana, esperando el momento de actuar si es que comenzaban a pelear.

Edward me abrió rápidamente la puerta del copiloto y me ayudo a sentarme. Cuando cerró la puerta, rápidamente baje la ventanilla para ver mejor. Edward se dio la vuelta y lo encaro.

—No te matare ahora. A Elina no le gustaría ver eso. —dijo Edward con un tono calmado y amable que lo hacía ver más amenazador.

—Vámonos, Edward. —susurre.

—Si, vuelves a hacerle daño, me asegurare de que corras en tres patas el resto de tu vida, ¿Oíste, perro? —murmuro amenazador. —Y te romperé la mandíbula si vuelves a besarla. —

—¿Y si ella lo quiere? —dijo arrogante Jacob.

—Eso nunca va a pasar. —dije.

—En ese caso, si ella lo quiere, no diré nada. —dijo serio Edward. —Así que para la otra no pienses que te da señales por su lenguaje corporal, pero allá tú, es tu cara. —

Jacob lo miro burlo.

—Creo que quiere que le pegues. —dije.

—Si, eso creo. —murmuro Edward. —Y no caeré en tus juegos tontos, ella no es un objeto como para que peleemos por ella. —

Jacob sonrió con burla, para después mirarme.

—Espero que te mejore. Lamento lo de tu mano. —

Lo ignore.

No volví a mirar hasta que miré que Edward le daba la vuelta al auto para entrar.

—¿Cómo te sientes? —

—Me duele. —hice un puchero. —Pero he tenido dolores peores. —

—Cierto. —

Edward rodeo la casa para entrar al garaje, en donde estaban Emmett y Rosalie, donde pude ver como el sostenía con un brazo el auto en alto, para que Rosalie lo pudiera ver.

Emmett nos miró con curiosidad cuando Edward me ayudo a bajar del auto con mucho cuidado y concentrado en mi mano que yo tenía pegada al pecho.

—¿Intentaste darle un beso al piso, Elina? —pregunto con una sonrisa burlona.

—Ja, ja. —dije con sarcasmo. —Le di un buen golpe a un lobo en la cara. —

Me miro incrédulo, para después soltar una gran carcajada. Edward me guio pero cuando pasamos a un lado de ambos, Rosalie que esta abajo del auto hablo:

—Creo que Jasper va a ganar la apuesta. —dijo con petulancia.

La risa de Emmett se detuvo y me escaneo con ojos calculadores.

—¿Apuesta? ¿Qué apuesta? —pregunte curiosa.

—Es algo tonto, han apostado cuantas veces cometerás un desliz el primer año. —contesto Edward.

—Wow, ¿Han apostado a ver cuántas personas voy a matar? —lo mire incrédula.

—Si. Rosalie cree que tu temperamento le da las de ganar a Jasper. —

—Apuesta fuerte el chico. —dije.

—Se sentiría mejor si te cuesta acostumbrarte. Está harto de ser el más débil. —

—Podría hacerle un favor y cometer unos cuantos homicidios, solo para que se sienta mejor. —

—Bueno, no te tienes que preocupar por eso ahora. —

Caminamos hacia la casa, y si tenía la mano rota, pero la fractura no era seria. Carlisle me dijo que solo bastaría con un férula.

Edward pensó que me había quedado dormida cuando Carlisle ajustaba la férula a mi mano con mucho cuidado, y expresó su preocupación por las veces que sise de dolor, después le dije que el dolor no era tanto, que no se preocupara.

Al final mientras Edward hablaba de mis cuidados con Carlisle, solo pude pensar en que no había forma de que Edward Cullen saliera de mi corazón y por ninguna razón tomaría otra opción que no sea él.