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Ocho. Adrenalina.

—Bien, ¿Dónde está el clutch? —pregunto Jacob.

Señale una palanca del lado izquierdo, era impresionante que todavía no se me fuera la moto de lado y se cayera.

Asintió.

—¿Y los frenos? —volvió a preguntar.

Como pude aprete la palanca de frenos en el manubrio.

—Bien. —asintió con aprobación. —Por el momento nos vamos a olvidar de la palanca del pie derecho, eso te lo enseñare más adelante. —

—Está bien. —conteste concentrada en retener la mayor información para manejar bien.

—¿El acelerador? —

Gire el manillar derecho.

—¿La palanca de velocidad? —

La aprete ligueramente con mi pantorrilla izquierda.

— Muy bien. Creo que ya captaste el manejo de todas la partes, ahora solo te falta encenderla. —

—Oh. —dije con nerviosismo.

Estaba algo nerviosa, ya me había subido a una motocicleta, pero nunca la había manejado.

—Ok, quiero que mantengas el clutch abajo. Bueno ahora, Elina, no quiero que dejes que la moto se te vaya, ¿De acuerdo? —

Aprete el manubrio con fuerza.

—¿Crees que puedas arrancar el pedal? —

—Creo que si me muevo, me caigo. —dije

—Está bien, yo te sostengo. No sueltes el clutch. —

Asentí.

Dio un paso atrás y golpeo con fuerza el pedal. La moto hizo un sonido muy fuerte y sentí como se tambaleaba. Cuando menos lo esperé me empecé a ir de lado, me hubiera estrellado contra el suelo si no fuera porque Jacob me sostuvo antes.

—Mantén el equilibrio. —dijo divertido. —¿Esta sujetando el clutch? —

—Sip. —dije decidida a no irme de lado.

—Bueno sujétala bien, lo voy a volver a intentar. —

En esta ocasión sostuvo también la parte de atrás de la moto. Necesito cuatro intentos para que la moto arrancara y rugiera. Aprete con más fuerza el clutch.

—Aprieta suavemente el acelerador y sobre todo no sueltes el clutch. —dijo.

Aprete suavemente el acelerador, y aunque se movió un poco, la moto resonó con intensidad. Jacob sonrió satisfecho.

—¿Recuerdas cómo ponerla en primera? —

—Si. —

—Bien, hazlo. —

Cambie a primera.

—Muy bien. Ahora suelta muy suavemente el clutch. —

De repente la moto comenzó a ir hacia adelante, y de repente el viento comenzó a chocar con mi rostro. Una adrenalina me invadió y aceleré solo un poco más, no era tan difícil como pensé. Después de un momento baje un poco la velocidad, tampoco quería tentar tanto a mi suerte.

Mire que la carretera seguía en una curva hacia la izquierda así que intente girar con cuidado, y para mi suerte lo logre…

—Ja, si pude. —me burle. —Sabia qu….—

…o eso pensé.

Había disminuido tanto la velocidad, que la moto se fue de lado tirándome y cayendo esta aun encendida encima de mí, haciendo que callera con más ganas en un charco que estaba ahí.

—¡Elina! —escuche que grito Jacob.

Jacob había llegado rápidamente en la otra moto.

—¿Estas bien? —dijo mientras se acercaba para quitarme la moto de encima.

—Si, solo algo…—no termine la oración solo me señale el pantalón y la blusa toda mojada.

—Ok, creo que será mejor que nos vayamos si no quieres enfermarte. —dijo Jacob.

—¿Y las motos? —

—Espera aquí. —dijo quitándome las llaves de mi auto del bolsillo.

Se subió a su moto, condujo hacia mi auto, subió la moto al remolque y se metió al asiento del piloto para conducir hasta donde yo estaba, subió la otra moto y yo fui a sentarme al asiento del copiloto esperando para irnos.

—¿Segura que estas bien? —preguntó … otra vez.

—Si, Jacob, estoy muy segura. Solo tengo un poco de frio. —

—Está bien. —

—Mejor vámonos ya. Vamos a mi casa para que pueda cambiarme. —

—¿Y qué hay de tus padre? —

—Van a llegar tarde. —

Cuando llegamos a mi casa, lo primero que hice fue ir y tomar una ducha caliente.

Al terminar lo que tenía que hacer, decidí que como era temprano nos quedáramos mirando un rato la televisión. Mas al rato tuve que ir a dejarlo a su casa, junto con las motos para que las siguiera escondiendo.

El viernes fui a recoger a Jacob a su escuela para poder pasar un buen tiempo juntos, lo único que no sabía es que íbamos a hacer, hasta que de repente a mi mente llego la imagen del hermoso prado que me había enseñado "El innombrable", después de todo me había gustado y aprovecharía para poder tomar fotos de la naturaleza mientras caminábamos a ese lugar.

—¿Qué estás pensando con tanta concentración? —pregunto Jacob.

—Es que una vez que estaba caminando por el bosque, me encontré con un hermoso prado y estaba pensando en que talvez me pudieras ayudar a encontrarlo. —

—Claro, podemos usar una brújula y un mapa de coordenadas, ¿Recuerdas cuál era el punto de partida? —

—Si, el sendero que arranca donde termina la 101. Creo que iba principalmente con dirección al sur. —

—Genial. Lo encontraremos. —

Al día siguiente me puse un conjunto para hacer senderismo y mis botas de montaña, las cuales había comprado esa mañana, aprovechando el descuento a empleados, luego agarré un mapa topográfico de la península de Olympic, mi cámara y conduje a La Push.

Cuando llegue a la casa de los Black, con Jacob decidimos trazar una complicada red de caminos sobre el lugar que nos interesaba.

—Ojalá veamos al super oso. —bromeó Jacob.

Billy que estaba viendo sin interés todo lo que hacíamos se rio. —Talvez debas ir con un tarro de miel como ofrenda de paz. —dijo.

Jacob rio entre dientes.

—Espero que tus botas nuevas sean rápidas, Elina. Un tarro pequeño no va a mantener ocupado a un oso hambriento. —

—Solo tengo que ser más rápida que tú y dejarte como carnada mientras yo corro por mi vida. —

—¡Suerte con eso! —dijo poniendo los ojos en blanco. —Vamos. —

—Pásenla bien. —dijo Billy.

Conduje hasta el final de la carretera y nos paramos justo donde había un cartel avisando el inicio del sendero.

Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que estuve aquí, y me di cuenta de que no me dolía tanto su recuerdo como pensaba, obvio a un me gustaba pero, solo recordaba los buenos momentos y eso hacía que no fuera tan doloroso.

—Bueno, ¿Por dónde comenzaste la última vez? —pregunto.

—Por ahí. —dije señalando el bosque.

—Está bien, espera un momento. —dijo y miro la brújula. —De acuerdo, es la primera línea de coordenadas, andando. —

Caminamos hacia donde había dicho, hablando y mirando a cada rato la brújula para no perdernos. De vez en cuando parábamos para que pudiera tomar fotos de la naturaleza, o de nosotros mismos.

Jacob hizo que el paseo fuera más agradable, iba silbando alegremente una melodía que yo no conocía mientras movía los brazos de un lado a otro y se deslizaba con facilidad por el bosque.

—¿Estas segura que salimos por el lugar correcto? — dijo mirando el cielo que se estaba oscureciendo.

—Sip, muy segura. —

—Entonces lo encontraremos. —prometió. —Confía en mí. —dijo mientras caminábamos hacia al oeste.

Después de un rato ya habíamos vuelto a mi auto.

—Eres bueno. Pero la próxima hay que traer linternas. —

—De aquí en adelante reservaremos los domingos para hacer excursiones. —

Asentí mientras nos subíamos al coche.

—¿Estas dispuesta a volver a intentarlo mañana? —preguntó.

—Claro. —dije conduciendo hacia La Push.