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Diez. Sangre.

Al poco tiempo de que Jacob se fuera y que la familia regresara a la sala, un fuerte dolor me ataco, prácticamente sentía como el bebé se movía y le pegaba a mis costillas. Solté un grito de dolor, que preocupo a todos. Mi cuerpo comenzó a temblar, a esas alturas mis lagrimas caían cual cascada sobre mis mejillas y apenas podía respirar.

Edward fue de inmediato a mi lado con Rosalie y Carlisle detrás de él.

—Tendremos que sedarte para que ya no sientas más dolor, Elina. —dijo Carlisle.

Asentí como pude, me aplico el sedante y caí rendida.

Desperté al día siguiente con Edward a mi lado, estaba preocupado, su rostro no lo mostraba pero sus ojos sí.

Estaba acostada en una camilla, ahí me di cuenta de que habían cambiado el sofá por una camilla y equipo médico.

—¿Cómo te sientes, corazón? —

—Mejor. —susurre con voz débil. —Sabes, cuando salga de esto quisiera que volviéramos a la isla Esme, si es que Esme no la presta otra vez, por supuesto. —

—Claro, volveremos cuantas veces quieras. —me prometió Edward mientras me daba un beso en la frente.

Edward miro hacia otro lado de repente.

—¿Qué pasa? —pregunte.

—Jacob. —contesto. —Está hablando con Carlisle. —

—Oh, que bien que vino. —sonreí.

Vi como Edward sonreía y se levantaba, parecía esperanzado.

—Vuelvo en un momento, corazón. Quiero hablar de algo con Carlisle, ¿Rosalie? —

—¿Qué pasa? —pregunte.

—No debes de preocuparte de nada, amor. Será muy rápido. ¿Puedes venir, Rose? —

—¿Esme? ¿Si puedes ir con Elina en mi lugar? —pregunto Rosalie.

En un parpadeo Esme llego a mi lado.

—Por supuesto. —

Los dos se fueron de la habitación dejándome a solas con Esme, que se dedicaba a acariciar mi frente con cuidado.

No tardaron mucho en regresar. Me carcomía la curiosidad de saber que era lo que le dio esperanza a Edward. Lentamente fueron entrando de uno en uno a la habitación, incluso Jacob venia con ellos.

—¿Qué sucede? —pregunte con curiosidad.

—Jacob dio una idea que puede ser de utilidad. —contesto Carlisle. —No será agradable, pero… —

—…Ayudara al bebé. —lo interrumpió Rosalie. —Hemos pensado una mejor forma de alimentarte. Bueno, puede que funcione…—

Solté una risita pero un ataque de tos me detuvo.

—Algo no muy agradable. —volví toser y miré el tubo que estaba pegado a mi brazo. —Si que es un cambio muy radical. —dije con sarcasmo.

Rosalie se rio conmigo.

Edward se acercó con cuidado a mí y me tomo la mano que no tenía en la pansa.

—Elina, corazón, te vamos a pedir que hagas algo monstruoso y repulsivo. —

—¿Qué tan malo? —pregunte.

—Creemos que las preferencias de alimentación del feto puedan ser más propias de nuestra naturaleza que de los de la tuya. Sospechamos que esta sediento. —

—Oh…—fue lo único que dije.

—Tu estado se deteriora rápidamente, bueno el de los dos. —dijo Carlisle. —No hay tiempo que perder y debemos poner esto en práctica del modo más digerible posible. La manera más rápida de poner esto en práctica es que…—

—…Beba sangre. —susurré y asentí. —Puedo hacerlo. ¿Pero cómo…? —

—No será sangre animal. —aclaro Edward. —Si lo que el feto quiere es sangre, no le gustara esa. —

—No notaras la diferencia, Elina. —dijo Rosalie. —Disponemos de bolsas de sangre. Tenemos una reserva para ti, solo por si acaso así que no te preocupes que todo saldrá bien, tengo un buen presentimiento sobre esto, Elina, creo que tú y el bebé estarán mucho mejor. —

Acaricié con cariño mi enorme pansa y sonreí.

—Bueno tengo hambre y supongo que el también. —dije. —Creo que lo intentare ahora. —

Carlisle y Rosalie salieron corriendo.

Edward se quedó sentado en el piso a un lado de mí. Nos tomamos la mano mientras esperábamos.

Rosalie fue corriendo hacia la cocina. Desde ahí podía escuchar como abría y cerraba los estantes en busca de algo.

Mire a Edward para que me dijera lo que pasaba.

El negó con la cabeza.

—No uses uno transparente, Rosalie. —le murmuro Edward.

Rose volvió a correr hacia donde estaba Carlisle.

—¿Fue tu idea? —le pregunte en un susurro a Jacob. Sabía que me podría escuchar.

—A mí no me culpes de eso. Tu vampiro solo eligió unos cuantos comentarios sarcásticos de mi mente. —

—No esperaba que vinieras de nuevo. —le dije.

—Ni yo. —

—Edward me conto lo que tuviste que hacer. De verdad lo siento. —

—No importa, solo era cuestión de tiempo para que estallara por alguna misión de Sam. —

—¿Y cómo están los demás? —pregunte.

—Seth esta que brinca de alegría de poder ayudar. Y Leah…—soltó un suspiro. —Bueno todo es menos divertido desde que ella se nos unió. —

—No deberías ser tan duro con ella. —

—Nada de eso, solo está aquí para poder vigilar a Seth, y ya nos hemos acostumbrado, además está en mi manada acepta mi liderazgo. —

En ese momento aparecieron Rosalie y Carlisle. Este llevaba en las manos un vaso de unicel con tapa y un popote flexible. Carlisle extendió el vaso a mi dirección y dijo:

—Podemos intentar otro método. —

—No. —susurre apenas. —Tenemos que probar esto primero, no tenemos tiempo…—

—{Todo estará bien, cariño. Espero que con esto mejoremos.} —pensé mientras acariciaba mi panza.

Alargue la mano temblorosa e intente tomar el vaso, pero estaba demasiado débil que apenas podía moverme. Rosalie me paso un brazo por los hombros y tomo mi cabeza como a un recién nacido y me ayudo a poder alcanzar el recipiente que me ofrecían.

—Gracias, Rose. —dije.

Lleve el vaso hasta que el popote estuvo a la altura de mi rostro, intente oler el interior por medio del popote. Un olor a oxido me llego a la nariz… no era desagradable.

—Corazón, podemos intentar otro método más sencillo. —dijo Edward con preocupación.

—Tapate la nariz, eso lo hará más llevadero. —sugirió Rosalie.

Negué con la cabeza, y les di una sonrisa.

—Nada de eso, es que huele delicioso. —sonreí un poco avergonzada después de ver la cara de desagrado de Jacob.

—Eso es estupendo. —dijo Rosalie. —Significa que vamos por buen camino. —

Lleve el popote entre mis labios, cerré los ojos y tome un trago. Rápidamente el líquido espeso y caliente llego a mi boca. Solté un gemido de gusto.

Pude sentir como las manos frías de Edward llegaron hasta mi rostro.

—Corazón…—me llamo.

—Esto sabe estupendo. —

—Qué bueno. —dijo Rosalie. —Es buena señal. —

Edward continúo acariciando mi rostro y yo volví a tomas con más gusto del espeso líquido. Me sentía mucho mejor.

—¿Qué tal tu estomago? ¿No sientes nauseas? —pregunto Carlisle.

—Para nada. —dije mientras negaba. —Es un buen avance. —

—Estupendo. —dijo Rosalie extasiada.

—Me parece muy pronto para sacar conclusiones Rosalie. —dijo Carlisle.

Seguí bebiendo del vaso mientras miraba por la ventana, ya me sentía un poco más fuerte y no tenía tantas ganas de dormir.

Edward rio y voltee a verlo.

—¿Qué pasa? —pregunte con una sonrisa.

Me alegraba que su actitud mejorara.

—Jacob. —dijo.

—Oh…Jacob es muy gracioso. —sonreí.

—¡Tatan! —dijo Jacob.

Tome otro trago del vaso pero este ya se había acabado, y eso hizo que hiciera un ruido muy fuerte.

—Lo hice. —dije. —Si logro conservar esto en mi estomago ¿Me quitaras la agujas, Carlisle? —

—En cuanto sea posible, después de todo no creo que sean de mucha utilidad. —contesto.

Rosalie me toco la frente y rápidamente voltee a verla con la esperanza de haber mejorado. Lo que me confirmo una mejora fue el brillo de alegría y esperanza en los ojos de mi esposo.

—¿Quieres un poco más? —me pregunto Rose.

Edward la miro mal.

—No tienes por qué hacerlo ahora mismo. —

—Ya lo sé, pero… es que si quiero un poco más. —le sonreí.

Rose comenzó a acariciar mi pelo con cariño.

—No tienes por qué avergonzarte pedir más, Elina. —me sonrió. —Eso es algo que tu cuerpo pide y el que no lo entienda debería de irse. —

Carlisle tomo el vaso y dijo:

—Ahora vuelvo. —y salió corriendo.

Mire a Jacob, se miraba asqueado, un poco pálido y tenía unas enormes ojeras muy marcadas.

—No te miras muy bien, Jacob. —le dije.

—Uy, mira que habla. —

—Hablo enserio, Jacob. ¿Hace cuánto que no duermes? —

—No estoy seguro. —contesto.

—No deberías hacer eso. —dije. —Tomate un descanso, por favor. Ve a arriba y escoge alguna cama, no creo que a nadie le importe que lo hagas. —

—Gracias pero no, prefiero dormir en el piso, lejos del olor. —

—Está bien. —dije.

Carlisle entro a la sala donde estaba y me extendió el vaso, que rápidamente y con gusto volví a tomar. Le di una sonrisa de agradecimiento.

Me senté en la camilla sin ayuda.

—¿Cómo te sientes? —pregunto Carlisle.

—Me siento mucho mejor. Solo tengo un leve antojo, pero no estoy segura si es de comida humana o de sangre. —dije.

—Solo mírala, Carlisle. —dijo Rose. —Es obvio lo que su cuerpo pide. Debería de beber más. —

—Sigue siendo humana, Rosalie, y también necesita comida. Hay que darle algo de tiempo para ver los efectos y luego quizá podremos darle alimentos otra vez. ¿Hay algún plato que se te antoje, Elina? —me pregunto Carlisle.

Pensé un momento.

—Se me antojan unos huevos. —sonreí cómplice junto con Edward.

Mire a Jacob que estaba a punto de dormirse, le iba a decir algo pero Edward se me adelanto.

—Deberías hacerle caso a Elina e ir a dormirte, Jacob. —dijo. —Puedes usar las comodidades de la casa, aunque creo que te sentirías más a gusto afuera. Así que no te preocupes si surge algo te diré. —

—Si, sí. —dijo adormilado.

Jacob se paró y tomo mi mano.

—Mejórate. —dijo.

—Gracias, Jake. —

—Tápenla con algo, está demasiado fría. —dijo antes de irse.