webnovel

Diez. El olor.

No sabía bien como Edward se había dejado influenciar por Jacob, pero cuando menos lo pensé me sonrió y un brillo pícaro apareció en sus ojos, me abrazo y enterró su rostro en cabello.

—Regreso pronto. —dijo Edward separándose de mí y dándome un beso rápido en los labios, para después correr hacia el bosque.

Como no tenía mucho que hacer, me propuse a ayudar a mi madre en la limpieza de la casa así que me dirigí a la cocina para empezar a limpiar, pero el timbre de la puerta sonó.

Fui a abrir, me sorprendía lo rápido que Jacob podía ser en su forma lobuna.

Cuando abrí la puerta pude ver a ahí parado y como siempre no llevaba camisa.

—¿Eres alérgico a las camisas o qué? —pregunte mientras caminaba a la cocina para empezar a lavar los trastes sucios.

—Es más sencillo. —contesto.

—¿Qué cosa es sencilla? —pregunte.

—Bueno, en si ya es tedioso llevar los shorts a todas partes, Elina, mi ropa no aparece y desaparece por encanto cuando me trasformo. Debo llevarla conmigo cuando corro. —contesto.

—Oh, eso no se me vino a la mente. —dije.

—¿Te molesta que vaya medio desnudo? —pregunto.

—La verdad ni me importa. —dije indiferente mientras me daba la vuelta para comenzar a lavar los trastes.

Jacob soltó un suspiro pesado.

—Bien, se supe que debo ponerme a trabajar, ahora dime ¿Dónde se nota más el olor del intruso? —

—En mi habitación. —dije.

—Volveré en un minuto. —dijo y se fue.

Comencé a lavar los platos sucios, me concentré tanto en mi tarea que no me había dado cuenta de que había alguien atrás de mí.

—¡Bu! —grito Jacob.

—¡Oh por dios! —grite y mire a Jacob mal. —¡No vuelvas a hacer eso! —

—Ya, ya, lo siento. Dame eso. —dijo quitándome el plato que había terminado de lavar y tomando el trapo que estaba en la barra. —Tu lavas, y yo enjuago y seco. —

—El rastro fue fácil de seguir. Tu cuarto apesta. —dijo.

—Entonces tendré que comprar un desodorante ambiental. —dije.

Jacob se echó a reír. Yo lave y el seco en silencio durante unos minutos.

—¿Puedo preguntarte algo? —pregunto mientras le pasaba un plato.

—Eso depende. —

—Solo tengo curiosidad es todo. —

—Está bien, pregunta. —dije.

Hizo una pausa breve.

—¿Qué se siente tener un novio vampiro? —

Puse los ojos en blanco.

—Genial, deberías intentarlo. —dije con sarcasmo.

Hizo una mueca de asco.

—Hablo enserio. ¿No te pone los pelos de punta? —

—Nop. —dije remarcando la "P".

Se quedo en silencio mientras fruncia el ceño.

—¿Algo más? —pregunte.

—Si…me preguntaba…tu…ya sabes… ¿Lo besas? —

—¿Enserio quieres saber eso? —lo mire incrédula.

—Eso es un sí, ¿Acaso no te preocupan los colmillos? —

—No seas tonto, obvio que no tiene. —conteste.

Comencé a frotar con la esponja el cuchillo, mientras él seguía en silencio.

—¿Puedo preguntar algo más? Solo es curiosidad. —

Suspire y le pase en cuchillo para que lo enjuagara.

—Pregunta. —conteste con desinterés.

—Hablaste de cierto tiempo, pero ¿Cuánto exactamente…? —

No termino la pregunta.

—Después de la graduación, o el año siguiente, o cuando acabe la universidad, la verdad no sé. —

—¡Es demasiado pronto! —

Respiro hondo y cerró los ojos. Lo que había dicho no había sonado como pregunta, si no como un lamento.

—¡Aauu! —grito.

Salte por su repentino grito. Había cerrado la mano con mucha fuerza alrededor de la hoja del cuchillo, el cual choco contra la barra cuando lo soltó. Pude ver un corte profundo en la palma de su mano, la sangre comenzó a chorrear cayendo en el suelo.

—¡Maldita sea! ¡Ay! —se quejó.

—¡Oh dios! Jacob. —dije preocupada.

—No te preocupes soy un…—dijo Jacob pero lo interrumpí.

—…Un hombre lobo. —termine. —Si lo sé, pero eso no quiere decir que puedes ir haciéndote cortes cuando quieras. —dije enojada por su imprudencia.

Me arrodille y saque del armario de debajo del fregadero el desinfectante. Tomé un trapo viejo que había en el mismo armario, le puse unas gotas y comencé a limpiar el desastre. Rápidamente el olor fuerte del desinfectante me llego a la nariz e hizo que me mareara un poco.

—Deja que te ayude. —dijo.

—Toma. —dije pasándole el trapo con el que estaba secando los platos. —Ve y mételo a la lavadora. —

Cuando el suelo estuvo completamente libre de sangre me levanté y comencé a limpiar la barra y el fregadero que estaban salpicados de sangre. Al terminar de limpiar la cocina fui al cuarto de lavado para poder encender la lavadora, tomé el detergente y vertí un vaso completo de el a la lavadora para después encenderla.

—¿Trastorno obsesivo-compulsivo? —pregunto Jacob.

—No, solo no quiero que todo termine lleno de sangre. —dije obvia.

Caminamos devuelta a la cocina, en donde le quite el tapón al fregadero para que el agua sucia de los trastes se fuera.

—{Siento que algo me falta.} —pensé.

—¿Puedo preguntarte algo más? —

—Dime. —

—¿Qué se siente que tu mejor amigo sea un hombre lobo? —

—Bueno, si el licántropo tienes buenos modales y se porta bien, no hay ningún problema. —le sonreí.

—Gracias, Elina. —dijo con una gran sonrisa.

Inesperadamente me tomo de la mano y me jalo para darme un abrazo, pero tan rápido como hizo ese movimiento se separó de mi arrugando la nariz.

—Uf. Tu pelo apesta más que tu cuarto. —

—¿Eh? ¿Perdón? —no sabía que decirle.

—Esa es una de las desventajas de salir con vampiros, hacen que huelas mal. Aunque si lo piensas bien es un mal menor. —

—Estoy segura de que solo huelo mal para ti y la manada. —dije.

—Estate atenta a lo que te rodea, Elina. —dijo con una sonrisa.

—¿Ya te vas? —

—Él está esperando a que me vaya. Lo puedo oír desde aquí, saldré por la puerta trasera. —comenzó a camina pero se detuvo repentinamente. —Oye ¿Podrías ir a la reserva esta noche? Hay un picnic nocturno y fogatas, estará Emily y podrás conocer a Kim…y estoy seguro de que Quil quiere verte. Le molesta que te hayas enterado antes que él. —

—Ya veré si puedo ir. —dije.

—¿Qué? ¿Acaso ahora tienes que pedirle permiso a tu guardaespaldas? —pregunto burlón.

—Yo no le pido permiso a nadie. —dije mirándolo mal.

—{Bueno, a menos que sean mis padres.} —pensé.

—Ya, ya. Adiós, Elina. Asegúrate de pedir permiso. —dijo burlón y se fue.

Salió corriendo por la puerta trasera antes de que pudiera replicarle algo.

Segundos después de que se hubiera ido, Edward entro a la cocina lentamente, con el pelo con gotas de lluvia. Tenía una mirada cautelosa.

—¿Se pelearon? —pregunto.

Negué, confundida por su pregunta.

—Me preguntaba por qué lo habías apuñalado. —dijo mientras señalaba el cuchillo ensangrentado que estaba en la barra. —No es que me moleste. —

—Oh, sabía que algo me faltaba. —camine hacia el cuchillo, ponerlo en el fregadero y llenarlo de desinfectante y jabón. —Y para que sepas no lo apuñale, solo que al tonto se le olvido que tenía un cuchillo en la mano. —

Edward soltó una risa.

—Yo no le veo lo gracioso. —

Cuando termino de reír saco un sobre del bolsillo de su chaqueta y lo puso sobre la barra.

—Recogí el correo. —dijo.

—¿Alguna novedad? —

—Yo creo que sí. —

Lo mire con los ojos entre cerrados por el tono de voz sospechoso que utilizo. Camine hacia la barra y tome el sobre de gran tamaño que estaba doblado a la mitad, me sorprendió que estuviera pesado. Lo desdoble y mire el remitente.

—¿Dartmounth? Es broma, ¿No? —pregunte incrédula.

—Estoy seguro de que te aceptaron, se mira igual al que me dieron. —dijo.

—¿Te atreviste a mandar la solicitud cuando ya te había dicho que no? —dije molesta.

—Antes de que te enojes. —dijo levantando las manos para que me calmara. —Lo siento, sé que me pase, pero solo quería que supieras de lo que eras capaz. Y quiero que sepas que respeto tu decisión de ir a Alaska. No interferiré a menos que tú me lo pidas. —dijo.

Me imagine la alegría de mis padres al saber que tenía una oportunidad de ir a una universidad como Dartmounth. Mi padre estoy segura de que saldría gritando a la calle super feliz y mi madre no lo dudo y hasta se ponga a comentarlo a cada persona con la que se tope.

Suspire.

—{Bueno, el dinero no era problema.} —pensé.

—Solo piénsalo, cariño. —dijo Edward mientras se acercaba a mí y me abrazaba.

—Pero y el clima. —pregunte.

—Elina, ya sabes que por mí no te debes de detener, yo ya sabre que hacer. Solo…piénsalo, ¿Sí? —

—Está bien lo pensare. —dije derrotada.

Me dio una sonrisa deslumbrante.

—Hey. —dije dándole un manotazo en el pecho. —No he dicho que sí. —

—Lo sé, pero decir que lo vas a pensar ya es un avance. —dijo.

En ese momento se escuchó el sonido de la lavadora, indicando que tenía que poner el suavizante de telas, lo cual hizo que recordara algo.

—Acabo de recordar algo, ¿Si le puedes decir a Alice que hizo con la ropa que movió cuando limpio mi cuarto? No encuentro mi chamarra favorita por ningún lugar. —pregunte.

Me miro con confusión.

—¿Alice limpio tu habitación? —

—Supongo, es que cuando estaba limpiando mi cuarto me di cuenta de que me faltaba mi chamarra, una camisa roja y mis calcetines largos, le pregunte a mi madre si había movido algo pero ella me dijo que nadie entro a mi cuarto, así que supuse que ella lo hizo cuando vino a recoger mi almohada y ropa. —

Edward me siguió viendo extrañado durante un momento, y de proto se puso rígido.

—¿Cuándo te diste cuenta de que te faltaban cosas? —pregunto.

—Cuando volví de tu casa, ¿Por qué? —

—No creo que Alice tomara tu ropa ni tu almohada. Las cosas que se llevaron, ¿Eran cosas que te ponías…tocabas…o dormías con ellas? —

—Si, esa era mi chamarra favorita. ¿Por qué? ¿Qué pasa? —

Su expresión se tensó.

—Llevan tu olor…—

—Oh. —dije mirándolo a los ojos. —Entonces el visitante…—susurre.

—Está reuniendo rastros…evidencias…para probar que te encontró. —

—Pero… ¿Por qué? —

—No sé. Pero, Elina, te juro que lo averiguare. Lo hare. —dijo mientras me abrazaba.

—Se que lo harás. —dije recargando mi cabeza en su pecho.

Sentí como su teléfono vibro en su bolsillo.

Lo tomo y miro el número.

—Justo la persona con la quería hablar. —dijo y contesto. —Carlisle, yo…—guardo silencio cuando Carlisle comenzó a hablar. —Lo comprobare. Escucha…—

Le explico sobre las cosas que me faltaban, pero al contestar me pareció que Carlisle tampoco tenía idea de lo pasaba.

—Quizá debería ir…—contesto Edward, y la voz se le fue apagando mientras me miraba. —A lo mejor no. No dejes que Emmett vaya solo, ya sabes como es. Al menos dile a Alice que mantenga un ojo en el tema. Ya lo resolveremos después. —

Termino la llamada.

—¿Dónde está el periódico? —pregunto.

—Creo que en la sala, ¿Por qué? —pregunte.

—Quiero ver algo. —contesto.

Edward desapareció.

Estuvo de vuelta en un segundo con el periódico en las manos. Lo extendió en la mesa, y sus ojos repasaron con rapidez cada título. Se inclino por algo que llamo su atención y con un dedo marcaba lo más interesante.

—Carlisle tiene razón. Si…muy descuidado. ¿Joven o enloquecido? ¿O con deseos de morir? —murmuro para sí mismo.

Mire por encima de su hombro, el título de Seattle Times decía:

LA EPIDEMIA DE ASESINATOS CONTINUA.

LA POLICÍA NO TIENE PISTAS

NUEVAS.

Era casi igual al título que habíamos visto hace unas semanas, aunque no era la misma historia…los números de muerdes había aumentado.

—Todo está empeorando. —murmure.

Edward frunció el ceño.

—Están totalmente descontrolados. Esto no puede ser trabajo de un vampiro neófito. ¿Qué estará pasando? Es como si nunca hubieran oído de los Vulturis. Supongo que podría ser posible. Nadie les explica las reglas… así que… ¿Quién es su creador? —

—¿No se supone que los Vulturis intervienen en estas cosas? —

—Si, es de lo que normalmente ellos se hacen cargo, de aquellos inmortales que amenazan con exponernos a todos. Se que hace poco se hicieron cargo de una situación parecida en Atlanta, no creo que falte mucho para que ellos vengan e intervenga, a menos que encontremos la manera de controlar la situación. La verdad es que preferiría que no fueran a Seattle, quizá se les antoje darse una vuelta y venir a buscarte si están cerca. —

—¿Y qué podemos hacer? —pregunte preocupada.

—Necesitamos tener más información antes de hacer algo. Tal vez si logramos hablar con esos jóvenes podemos explicarles las reglas y razonar con ellos. —dijo frunciendo el ceño. —Hay que esperar a que Alice se haga una idea de lo que ocurre, no es buena idea avanzar sin conocimiento. Después de todo, no es responsabilidad nuestra. Lo bueno es que si estamos tratando con neófitos, tenemos a Jasper. —

—¿Jasper? —pregunte.

Me sonrió de manera misteriosa.

—Jasper es una clase de experto en vampiros recientes. —lo mire con confusión. —Le tendrás que preguntar a él, hay toda una historia detrás. —

Hice un puchero.

—Todo esto es un desastre. —

—Eso parece, nos cae de todo por todos lados, ¿Nunca te pusiste a pensar que tu vida sería más sencilla si no te hubieras enamorado de mí? —pregunto mientras me abrazaba.

—La verdad…no. —sonreí. —Aunque creo que la vida pensó que necesitaba algo de emoción. —

Me abrazo con más fuerza, me acaricio el pelo y me dio un beso.

—Elina, creo que deberías ir a la reserva, te servirá de distracción. Además si tu confías en los licántropos, yo no me preocupare por ellos, confió en tu juicio. —

—La verdad, si pensaba ir…a escondidas obvio, pero ya que tú estás de acuerdo. —sonreí inocente. —No es que estuviera esperando tu permiso, le iba a decir a mi Appa que me llevara. —

Suspiro.

—Ya sabía que tenías algo planeado. Aunque espero que no te molesten algunas precauciones. —dijo y guarde silencio para que comenzara a hablar. —Una, que me dejes dejarte cerca de la frontera. Y otra, es que tengas contigo tu celular, para que me puedas decir cuando recogerte. —

—Suena bien. —

—Excelente. —

Nos sonreímos y continuamos hablando de cualquier cosa en la sala.

Cuando llego mi padre del trabajo, le pedí permiso para ir al picnic nocturno en La Push. Mi padre no vio ningún problema en que asistiera. Al momento de decirle a Jacob que iría, casi me deja sorda del grito de alegría que soltó, estaba tan feliz que no le importo las medidas de seguridad de Edward. Prometió encontrarnos en la frontera entre ambos territorios a las seis.

Luego pensé que sería buena idea regresar la moto que me había llevado de la casa de los Black, así que le dije a Edward que tenía que devolver la moto que no era mía.

Cuando le dije pude ver en sus ojos un brillo que no pude identificar.

Nos subimos a su auto y manejo directo a su casa. cuando llegamos fuimos directo al garaje, al entrar me quede inmóvil viendo dos hermosas motocicletas a un lado de la vieja que había tomado "Prestada".

—¿Y eso? —pregunte apuntando las motos.

—Un regalo, supe que disfrutaste mucho cuando estabas practicando en La Push, así que decidí que si tú lo disfrutabas tanto, talvez pudieras disfrutar los dos juntos…si tú quieres. —dijo mientras se encogía de hombros.

—No creo poder estar a tu ritmo. —dije.

—Yo me adaptaría al tuyo. —dijo sonriendo.

—No suena justo, no te divertirías. —

—Bueno está bien, no te preocupes por ellas, de todos modos vi como Jasper y Rosalie las mirabas, creo que ya es hora de que disfruten otra forma de trasporte. — guardo silencio miro las motos y después dijo: —¿Me harías un favor? —

Asentí.

Fue detrás de una de las motos, saco un casco rojo y me lo dio.

—La seguridad ante todo. —dije sonriendo.

Me puse el casco para después acomodarme el pelo para que no me molestara en la cara.

—Y ¿Cómo me veo? —dije.

—Adorable. —sonrió.

—¿Hay algo más? —pregunté cuando lo vi sacar otra cosa negra detrás de la moto.

—Claro que la hay. —dijo mientras me enseñable una chaqueta de cuero negra.

—¡Oh por dios! Es mejor que la que me robaron. —dije dando saltitos de alegría.

Me quite la chamarra que tenía para ponerme la chaqueta.

—Se honesto ¿Cómo se me mira? —dije haciendo diferentes poses como si estuviera en una sesión de fotos.

Dio un paso atrás y me escaneo con la mirada.

—¿Entonces? —dije parando de hace poses.

—La verdad es que estas…sexy. —dijo sin dejar de escanearme.

Me reí.

—¿Enserio? —dije e hice una pose sexy.

—Muy sexy, en realidad. —

—Si me sigues diciendo eso me la voy a tener que poner todos los días. —dije para después decir. — A quien engaño estoy segura de que me la pondré todos los días… ¡Me encanto! —

—Solo no me gusta que ese casco me limite. —dijo.

—¿En qué? —pregunte.

—En besarte. —dijo mientras me quitaba el casco y me daba un beso.

Después de volverme a poner el casco, Edward me ayudo a sacar la motocicleta que había tomado "Prestada", me subí, la encendí y arranque no sin antes darle un guiño a Edward.

Conduje hacia la reserva con Edward a una distancia considerablemente lejos detrás de mí. Me gustaba sentir el aire en el rostro, me hacía sentir libre y la adrenalina se sentía demasiado bien.

Al doblar una curva a medio camino de La Push encontramos a Jacob reclinado contra el costado de su Volkswagen rojo. Su expresión era neutra. Frene a unos veinte metros de distancia, Jacob sonrió cuando me baje de la moto y me quite el casco.

Edward se estaciono a un lado de mí, se bajó de su auto y después me dijo:

—Llámame cuando quieras regresar a casa y vendré. —

Asentí.

—¿Ya tienes todo? —pregunto.

—Sip. —

Puse mi mejilla para que me diera un beso de despedida, pero el muy aprovechado me tomo del rostro y me dio un beso de esos que según el estaban fuera del límite que había puesto. Nos separamos cuando necesite aire y lo mire mal al saber lo que trataba de hacer.

Edward rio entre dientes.

—Adiós. —se despido. —¡Como amo esa chaqueta! —

Negué divertida por sus palabras y tomé la moto para empezar a empujarla hacia la frontera invisible en donde me esperaba Jacob.

—¿Y eso? —pregunto Jacob.

—No te diste cuanta que no es mía, venia devolverte lo que tome "Prestado" —

Asintió, para después mirar detrás de mi dónde estaba Edward, para que después una gran sonrisa se extendiera por su rostro. Corrió hacia donde yo estaba para ayudarme a sostener la moto, cuando sostuvo la moto con una mano y con la otra me tomo de la cintura para levantarme en un abrazo.

—¿Enserio, Jake?. —pregunte incrédula porque sabía que solo estaba provocando a Edward. —¡Ya maduren, chicos! —les grite a los dos cuando Jacob me bajo.

Negué con la cabeza.

—<Tontos inmaduros, ni que fuera un trofeo o una cosa, solo les falto hacerme pipi encima para marcar territorio. Malditos hijos de la...> —dije en coreano para después quitarle la moto a Jacob, subirme a ella y comenzar a manejar hacia su casa dejándolo atrás.