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Diecisiete. La promesa.

Pensar en <Mis angelitos>, hizo que ya no pensara en otra cosa que no fuera ellos.

—Cuéntame de ellos. —dije entusiasmada. 

—No hay nada como ellos. —dijo con devoción.

Sonreí.

—Ya quiero conocerlos. —dije mientras lo jalaba para ir más rápido. —¿A quién se parecen? —

—Mitad y mitad. —

—Tienen sangre caliente. —recordé.

—Si, les late el corazón, aun que va un poco más rápido que el de los humanos. Su temperatura es algo más alta de lo normal, también. Y duermen. —

—¿Enserio? —

—Bastante bien, para un par de recién nacidos. Somos los únicos padres que no necesitan dormir y nuestros hijos ya duermen toda la noche. —soltó una risita.

Me gustaba como decía "Nuestros hijos", lo decía con tanto amor.

—Soo tiene exactamente el mismo color de tus ojos… así que eso no se ha perdido, menos mal. —sonrió. —Y Mi tiene el mismo color de mis ojos cuando era humano, iguales a los de mi madre. —volvió a sonreír pero esta vez con nostalgia.

—Han de ser hermosos. —dije tratando de imaginarlos. —¿Y la parte vampiro? —

—Su piel parece tan impenetrable como la nuestra. Aunque no hay nadie que quiera probar si es así. —

Lo mire sorprendida.

—Nadie se atrevería. —aseguro. —Su dieta… bueno, prefieren beber sangre. Carlisle continúa intentando persuadirlos para que beban formula preparada para bebés, pero ellos no tienen mucha paciencia para eso, en especial Soo. No puedo culparlos, eso huele horrible, incluso para ser comida humana. —

Hice una mueca de confusión.

—¿Persuadirlos? —pregunte.

—Son inteligentes, de una forma sorprendente y van progresando a un ritmo demasiado rápido. Aunque no hablan todavía, se comunican de una manera bastante eficaz. —

—¿Cómo que todavía no hablan? —pregunte.

Hizo disminuir el ritmo de nuestros pasos para que pudiera asimilar bien sus palabras.

—¿Qué quieres decir con que se comunican de forma eficaz? —

—Creo que eso lo tiene que ver por ti misma. Es sorprendente. —dijo.

Había muchas cosas que necesitaría ver con mis propios ojos.

—¿Por qué Jacob y los chicos siguen aquí? —pregunte. —¿Por qué se lastima de esta manera? —

—No sé, lastima. —dijo con un tono raro de voz. —Aunque ya quisiera poder cambiar eso. —termino diciendo entre dientes.

—Hey. —lo regañe. —Él ha hecho mucho por nosotros, ha pasado por muchas cosas. No merece seguir sufriendo. —

—Ya verás porque lo digo. Le prometí a él y a Leah que dejaría que se explicaran, pero estoy seguro de que lo veras de manera similar a como yo lo veo. Bueno, eso supongo yo, me sorprendes de tantas formas que ya no sé cómo reaccionaras. —

—¿Explicar, que cosa? ¿Leah que tiene que ver? pensé que ella nos odiaba. —pregunte.

Edward negó.

—Se los prometí. Pero en realidad no se si les debo algo…—

Apretó los dientes.

—No entiendo nada. —hice un puchero.

Me tomo de las mejillas, me miro con ternura y me dio un beso en los labios. La ola de deseo volvió a mi cuerpo.

—Es más duro para ti de lo que muestras. Lo recordare. —

—No me gusta estar tan confundida. —

—Lo sé. Así que es mejor que regresemos para que puedas ver todo por ti misma. —

Se quedo mirando mi vestido roto, sonrió de lado y negó la cabeza. Se quito la camiseta blanca y me la paso por los hombros para poder ponérmela.

—¿Tan mal me miro? —pregunte.

—Todo lo contrario. —me sonrió coqueto. 

Me puse la camiseta y el me ayudo a abrocharla.

—¿Una carrerita? —le pregunte. —Pero nada de dejarme ganar. —le dije apuntándole con un dedo.

—A la línea de salida…—dijo.

El recorrido de regreso a la casa fue mucho más fácil. Nuestro olor había dejado un rastro claro y fácil de seguir, incluso a la velocidad en la que estábamos.

Edward llego primero que yo al rio, pero yo aproveche mi nueva fuerza para poder saltar primero para adelantarlo.

—¡En tu cara! —dije cuando mis pies tocaron primero el piso.

Cuando Edward aterrizo a mi lado me di cuenta de un sonido fuerte y constante que estaba muy cerca de nosotros. El sonido del latido de un corazón.

Edward tomo mis brazos.

—No respires. —me dijo con urgencia.

Rápidamente retuve la respiración con un poco de pánico. Me gire para poder ver de dónde provenía el sonido.

Jacob estaba en la línea donde el bosque tocaba el prado de los Cullen, con los brazos cruzados sobre el cuerpo y la mandíbula apretada con fuerza. Detrás de él entre los arbustos pude escuchar el sonidos de un corazón más.

—Ten cuidado, Jacob. —advirtió Edward. —Quizá esta no sea la mejor manera…—

—¿Crees que es mejor que se acerque primero a los bebés? —lo interrumpió Jacob. —Es más seguro ver como Elina se comporta conmigo. Yo me curo rápido. —

¿Enserio él pensaba que sería capaz de lastimar a mis propios hijos? Me sentí lastimada por ese pensamiento.

—Es tu cuello lo que te juegas. —dijo severo Edward.

Mire a Jacob y el me regreso la mirada con la sonrisa que siempre me daba, pero esta vez había algo diferente en sus ojos.

—Tengo que decirlo, Elina. Eres un verdadero espectáculo para frikis. —

Sonreí.

—Cuidado con lo que piensas, chucho. —

El viento soplo y pude tomar rápidamente aire limpio.

—Déjalo, tiene razón. Son los ojos ¿No? —pregunte.

—Son espeluznantes, pero no te miras nada mal a como pensé que te verías. —

—Oh, gracias. Es todo lo que una chica quiere escuchar. —dije con sarcasmo.

Rodo los ojos.

—Sabes a lo que me refiero. Aun pareces tu misma, bueno…más o menos. No esta tan mal el aspecto que tienes a un pareces Elina. No creía que me sintiera como si siguieras estando aun aquí. —me sonrió y después se hecho a reír. —Supongo que tendré que acostumbrarme a los ojos. —

—¿Seguro? —pregunte confundida. Era bueno saber que aun éramos amigos pero no sabía que él quería pasar tanto tiempo rodeado por vampiros.

Su sonrisa se borró y me miro con ¿Culpa? No estaba segura. Miro a Edward.

—Gracias. No estaba seguro si serias capas de callar. —dijo Jacob.

—No pierdo la esperanza de que se enoje tanto que les quiera arrancar la cabeza. —

—{¿Qué? ¿A quién más?} —pensé.

—Ya díganme que es eso que me ocultan. —exigí.

—Te lo diré más tarde. —dijo Jacob y rápidamente cambio de tema. —Primero, que empiece el espectáculo. —comenzó a caminar hacia mi lentamente.

Un lobo que pude identificar como Seth salió por los arbustos siguiendo a Jacob.

—Seth, no es necesario que estés tan cerca. —dijo Jacob. —Vamos hermano, aléjate un poco. —

Seth no le hizo caso y siguió caminando pero con más lentitud.

Se puso tan cerca que pude sentir el calor de su cuerpo. La garganta me comenzó a arder.

—Vamos, Elina, pórtate mal. —

—Agárrame fuerte. —le dije a Edward mientras me pegaba más a su pecho.

Sus manos se aferraron a mis brazos.

Nerviosa aspire un poco preparándome para correr lejos si es que me descontrolaba. Dolió un poco pero mi garganta ya ardía de todas formas. Jacob no olía tan humano como uno pensaría. Había un toque animal en su sangre que me repelía automáticamente. Aunque el sonido húmedo, fuerte, de su corazón resultaba atractivo, el olor que lo acompañaba me hizo arrugar la nariz. En realidad su olor me facilitaba el suavizar mi reacción al sonido y calor de su sangre.

Solté el aire y me relajé.

—Wow, veo que nada ha cambiado, apestas Jacob. —

Edward comenzó a reír a carcajadas, dejo de tomarme por los brazos para pasar por mi cintura. Seth ladro de una forma que parecía que también estaba riendo. Escuché una risa que pude identificar perfectamente como la de Emmett y supe que los demás también estaban atentos a lo que pasaba.

—Mira quien lo dice. —dijo Jacob y se apretó a nariz.

—Bueno, ¿Ya me van a decir cuál es el gran secreto? —

Jacob se puso nervioso.

—No es algo de lo que tengas que preocuparte ahora. —dijo.

Volví a escuchar la estruendosa risa de Emmett, como si estuviera esperando para que me dijeran el gran secreto.

Quería saber cuál era el gran secreto, pero mientras escuchaba a Emmett también percibí a los otros. La respiración de nueve personas. Dos de las respiraciones iban con mayor rapidez a la de los otros. Había tres corazones latiendo pero solo dos iban de forma más rápida.

Me distraje. <Mis angelitos> estaban al otro lado de aquella ventana. No podía verlos por el reflejo pero sabía que ahí estaban.

—Soo…Mi. —susurre.

—Ven, vamos a verlos. —murmuro Edward. —Se que lo harás muy bien. —

—¿Estarás conmigo? ¿Me ayudaras? —le pregunte.

—Claro que sí. —

—¿También Emmett y Jasper…? solo para estar seguros. —

—Cuidaremos de ti, corazón. Ninguno de nosotros pondría en peligro a Soo y a Mi. Estarán totalmente a salvo, no importa lo que pase. —

Sonreí, ya quería verlos. Di un paso hacia adelante pero Jacob me intercepto con la cara llena de preocupación.

—¿Estás seguro chupasangre? —dijo Jacob casi suplicante. Nunca lo había escuchado hablarle a Edward de esa manera. —Esto no me gusta, quizá debería esperar…—

—Ya has tenido tu prueba, Jacob. —lo interrumpió Edward.

—{¿Fue idea de Jacob?} —pensé.

—Pero…—empezó a decir.

—Pero nada. —dijo tajante Edward. —Elina necesita ver de inmediato a nuestros hijos. Quítate ya. —

Jacob me dio una mirada extraña y se echó a correr hacia la casa.

Edward gruño.

No entendía nada de la actitud de Jacob, pero lo deje de lado para enfocarme en <Mis angelitos>. Intentaba recordar sus rostros, pero mis memorias humanas eran borrosas.

—¿Vamos? —pregunto dulcemente Edward.

Asentí nerviosa.

Me tomo de la mano y me llevo al interior de la casa.

Me esperaban en una línea que era a la misma vez amigable y defensiva. Rosalie y Esme estaban varios pasos detrás de los demás cerca de la puerta principal. Estaban con Leah y luego se les unió Jacob, que se colocó delante de ellas al igual que Leah, estaban más cerca de lo normal. No había nada casual ni cómodo en esa cercanía por el contrario, Leah, Jacob y Rosalie parecían encogerse ante esa proximidad. 

Dos pequeños se inclinaban en los brazos de Rosalie y Esme intentando ver algo alrededor de Jacob y Leah. De inmediato captaron toda mi atención, todos mis pensamientos, de una manera que nada había conseguido desde el momento en que abrí los ojos.

—Pero ¿No tienen solo dos días? —pregunte.

Los bebés recostados en los brazos de Rosalie y Esme parecían tener semanas, no, meses. Eran dos veces más grandes que los bebés que recordaba y alzaban su torso con facilidad mientras se estiraban hacia mí. Los cabellos color cobrizo de mi pequeña Young Mi caían más allá de sus hombros y los de mi pequeño Young Soo eran cortos iguales a los de su padre. Sus ojos chocolate y esmeralda me examinaban con un interés que tenía muy poco de infantil. Con un aire adulto, consciente y lleno de inteligencia. Alzaron una mano, moviéndola en mi dirección durante un momento, pero luego Soo miro a Mi la cual le devolvió la mirada y asintió, cosa que me sorprendió, y luego Mi volteo a mirar a Rosalie. 

Si sus rostros no fueran tan asombrosos en su belleza y perfección, no me habría creído que eran los mismos bebés. <Mis angelitos>. Pero algunos de los rasgos eran los de Edward y como había dicho, Soo tenía los ojos del mismo color que yo y Mi igual que el cuándo era humano. Eran nuestros.

Rosalie acaricio la mejilla de Mí y murmuro.

—Si, es ella. —

Los ojos de <Mis angelitos> se fijaron en mí y como lo hicieron el día de su nacimiento, me sonrieron mostrando una fila de pequeños dientes blancos,

Con alegría en mi interior di un paso hacia ellos.

Todos se movieron a gran velocidad.

Emmett y Jasper se posicionaron justo enfrente de mi con las manos preparadas. Edward me sujeto por detrás con brazos tensos. Incluso Carlisle se movió para cubrirme, mientras Rosalie y Esme retrocedían hacia la puerta, con los brazos tomando firmemente a mis hijos. Jacob y Leah se movieron de forma protectora delante de ellos.

Alice fue la única que se quedó en su lugar y yo…yo solo los mire confundida.

—Oh, vamos, no les va a hacer nada. Solo los quería ver de cerca. —

Alice tenía razón. Estaba bajo control. Me habían sujetado para nada, porque su olor no era en absoluto igual que el de los humanos del bosque. La tentación no se le podía comparar. Las fragancias de Soo y Mi equilibraba perfectamente el olor del más hermoso de los perfumes con el de la comida más deliciosa. Había suficiente del dulce aroma vampírico para que camuflara la parte humana. 

Podía manejarlo. 

—Estoy bien, pero manténganse cerca solo por si acaso. —dije.

Jasper se me quedo viendo, analizando mi aura emocional, pero yo estaba firmemente calmada. Sentí como Edward liberaba mis brazos.

Cuando ellos escucharon mi voz, <Mis angelitos> demasiado listos para su edad, lucharon por irse de los brazos de Rosalie y Esme, mientras se extendían en mi dirección. Sus hermosos rostros mostraban impaciencia.

—Jazz, Em, déjenla. Elina puede con esto. —dijo Alice.

Jasper negó y volteo a ver a Edward.

—Edward, el riesgo…—comenzó.

—Es mínimo. Escucha, Jasper, cuando estábamos de caza, captó el olor de unos excursionistas que se encontraban en el lugar equivocado y la hora inoportuna... —

Oí cómo Carlisle tragaba aire con una inspiración de asombro. A Jasper se le pusieron los ojos como platos pero asintió ligeramente como si las palabras de Edward hubieran respondido todas sus preguntas. La boca de Jacob se torció en una mueca disgustada. Leah me miro con el ceño fruncido y con disgusto. Emmett se encogió de hombros. Rosalie mostró aún menos interés que su compañero ya que estaba intentando sujetar a Mí que luchaba en sus brazos. El rostro de Esme se llenó de pronto de un interés cariñoso mezclado con compasión mientras que al igual que Rosalie intentaba sujetar a Soo.

La expresión de Alice me dijo que a ella no la engañaba. Sus ojos entrecerrados estaban concentrados con intensidad en mi camisa prestada, parecía más preocupada por lo que le había hecho a mi vestido que por ninguna otra cosa. 

—¡Edward! —lo regaño Carlisle. —¿Cómo has podido ser tan irresponsable? —

—Ya lo sé, Carlisle, ya lo sé. Simplemente me he comportado como un estúpido. Debería haberme tomado mi tiempo para comprobar que estábamos en una zona segura antes de dejarla suelta. —

—Edward. —dije intentando decirle que no era su culpa.

—Tiene toda la razón del mundo para reñirme, corazón. —dijo con una mueca. —He cometido un gran error. El hecho de que tú hayas mostrado más fortaleza que nadie que haya conocido no lo cambia. —

Alice puso los ojos en blanco. 

—Un chiste de buen gusto, Edward. — 

—No es un chiste. Le estaba explicando a Jasper por qué sé que Elina puede controlarse con esto. No es culpa mía que todos se hayan precipitado en sus conclusiones. —

—Espera. —lo interrumpió Jasper sorprendido. —¿Ella no cazó a los humanos? —

—Empezó a seguirlos. —sonrió Edward. —Estaba concentrada por completo en la caza. — 

—¿Y qué ocurrió? —pregunto Carlisle. 

Edward se inclinó hacia él, animado. 

—Me escuchó ir detrás de ella y reaccionó a la defensiva. Tan pronto como mi presencia interrumpió su concentración, la abandonó bruscamente. Nunca había visto nada igual. Se dio cuenta de lo que estaba pasando... y entonces, contuvo el aliento y huyó. —

—Wow. —comentó Emmett, —¿En serio? —

—Olvidas que te gruñí y casi te ataco. —dije 

—¿Y no le diste un par de buenos golpes? —me preguntó Emmett con alegría. 

—Casi, pero no. —conteste. 

—¿No? ¿De verdad no? ¿De verdad no lo atacaste? —

—No, Emmett, no. — 

—Ah, qué lástima. —dijo decepcionado. —Eres la única persona del mundo que podría haberlo conseguido, porque no podría evitarlo. Además tenías una excusa perfecta. —suspiró. —Me muero por ver cómo le haría sin esa ventaja. —dijo mientras se tocaba la frente.

Negué.

El ceño fruncido de Jasper captó mi atención, parecía incluso más molesto que antes. 

Edward le dio un empujo en el hombro a Jasper con burla. 

—¿Te das cuenta de lo que quiero decir? —

—Esto no es natural. —bufó Jasper. 

—Podría haberse ido contra ti... sólo tiene horas. —le reprendió Esme. —Oh, deberíamos haber ido contigo. — 

Yo no estaba prestando mucha atención seguía mirando a los preciosos bebés que estaban al lado de la puerta, todavía pendientes de mí. Sus pequeñas manos se alzaban hacia mí como si supieran exactamente quién era yo. De forma automática las mías se alzaron también imitando las suyas. 

—Edward. —le dije inclinándome hacia un lado para verlos mejor. —¿Por favor? — 

Jasper tenía los dientes encajados con firmeza y no se movió. 

—Jazz, esto no es nada parecido a lo que hayas podido ver antes. —le comentó Alice en voz tranquila. —Confía en mí. — 

Sus ojos se encontraron durante un breve segundo y después Jasper asintió. Se apartó de mi camino pero puso una mano sobre mi hombro y me siguió mientras avanzaba lentamente. 

Pensaba cada paso antes de darlo, analizando mi estado de ánimo, la quemazón de mi garganta y la posición de los demás a mi alrededor. 

Y entonces los bebés que estaba en los brazos de Rosalie y Esme, luchando y lanzando los brazos en mi dirección todo el tiempo mientras sus expresiones se mostraba cada vez más irritada, soltaron un chillido agudo. Todo el mundo reaccionó como si nunca hubieran escuchado sus voces antes. 

Se reunieron a su alrededor en un segundo dejándome allí sola, de pie, paralizada en mi lugar. El sonido del llanto de Soo y Mi me atravesó, clavándome al suelo. Los ojos me picaban de la manera más extraña, como si quisiera llorar. 

Parecía como si todo el mundo quisiera consolarlos.

—¿Qué tiene? ¿Qué pasa? —

Las voces de Leah y Jacob era la que sonaba más alta. Sus voces se escuchaban todas llenas de ansiedad. Mire asombrada y preocupada como Jacob tomaba a Mi de los brazos de Rosalie y Leah tomaba a Soo de los brazos de Esme. Ellas no mostraron objeción, solo Rosalie se mostró irritada pero no hiso nada.

—No, están bien. —aseguro Rosalie.

—{¿Rosalie dándole explicaciones a Jacob y Leah?} —pensé extrañada.

Mi y Soo se fueron a sus brazos sin objeción. Pude ver como otra vez Soo y Mi se miraban y luego Mi miraba a Jacob, para luego estirarse otra vez en mi dirección.

—¿Lo ven? —les dijo Rosalie. —Solo quieren a Elina. —

—¿Quieren venir conmigo? —pregunte. 

Los ojos de <Mis angelitos> mostraron impaciencia.

Edward fue a mi lado.

—Te han estado esperando por casi tres días. —dijo.

Ahora estábamos a unos cuantos pasos de ellos.

Pude ver como las manos de Leah y Jacob se sacudían conforme yo me acercaba. A pesar de eso ellos permanecieron con el rostro sereno.

—Jake, Leah…estoy bien. —les dije.

Me asustaba ver a Soo y Mi en sus brazos temblorosos, pero me mantuve bajo control.

Me miraron mal, con los ojos entrecerrados como si temieran dejarlos en mis brazos.

Mi volvió a sollozar con impaciencia y Soo volvió a soltar un chillido y pude escuchar que algo se rompía a mis espaldas pero no le puse atención.

Ellos querían que los cargara.

Estire los brazos para colocar de un lado a Soo y después colocar del otro lado a Mí, acurrucándolos en mi pecho.

Parecían no importarles la frialdad de mi piel. Alzaron la mirada y me sonrieron de nuevo, mostrando sus pequeños dientes. Entonces mire a Mi a los ojos. Todos parecieron en ese momento en guardia, esperando mi reacción.

Solté un jadeo, estaba aturdida y asustada por la extraña y alarmante imagen que llegaba a mi mente. Lo sentía como un recuerdo muy fuerte, tanto que parecía que lo miraba atreves de mis ojos mientras lo miraba en mi mente.

Además de ser extraña y desconocida, la imagen tenía algo mal ya que podía reconocer mi propio rostro en ella, mi rostro humano, pero la veía desde fuera. Comprendí con rapidez, que estaba viendo mi rostro como si fuera un reflejo. 

El rostro de mi recuerdo estaba destrozado, cubierto de sangre y sudor. A pesar de ello mi expresión era la de una sonrisa de adoración. Mis ojos marrones relucían sobre unos profundos círculos. Entonces, la imagen se agrandó y me pude ver desde dos ángulos diferentes. Después mi rostro se acercó desde un punto de vista desconocido, y luego se desvaneció abruptamente.

Deje de mirar los ojos esmeraldas de mi bebé, mirándola con asombro. Iba a preguntar que había sido eso cuando siento como un mechón de mi pelo se levanta lentamente llamando mi atención. Abrí los ojos como platos, totalmente asombrada y luego sentí como Soo tocaba mi rostro para llamar mi atención y me sonreía.

—¿Qué…ha sido…eso? —dije sin aliento.

—¿Qué es lo que viste? —me pregunto Rosalie curiosa. —¿Qué te mostro? —

—¿Ella fue? —susurre. —¿Y que fue eso con mi pelo? —

—Te dije que eran sorprendentes. —murmuro en mi oído Edward.

—¿Qué te mostro? —pregunto Jacob.

—A mi…creo. Pero me miraba horrible...y desde dos ángulos. —

—Te ha mostrado el único recuerdo que tienen de ti. —explico Edward. —Quieren que sepas que ya saben quién eres y que tienen una conexión contigo. —

—¿Pero cómo…? —dije señalando mi cabeza y el mechón de pelo que se levantó de la nada.

—¿Cómo puedo escuchar yo los pensamientos de otros? ¿Cómo ve Alice el futuro? —pregunto Edward para luego encogerse los hombros. —Ellos tienen un don. —

—Son muy interesantes. —dijo Carlisle. —Ella puede influenciar en la mente, y él en lo físico. —

—Sorprendente. —sonreí y miré a <Mis angelitos>. —Yo también los recuerdo. —sonreí y les di un beso en la nariz a cada uno.

—Está bien. —murmuro Alice a Jasper, creo.

—¿No hemos hecho ya suficientes experimentos en un día? —hablo por primera vez Leah.

Jacob asintió.

—Es cierto que Elina lo ha hecho bien pero no llevemos las cosas demasiado lejos. —

Los mire con irritación.

—¿Cuál es su problema? —pregunté, no, exigí.

Acune a mis bebés contra mi pecho. Ellos dieron un paso hacia mi dirección.

Edward le gruño en advertencia.

—No los hecho a la calle porque lo entiendo, pero Elina lo está haciendo extraordinariamente bien, así que no le arruines el momento. —advirtió Edward.

—Y yo le ayudare a echarlos, chuchos. —prometió Rosalie enojada para voltear a ver a Jacob. —Te debo una buena patada. —

Les eché una mirada molesta a las ansiosas expresiones casi enfadadas de Jacob y Leah. Jacob tenía los ojos clavados en el rostro de Mí y Leah en el de Soo. Con todo el mundo apretado a su alrededor. Debían estar en contacto físico con al menos seis vampiros diferentes en ese momento, pero eso ni siquiera parecía molestarles. 

¿De verdad estaban dispuestos a pasar por todo esto sólo para protegerme de mí misma? ¿Desde cuándo le caía bien a Leah? ¿Qué habría ocurrido durante mi transformación? 

Me rompí la cabeza sobre ese asunto, observándolos mirar a mis hijos. Mirándolos como si fueran un ciego que viera el sol por primera vez.

<¡No! > —dije.

Los dientes de Jasper se juntaron y los brazos de Edward se cerraron a mi alrededor. Jacob y Leah habían sacado a Mí y a Soo de mis brazos en el mismo segundo y yo no intenté retenerlos. Porque lo sentí venir, el ataque que todos ellos habían estado esperando.

—Rose, Esme. —dije entre dientes. —Llévense a Soo y a Mi. —

Rosalie y Esme extendieron sus brazos, y Jacob y Leah les pasaron a mis hijos sin dudarlo.

<Edward no quiero hacerte daño así que suéltame, por favor.> —dije en coreano.

Me miro dudoso.

<Ve y ponte delante de Soo Mi.> —dije.

Lo pensó un momento y después me dejo ir.

Me incliné hasta estar en posición de ataque y di dos pasos lentos hacia Jacob y Leah.

<Ustedes… ¡No!> —rugí.

Retrocedieron y Jacob intento razonar conmigo.

—Ya sabes que es algo que no podemos controlar. —

<¡¿Como se les ocurre?! ¡Son mis bebes!> —grite.

—Elina, no entiendo lo que dices. —dijo Jacob mientras caminaba de espadas junto con Leah hacia la puerta principal. —¡No ha sido idea nuestra! —

—Si. —dijo Leah —Yo ni sabía que era posible. —

—Solamente los he tenido una vez en mis brazos y ¿Ya se creen con derecho a no sé qué estúpida reclamación lobuna? ¡Son míos! —

—Podemos compartir, ¿No? —dijo Jacob suplicante mientras caminaban por el prado.

—¡Ja! Paga. —pude escuchar decir a Emmett a mis espaldas.

No le hice caso y seguí mirando a Jacob y Leah.

—¿Cómo se les ocurre imprimarse de mis bebes? ¿Están locos? —

—¡Fue involuntario! —grito Leah.

En ese momento un enorme lobo los acompaño, mirándome con cautela.

—Elina, escúchame solo un momento. —suplico Jacob.

—¿Por qué debería? —dije entre dientes.

—Tu dijiste que todo llega en su momento, dijiste que éramos mejores amigos, como familia. Es lo que deseabas. —

Lo miré con furia y solté un gruñido.

—E intentas ser parte de mi familia ¡Como mi yerno! —grite.

Emmett comenzó a reír.

—Edward, detenla. —murmuro Esme. —Se sentirá mal si alguien sale lastimado. —

—No, no, nada de eso. —dijo Leah. —Así no es como los miramos. —

—¿Crees que Edward nos dejaría vivir tanto si eso fuera así? Todo lo que queremos para ellos es que estén a salvo y sean felices, ¿Tan malo es eso? —dijo esta vez Jacob.

Solté un gruñido más fuerte.

—¿A que es maravillosa? —oí que murmuro Edward.

—No se les ha lanzado ni una sola vez. —dijo esta vez Carlisle sorprendido.

—Está bien, tu ganas. —refunfuño Emmett.

—Huyan mientras puedan. —amenace mientras me daba la vuelta y comenzaba a caminar hacia la casa.

—¡Vamos, Elina! Si le caigo muy bien a Minnie. —dijo Jacob.

Pare en seco.

—¿Qué dijiste? —dije dándome vuelta lentamente para mirarlo con el ceño fruncido. Leah se alejó lentamente de él. —¿Cómo le has dicho? —

Camine lentamente hacia él.

—B-bueno…es q-que…—comenzó a tartamudear mientras se alejaba lentamente de mí. 

Y me le lance hecha una fiera directo a la garganta.