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Dieciséis. La encrucijada del destino.

Nos encontrábamos Momo y yo en una reunión con el concejo de los cinco, los generales de mayor rango en Ba Sing Se, para ver cuales iban a ser las tácticas militares que emplearemos el día de la invasión a la Nación del Fuego.

—El ataque será dirigido desde la base del general Fong. —explico el general How. —Exactamente en dos meses el ejercito invadirá a la Nación del Fuego por mar y por tierra en el día del sol negro. —

Entonces Momo se lanzó hacia las fichas que el general estaba moviendo a la hora de su explicación.

—O podemos enviar a Momo para que acabe con ellos. —comencé a reír pero al ver la mirada que me dieron los generales y dejé de hacerlo. Carraspeé y tomé a Momo. —Lo siento. —

—Solo falta la autorización del Rey para poder ejecutar el plan. —el general saco un pergamino y con tierra control me lo paso.

—Se lo entregare de inmediato. Gracias, general How. —hice una leve reverencia con mi cabeza y salí de ahí.

Camine hacia el palacio para poder entregarle personalmente el pergamino al Rey Tierra pero cuando iba a mitad de camino mire una tienda de té.

—¿Qué opinas, Momo? ¿Tomamos un té antes de ver al rey? —

El solo chillo y lo tomé como un si así que comencé a caminar hacia la entrada del establecimiento.

—Mesa para dos, por favor. —le dije a la chica que estaba en la puerta.

Estaba a punto de pasar cuando dos voces muy familiares me detuvieron en seco.

—¡Tío, necesito dos tés de jazmín, uno verde y uno de lichi! —grito Zuko.

—¡Los hago tan rápido como puedo! —grito Iroh el tío de Zuko.

—{Oh no.} —pensé. —{La Nación del Fuego logro infiltrarse.} —

Salí corriendo rumbo al palacio para dar aviso lo más rápido que pude. En poco tiempo ya me encontraba en la sala del trono y por suerte Suki y las guerreras Kyoshi estaba ahí.

—Que…bueno que…estas aquí, Suki. —dije cansada mientras tomaba un poco de aire. —Ha pasado algo terrible la Nación del Fuego se infiltro en la ciudad acabo de ver al príncipe Zuko con su tío hay que…—me interrumpí a mí misma.

Mire bien a Suki, por venir a prisas no la había mirado bien.

Su aura era diferente, era igual a la de…

—Azula. —dije al reconocerla.

—Creo que hoy es mi día de suerte. —sonrió. —Chicas. —

Momo salió volando mientras daba un chillido.

Ty Lee salto dando una voltereta e intento bloquear el chi de mi brazo pero la aleje con una rafa de aire. Luego llego Mei lanzando sus dagas que pude esquivar al congelarlas pero al distraerme con las dagas me di cuenta demasiado tarde que tenía a Ty Lee detrás y logro paralizarme haciendo que cayera al piso.

—Así que Zuzu está en la ciudad, podríamos tener una reunión familiar. —escuche que dijo Azula. —Ty Lee, llévatela de aquí y retenla. —ordeno. —Ella atraerá al Avatar. —

Solo pude ver como Ty Lee me iba arrastrando por un pie hasta una habitación y me encadeno a la pared.

—Bonita aura. —me dijo con una sonrisa y se fue dando saltos de ahí.

A los segundo pude sentir mi cuerpo y comencé a jalar de las cadenas que estaban en mis muñecas.

—¡Sáquenme de aquí! —comencé a gritar enojada. —¡Ya verán cómo les va a ir cuando logre salir de aquí, bola de idiotas! —

Intente conseguir agua del aire pero no tenía tanta movilidad como para poder hacerlo, intente congelar las cadenas pero eran demasiado gruesas. Intente mil maneras de poder salir de aquí pero ninguna funcionaba.

No sé cuánto tiempo paso pero un agente Dai Li llego, me quito las esposas para ponerme rápidamente unas de piedra y me arrastro mientras yo intentaba liberarme. Al poco tiempo ya me encontraba en una caverna llena de cristales verdes.

Camine intentando buscar una salida pero nada.

Entonces se abrió el túnel por donde me habían lanzado.

—Tienes compañía. —dijo un agente Dai Li.

Aventaron a alguien.

—Zuko. —dije con el ceño fruncido.

Se miraba diferente de como lo recordaba, tenía el pelo más largo y vestía ropas del Reino Tierra.

Se puso de pie, se fue a sentar a una parte de la caverna y me dio la espalda.

—¿Qué haces aquí? Estoy segura de que es una trampa. —dije a la defensiva. —¿Por qué otra cosa estarías aquí? Oh~…ya se, como ya tienen a la Ānníng solo esperan que Aang venga por mi para poder tenernos a los dos. —

No dijo nada.

—No sé qué tipo de personas sean en realidad, quien soy yo para juzgar pero por lo que he visto en este tiempo de ti es que quieres atraparnos a Aang y a mí. Somos los únicos con el poder suficiente para traer equilibrio al mundo. —dije enojada. —Pero a ti que te va a importar si eres el hijo del Señor del Fuego eso de ser mala persona y hacer todo con violencia está en su familia. —

Recordé como el Señor del Fuego Sozin había acabado con todos los Nómadas Aire hace cien años.

—No sabes de lo que estás hablando. —contesto él.

—¡¿Qué no se?! —grite enojada. —¡Estuve ahí cuando tu Bisabuelo Sozin destruyo toda una civilización! —suspiré y le di la espalda. —Esta guerra me quito mucho, me quito la posibilidad de ver a mi familia de nuevo. —contuve las lágrimas.

—Lo siento, es algo que tenemos más o menos en común. —dijo.

Lo mire. Se miraba triste.

—Perdón por gritarte. —me disculpe. —Pero es que desde que desperté y vi que tú eras el primero que nos quería capturar a Aang y a mí, siempre que me imaginaba a un enemigo siempre se me venía en mente tu rostro. —

—¿Mi rostro? Ya veo. —dijo algo triste tocando su cicatriz.

—N-no, no me refería eso. —dije rápidamente.

—Está bien, sabía que esta cicatriz me marcaba. La marca del príncipe desterrado condenado a perseguir al Avatar y al Ānníng para siempre pero ahora sé que tengo las armas para elegir mi propio destino aunque nunca me liberare de esta marca. —

—Tal vez puedas liberarte de ella. —dije pensando en una solución.

—¿Qué? —me miro sorprendido.

—Tengo poderes curativos y siendo la Ānníng son más fuertes que los de un maestro agua común. —

—Aunque seas la maestra agua más poderosa yo sé que las cicatrices no pueden sanar. —

Saque el frasco que el maestro Pakku me había dado.

—Esto es agua del estaque de los espíritus del Polo Norte tiene propiedades importantes y lo guardaba para algo importante, no sé si funciona pero podemos intentarlo. —

Asintió y cerró los ojos, así que toque su cicatriz para saber que tan profundo estaba el daño.

Pero justo en ese momento un estruendo se escuchó y la caverna se llenó de polvo.

El polvo se fue difuminando y pude ver a la persona que más quiero a unos pasos de mí.

—¡Aang! —grité, corrí para darle una fuerte abrazo y un beso. —Sabía que vendrías. —

—Tío, no lo puedo comprender, ¿Qué haces con el Avatar? —pregunto Zuko con el ceño fruncido.

—Salvándote no lo ves. —dijo obvio Aang.

Zuko se quiso abalanzar sobre Aang pero su tío lo detuvo, le susurro algo y nos volteó a ver.

—Vayan con sus otros amigos, ahorita los alcanzamos. —

Aang hizo una reverencia de respeto y comenzó a correr hacia el túnel que había hecho.

Miré a Zuko y a su tío por última vez y corrí detrás de él.

—¿Dónde están Katara, Sokka y Toph? —le pregunte pero en eso él se volteó e hizo un muro de piedra delante de nosotros.

Azula había llegado.

Salí de detrás del muro, agarré toda el agua que pude y con mucha fuerza se la lance, ella hizo algo con fuego y todo se llenó de humo.

Aang y yo nos pusimos a la defensiva.

Azula salto hacia nosotros y comenzó a lanzarnos bolas de fuego, Aang y yo nos protegimos con agua en lo que ella caía encima de un pilar de roca que Aang pudo derribar. Azula cayó en medio de los dos apuntándonos con sus manos.

Entonces una enorme bola de fuego cayó entre los tres.

Era Zuko.

Primero apunto a Azula, así que pensé que estaba de nuestro lado pero rápidamente esa idea salió de mi mente cuando ataco a Aang. Entonces Azula aprovecho y me ataco a mí.

Rápido desvíe su ataque hice una muralla de agua y se la lance, aproveche que se distrajo y tome agua y la puse en mis brazos creando tentáculos. Ella lanzo un ataque y retuve su brazo con un tentáculo, lanzó otro con el pie e hice los mismo. Así que tenía ahora retenido su brazo y piernas. La iba a lanzar lejos cuando llego Zuko y corto las líneas de agua que retenían a su hermana.

Azula se fue contra Aang y yo contra Zuko.

—¡¿No habías cambiado?! —grite enojada mientras chocaba uno de mis látigos de agua con su látigo de fuego.

—Creo que lo hice. —

Me lanzo una bola de fuego que pude eliminar fácilmente pero de repente ya tenía a los hermanos malvados peleando contra mí. Lo bueno fue que Aang llego a mi recate y los lanzo lejos de mi pero no puede prever fue que todos los agentes Dai Li llegaran. En poco tiempo ya estaba rodeada.

Tomé agua, la puse alrededor de mí y comencé a hacer tentáculos que me ayudaron a luchar contra ellos, al mismo tiempo que también les lanzaba ráfagas de aire para que se alejaran de mí.

Eran demasiados solo para que Aang y yo los combatiéramos. Está a punto de usar el estado Ānníng, era mi último recurso pero Aang se me adelanto y distrajo a todos.

Había conseguido dominar el estado Avatar.

Sonreí por su logro pero mi sonrisa cambio cuando Azula le lanzo un rayo justo en la columna y comenzó a caer.

Sentí un enorme dolor en el pecho, solté un grito desgarrador y las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.

Forme una enorme ola y la lance contra los agentes Dai Li que estaban a mi alrededor, una vez cubiertos de agua los congele para que no me estorbaran, hice otra y la monte hasta llegar donde Aang atrapándolo antes de que cayera al suelo.

Entonces una enorme ira inundo mi ser al verlo entre mis brazos inconsciente e indefenso.

El estado Ānníng se activó.

Azula y Zuko intentaron atacarme pero de un solo movimiento de manos los lance lejos de mí.

Tenía tanta ira en mi interior.

En ese momento llego Iroh, el tío de Zuko y se puso delante de nosotros. protegiéndonos.

—Ānníng Lin, tienes que controlarte y salir de inmediato de aquí. Yo los detendré. —

Abracé a Aang y salí del estado Ānníng.

Tome agua y nos impulse hacia una cascada y de ahí nos mande hacia arriba.

Una vez afuera me encontré con Sokka, Katara, Toph, el Rey Tierra, Bosco, Momo, y Appa.

Entre Sokka y yo subimos a Aang a Appa.

Appa emprendió vuelo y nos fuimos de ahí.

—¿Qué paso? — pregunto Katara.

No conteste.

Puse mi cabeza en su pecho para ver si seguía latiendo su corazón, quería corroborar que era mentira que su corazón no latía, solté un sollozo al ver que era verdad.

Ya no sentía esa conexión de antes.

—K-Katara, dame el a-agua de l-los espíritus. —dije rápidamente. —¡Rápido! —la apure desesperada mientras sollozaba.

Ella me la dio, saque mi frasco, active el estado Ānníng, saque el agua de las dos, voltee a Aang y puse el agua en su herida. Una vez hecho eso salí del estado y lo abracé esperando que comenzara a respirar.

—Vamos, vamos, respira, cariño. —susurre en su oído.

Escuché un suspiro y sonreí entre lágrimas.

Lo separe de mí, el me dio una sonrisa cansada y volvió a cerrar los ojos. Lo abrace.

—El Reino Tierra…ha caído. —dijo el Rey triste al igual que todos.