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TAKEUCHI

Acostado en la sala de su departamento, cubriéndose con una cobija de la que sobresalen sus pies, Hideyuki Takeuchi observa cómo su solicitud de préstamo es rechazada una vez más.

—¡Rayos!—

Takeuchi se agarra la cabeza y mira hacia el techo.

—¿Qué voy a hacer? El trabajo no me da para más—

Takeuchi busca en la galería de fotos de su celular una foto en particular. Encuentra la foto de su abuelo y él sonriendo en el jardín de su antigua casa. Takeuchi la mira en silencio, sin saber si lo que recorre por su mejilla es una lágrima o una gota de agua que cae del techo.

—No puedo rendirme— dice Takeuchi, sosteniendo el celular con fuerza.

Takeuchi sale de su departamento y se monta en su bicicleta. A punto de irse, una persecución policiaca llama su atención. El motociclista perseguido dispara hacia las patrullas sin reparo alguno, riéndose de ellos mientras se aleja.

Takeuchi reconoce el logotipo en la chaqueta del motociclista y suspira.

—Cazadores— menciona con desprecio. —Siempre causando problemas por la sangre especial—

Takeuchi agacha la mirada y toma con fuerza los manojos de la bicicleta.

—Aunque con lo que ganan, seguro que podría pagar todas las cuentas—

Takeuchi sale disparado con su bicicleta hacia el hospital.

En el hospital, visita a su abuelo y prepara sus medicamentos y un jugo de naranja.

—Servido— le dice a su abuelo con una sonrisa.

—Ya te dije que no hagas eso. Para eso están las enfermeras—

—Ay, abuelo. No es ninguna molestia. Deberías dejarte ayudar un poco—

Su conversación es interrumpida por la puerta de la habitación que se abre.

—¡Que bonita imagen!—

El doctor acomoda sus lentes y pone su mano sobre el hombro de Takeuchi.

—¡Doctor!—

Takeuchi desvía la mirada y entre risas, lo saluda.

—Que agradable verlo—

El doctor le devuelve la sonrisa. En sus manos sostiene una tabla de madera y una hoja con diferentes números.

—Sus números están estables y mejorando, Sr Takeuchi. Si seguimos así, pronto saldrá con veintidós en vez de ochenta—

El abuelo se ríe con la ocurrencia del doctor. El doctor aparta con delicadeza a Takeuchi afuera de la habitación.

Le entrega la hoja, siendo el recibo de lo que debe hasta la fecha.

Con un nudo en la garganta, Takeuchi mira al doctor. Este fija su mirada en él. Sus ojos caídos llenos de una profunda tristeza distan de la amabilidad que tuvo hace un momento.

—Lamento que sea así, pero ya no puedo seguir tratándolo si no pagas—

Takeuchi hace una reverencia.

—¡Por favor, se lo imploro! ¡Usted mismo lo dijo, se está recuperando!—

El doctor le entrega otra hoja. Al verla, la sangre de Takeuchi cae hasta sus pies.

—¿Q-que es esto?—

—Los números reales de tu abuelo. Los cambiamos por un paciente más joven. No muestra mejoría, y como sabrás el tratamiento para sanarlo por completo es muy costoso. Ya no podré seguir ayudándote—

Takeuchi se arrodilla y pone su cabeza sobre el suelo.

—Por favor. No lo deje ir, es todo lo que tengo. Deme más tiempo y le prometo que conseguiré el dinero. ¡Haré lo que sea!—

El doctor pone su mano sobre su mentón. Observa a Takeuchi con detenimiento e intriga.

—¿Lo que sea?—

El doctor esboza una ligera sonrisa.

—De acuerdo—

Takeuchi recupera el entusiasmo. Sus ojos brillan con intensidad y abraza al doctor con todas sus fuerzas.

—¡Muchas gracias, doctor! ¡Le juro que haré lo posible por conseguir el dinero!—

El doctor ve a Takeuchi marcharse deprisa por el pasillo. Esboza una leve sonrisa amigable.

—Espero grandes cosas de ti, Takeuchi. No vayas a defraudarme—

El doctor acomoda sus lentes una vez más.

Con el pasar de los días, Takeuchi investiga y se postula a diferentes empleos aparte del suyo, pero en ninguno logra ser seleccionado, y en su trabajo formal el aumento le es negado al ya haber pedido un préstamo antes.

Sumido en una espiral negativa, y sin ver salida al problema, Takeuchi camina por la calle con la mirada agachada, no importándole que la lluvia empape su camisa.

—¿Qué se supone que haga? Ya casi ha pasado una semana y no tengo dinero—

La depresión hace que rememore los momentos que ha pasado junto a su abuelo.

—Desde el accidente, él siempre se ha preocupado por mi. Yo quería hacer lo mismo, pero ni siquiera puedo encargarme de mis propios gastos. ¿Habrá pasado él por lo mismo? ¿Su sonrisa era una manera de fingir que todo estaba bien?

Takeuchi tensa su mandíbula y cruje sus dientes. Sus ojos se expanden y su respiración se agita.

—¡Este no puede ser el final! ¡No!—

Takeuchi frunce su ceño y sus ojos se inyectan de sangre.

—¡ME NIEGO A ACEPTARLO!—

Fastidiado, patea una lata con todas sus fuerzas, cayendo hasta un callejón oscuro. El sonido de la lata golpeando contra la pared altera a unos cuantos perros en los departamentos de arriba, quienes comienzan a ladrar.

Esto provoca que salga de su trance y cierre sus ojos. Avergonzado, pone sus manos sobre su rostro y comienza a llorar.

—Cómo se nota que la estás pasando mal—

Takeuchi se da la vuelta y ve que un sujeto con capucha y cubrebocas oscuro está justo frente a él.

—¡¿Quién eres?! ¡¿Vienes a robarme?!—

El sujeto guarda silencio. Takeuchi se irrita con su silencio y lo confronta.

—¡Anda, hazlo! ¡Es lo último que me falta! ¡Te aviso que no tengo nada de valor!—

El sujeto permanece en silencio y mete su mano al bolsillo de su chaqueta. Takeuchi se paraliza. Su pulso se acelera y respira con dificultad.

El sujeto saca lo que tenía en el bolsillo. Takeuchi se cubre, pensando en que iba a ser atacado. Al ver la hoja, queda perplejo.

—¿Y eso?— pregunta con desconfianza.

—La oportunidad para cambiar tu vida—

Takeuchi mira la hoja por unos breves pero inquietantes segundos. Acerca su mano lentamente, amagando con retroceder de vez en cuando. A punto de tomar la hoja, el sujeto lo toma del brazo y lo tumba al suelo.

—Duele, ¿cierto?—

Takeuchi intenta liberarse pero el sujeto logra someterlo. Con su rostro empapado y apoyado sobre la acera, Takeuchi se retuerce del dolor.

—No intentes resistirte. Solo empeorarás las cosas—

—¿Qué quieres de mi?—

—Ya te lo dije. Es una oportunidad, ¿pero en verdad crees que tienes lo que se necesita?—

El sujeto aprieta más fuerte el brazo de Takeuchi, quien grita de dolor.

—Apenas puedes defenderte. ¿No tienes nada por lo que luchar? ¿Dejarás que ante el mínimo problema, tus emociones te ganen?—

En ese momento, Takeuchi aprieta sus dientes y cierra los ojos.

—Claro que tengo algo por lo que luchar. ¡Claro que tengo a alguien que me importa!—

El sujeto escucha con atención a Takeuchi.

—¡No pienso fallarle! ¡No pienso dejarlo morir! ¡Y si no te quitas de mi camino, voy a-

El sujeto le quiebra uno de sus dedos de la mano. El dolor causa que Takeuchi se aguante las ganas de gritar.

—Acabar…contigo…—

El sujeto se mantiene callado. Tras meditarlo por unos breves segundos, el sujeto deja ir a Takeuchi.

Takeuchi se toma la mano. El sujeto apunta algo en la hoja y se da la media vuelta.

—¡Espera! ¡¿Eso es todo?! ¡¿Me atacas y luego te vas?!—

—Ya vi suficiente. Mañana tendrás una entrevista con quien me contrató—

—¿En dónde? ¡¿Y quién te contrató?! ¡¿Por qué yo?!

El sujeto se detiene y voltea a ver a Takeuchi.

—No me dijeron. Yo solo sigo órdenes—

Desconcertado, Takeuchi mira al sujeto desaparecer entre la neblina de la lluvia.

Al día siguiente, Takeuchi acude al hospital para visitar a su abuelo. En el elevador, medita sobre lo que le dijo el sujeto ayer.

—¿Qué habrá sido eso?—

El elevador se detiene en un piso diferente. Al abrirse las puertas, el doctor aparece frente a él.

—D-doctor—

—Pareciera que viste un fantasma— bromea.

Takeuchi se pone pálido y evita la mirada. El doctor presiona un botón para ir a un piso antes que donde está el abuelo.

—Pensé que no vendrías—

—B-bueno, no dejaría de visitar a mi abuelo solo por tener miedo, digo, porque lo quiero mucho—

—¿Lograste conseguir el dinero?—

—H-hoy tengo una entrevista, pero, no sé cómo explicarle—

—¿Una entrevista? Entonces siempre si viniste—

Takeuchi, confundido, voltea a ver al doctor. El doctor mantiene una sonrisa amigable frente a Takeuchi. En su mano, sostiene la hoja que el encapuchado le había ofrecido ayer, ondeándola de lado a lado como si fuera un juego.

—Bueno, ¿comenzamos?—