Solus encontró a Lith dentro de la torre, acostado en silencio en la cama con los ojos cerrados. El dolor que irradiaba, la frustración que quemaba su mente eran tan intensos que ella comenzó a llorar.
—Oh, dioses. Sabía que salir esta noche era un error. —Se deslizó bajo las sábanas, arrullándose junto a él y abrazándolo fuertemente—. Está bien, Lith. Ahora estoy aquí contigo.
—Nada está bien. —Había un tono ronco en su voz debido a su anterior grito—. He perdido todo y mi maldito núcleo de mana sigue fallándome.
—¿Qué quieres decir? —Preguntó Solus.
Lith estaba demasiado cansado y débil para hablar, así que fusionó parcialmente sus mentes para compartir con ella las noticias de Quylla sobre sus casas y los eventos en la Taberna.
—¡En el momento que encuentre a Haug en persona, voy a golpearlo! —Ella gruñó ante su definición de pelea amistosa—. ¿Por qué no me contaste sobre la subasta de tus propiedades?
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