—Eres mejor que esto, Orión. Si le das la espalda a tu hogar, perderás más que a tu hija, te perderás a ti mismo. Y lo lamentarías toda tu vida—. Salaark sacudió la cabeza.
—Al igual que lamentaría no intentar todo lo posible para salvar a mi Pequeña Flor. Daría mi vida por ella sin pensarlo dos veces. ¡Un padre no debería sobrevivir a su hija!— Orión dijo indignado.
—Tus palabras no han caído en oídos sordos.— Salaark asintió. —Rechazo tu oferta. Rechazo tu lealtad hasta que se dé libremente. Como Guardián y Señor Supremo, no puedo ayudarte. Sin embargo, como madre, puedo flexibilizar un poco las reglas—.
—¿A qué te refieres?— Orión estaba desconcertado.
—Cuando dije que tus palabras no han caído en oídos sordos, no me refería a los míos—. Salaark señaló detrás de él, donde había distorsionado a la fuerza a Tessa y Fyrwal.
—Bien dicho, muchacho. Juria estaría orgullosa de ti—. Tessa la Titania rodeó con sus brazos el cuello de Orión, con los ojos llenos de lágrimas.
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