Los siguientes días fueron bastante estresantes. Ya me había acostumbrado a viajar sin una ruta específica, simplemente siguiendo las poco concisas indicaciones de Raidha. Sin embargo, esta vez lo que estábamos haciendo era seguir la dirección dada por una niña pequeña, quien a duras penas era capaz de dar unas instrucciones mínimas.
—Esto… Ahora… veamos… ¡Ahora por allí! —la niña gritó de repente.
—¿No acabamos de venir de por allí?
Hasta Calitia parecía estar dudando de sus indicaciones.
—No estoy segura, diría que no —respondió Raidha.
Por si no fuera poco, ella era la única cosa capaz de situarnos en algún lugar. El cielo era realmente aterrador. Nunca había estado perdido en medio de un desierto, pero probablemente esto podría ser lo más parecido a ello. Sustituyamos la arena ardiente por un esponjoso y relajante suelo cuál algodón mas sus sofocantes días y sus noches frías por un clima agradable, tanto durante el día como durante la noche, y aunque el resultado se podría decir que era lo opuesto, en mi cabeza no se sentía tan distinto.
A nuestro alrededor no había absolutamente nada a parte de vegetación ocasional. Tampoco puntos de referencia, todo a la vista era una extensión de blanco sin fin. Por si no fuera ya suficientemente caótico el intentar guiarte por tal terreno, se movía constantemente. Podíamos estar caminando hacia el sur mientras el suelo se movía hacia al norte, dejándonos básicamente en el mismo lugar.
Confiando plenamente en las palabras de Noné, nos estábamos encontrando constantemente con ese gran problema, la maldita tormenta se movía sin parar y se alejaba de nosotros como si supiera que la estábamos siguiendo. A este ritmo nunca sabríamos exactamente dónde se encontraba exactamente.
—¿No tienes alguna idea aproximada de lo lejos que puede estar? —le pregunté.
—Pues… Cerca… muy cerca.
—¿Cuánto se supone que es cerca? Por mucho que mire a nuestro alrededor… No veo nada…
—Llevas diciendo lo mismo durante horas —murmuró Raidha.
Calitia se agachó delante de la niña y empezó a acariciarle la cabeza cariñosamente.
—¿De verdad lo estás escuchando bien? Si no puedes encontrarlo no hace fa…
—¡No estoy mintiendo! No… lo... estoy.
-A mí si que me parece que esta idiota miente.
—Ya no se que creer…
—Yo… No miento… Lo juro... Cada vez el sonido viene de una dirección distinta… No lo entiendo.
Normalmente no creería algo así, pero no era imposible teniendo en cuenta nuestra situación. Podría ser completamente lógico que el maldito hogar de esos pajarracos se moviera por todos lados junto a ellos.
—Pyro, ¿puedes echar un vistazo desde un poco más arriba? Si ves cualquier cosa avísanos enseguida. Lanza una llamarada al aire, vendremos corriendo a donde estés.
[Claro.]
Pyro no dudó en alzarse en el aire y ponerse a investigar a nuestro alrededor. Mientras tanto, nosotros seguimos buscando como hasta ahora intentando no perder de vista a Pyro. Media hora después empecé a impacientarme, mi intuición me decía que algo no estaba bien.
—Tengo la impresión de que hemos dado la vuelta por completo —comenté mirando hacia atrás.
—¿Cómo puedes saber eso?
—Intuición —respondí igual que mi compañero hacía de tanto en tanto.
—No podemos fiarnos de tu intuición —Calitia me respondió malhumorada.
«De la tuya menos…»
En ese momento una llamarada de Pyro se alzó no muy lejos. Todos echamos a correr en su dirección, para poco después encontrarnos con él.
—Perfecto Pyro, ¿qué encontraste?
[Sí, nos han estado siguiendo. Pyro se encontró con alguien extraño, acaba de salir volando en esa dirección.]
—¿Alguien extraño? Un momento… ¿Un pájaro?
[Así es, un pájaro azul con plumas verdes en la cabeza. Se fue a toda prisa nada más ver a Pyro.]
Fue entonces cuando por fin lo entendí del todo, no eran ellos quienes se movían y alejaban de nosotros, éramos nosotros quienes estábamos siendo alejados de ellos.
—Vamos, no le dejemos escapar. Puede ser la única oportunidad que tengamos de encontrar a esos pajarracos. Buen trabajo Pyro.
[Pyro está contento de poder ayudar.]
—Esto… ¿A dónde vamos? —se me acercó Noné.
—Enseguida lo verás. Calitia, coje a Noné, necesitamos ir rápido.
—Como quieras, ven Noné.
Con Calitia cargando en el cuello a la niña, echamos a correr con todas nuestras fuerzas detrás de Pyro. Por fin estábamos yendo por el buen camino, esta vez mi intuición me lo decía de verdad.
No tardamos en llegar a un lugar con un claro cambio de paisaje, una nube ennegrecida. No se veía ningún pájaro por ningún lado, pero cuanto más nos adentrábamos, más viento soplaba y cada vez más fuerte.
—¡¿Qué es este viento molesto?! —grito Raidha intentando controlar su cabello alborotado por el viento.
—Llamándose pájaros de la tormenta… Es lógico pensar que nos encontraríamos algo parecido a esto.
[Pyro es arrastrado por el viento.]
—Noné agárrate a mí y no te separes. No quiero que el viento se te lleve —Calitia rápidamente sujetó a la niña.
—S… sí, entendido.
Intentamos avanzar como pudimos. El viento era tan fuerte que hasta terminamos avanzando literalmente clavando nuestras espadas en el suelo, y aún así éramos arrastrados hacia atrás a la mínima que dejábamos de hacer fuerza hacia adelante.
—¡AAAAAAAAAAAA! ¡Esto es demasiado fuerte! ¡No podremos seguir adelante! ¡Saldremos volando irremediablemente si seguimos avanzando!
—No te rindas Raidha… No puede faltar mucho…
Por suerte era solo viento. Si tal tormenta llega a tener lluvia, sería un perfecto huracán de fuerza tres o incluso podría llegar a fuerza cuatro. Realmente estábamos locos por intentar adentrarnos ahí por voluntad propia y sin nada para protegernos. Pero claro, que lloviera por encima de las propias nubes sería ya demasiado surrealista.
Avanzamos tanto como pudimos, hasta el punto en que ya era completamente imposible seguir adelante. El viento nos arrastraba con facilidad, un despiste y de verdad saldríamos volando por los aires… y en el peor de los casos incluso ser arrastrados afuera de las nubes.
—¡Lo he dicho, lo he dicho dos veces, y lo diré otra maldita vez! ¡Esto es una locura!
Raidha no paraba de quejarse, Calitia aguantaba a Noné como podía y yo avanzaba aguantando el dolor de las garras de Pyro que se agarraba a mí con todas sus fuerzas.
[¡Pyro no puede aguantar más!]
Finalmente el pobre pájaro salió volando de verdad por culpa de la fuerza del viento. Por suerte, me dio tiempo a agarrarlo de su larga cola. No obstante, un poco más y salgo volando yo a causa de haber hecho eso.
—Esto no es lo que esperaba… Noné, ¿sabías que esto podría pasar?
—Esto… s… sí.
—¡¿Por qué no nos avisaste de ello?!
—Es que… creí que pararíais el viento.
—¿En serio pensaste eso?
— ¡¿Cómo pretendes que hagamos eso?! —le gritó Raidha.
—Bueno… Yo puedo.
—¡¿Qué?! —gritamos los tres a la vez.
—¡Entonces paralooooooo! —gritó Raidha literalmente sacandose el cabello de su boca.
—S…¡Sí! ¡Voy!
Aún sujetada por Calitia Noné cerró los ojos y puso sus manos juntas, dónde centellas con una tonalidad dorada empezaron a acumularse.
—Viento que sopla libre y sin ataduras por el cielo, escucha mi súplica y cede ante mi poder. Calma tu furia deja de correr.
De golpe, esas centellas salieron disparadas a nuestro alrededor y la magia de Noné hizo su efecto. Los vientos huracanados pararon prácticamente de golpe. Bueno, solo en una pequeña área a nuestro alrededor. Estábamos como dentro de una burbuja protectora. A pesar de parecer una inútil, tenía poder suficiente para hacer estas cosas… pero no para volar…
«Y también por cosas como esta odio a los críos…»
De todos modos, gracias a Noné, avanzamos hasta salir del área de viento para encontrar lo que parecía ser el mismo ojo del huracán, con una calma impresionante.
—Pasamos de vientos muy muy fuertes para salir a la más absoluta calma ¿Esto lo hacen los pájaros? —preguntó Calitia justo mientras se dejaba caer para descansar.
—No estoy segura del todo… Pero siempre he podido escuchar este viento soplar en todo momento… sin un solo día de descanso.
—No por nada los llaman pájaros de la tormenta… Pero una tormenta… Y según me dijiste Raidha, el viento acompaña al rayo... El rayo es lo que me preocupa.
—Sí, la magia de viento también generar relámpagos. De todos modos, no creo que unos simples animales puedan controlar los rayos.
Y entonces, un potente y ruidoso rayo nos cayó a pocos metros de distancia, haciendo que todos nosotros saltáramos hacia atrás en reacción a tal impacto. Como siempre, cada vez que Raidha abría la boca, algo pasaba… Esos simples animales ya nos habían encontrado, y sí, lanzaban rayos.
Delante nuestro aterrizaron un grupo de cinco pajarracos enormes, de unos tres metros cada uno. Sus plumas eran de color azul eléctrico, con unas impresionantes crestas verdes espectacularmente adornando su cabeza. Eran una mezcla entre cuervo y águila… con cabeza de gallo…
Esta especie de cuervos nos miraban amenazantemente, como cosa rara cada vez que llegábamos a algún sitio. Por suerte, no estaban atacando. Miraban a Noné, me miraban a mí y sobre todo, sus ojos danzaban entre Raidha y Calitia. A Pyro parecían ignorarlos por completo, me daba algo de pena… Aunque quizás era una suerte para ellos.
—Esto… ¡Hola! —dije levantando la mano.
«Lo sé parezco idiota…»
-Pareces idiota hablanso así.
«¡Y tú no me leas la mente!»
Todos giraron su cabeza a la vez y centraron su atención en mí durante unos pocos segundos. Tras eso, sin decir ni una sola palabra… o eso creo… empezaron a mirarse entre ellos y a girar la cabeza dando a entender que estaban dudosos.
«¿Que mierda tengo que atraigo a los plumíferos?»
[¿Pyro debería quemarlos?]
—No digas idioteces… De momento parecen estar bastante calmados… Si los agitamos ni que sea solo un poco podemos terminar nosotros quemados… Bueno, cocinados al relámpago… Por el momento vamos a…
Probablemente entendieron a Pyro o lo dedujeron de mí, puesto que empezaron a salir chispas eléctricas de las plumas de esos cuervos… Pero entonces, un cuervo grisáceo los apartó y se nos acercó. Todos los demás se relajaron y se apartaron de él poco a poco. Se notaba a simple vista que era alguien importante dentro de la jerarquía de esos animales, y al mismo tiempo, se notaba que era bastante viejo simplemente al ver su plumaje.
Tras mirarme cuidadosamente durante unos instantes y analizarme a fondo, se giró y empezó a caminar dándonos la espalda. Los demás pajarracos empezaron a seguirle mientras nosotros quedamos quietos sin saber muy bien qué hacer ante tal situación.
[Venid conmigo.]
Sorprendentemente, la respuesta llegó directamente de él, y al igual que con Pyro, las palabras resonaron dentro de mi cabeza. Como pensé, se trataba de animales inteligentes con los que nos podíamos comunicar.
«Esta bien… Por lo menos no se va volando y nos deja atrás…»
—¿Lo seguimos? —preguntó Calitia con claras dudas en su expresión.
—Será lo mejor… De lo contrario creo que terminaremos con algo peor que los pelos de punta… —le respondí mientras daba el primer paso detrás de la bandada.
Y así, empezamos a caminar rodeados de un grupo de baterías emplumadas.