Rápidamente inspeccioné su equipo. Unos llevaban espadas, otros lanzas, incluso se podía ver un pequeño grupo con algo parecido a rifles. Incluso algunos no llevaban nada, lo que me hacía pensar que se especializaban en magia.
—¿En serio? ¿Para qué sois tantos? ¿Todos vosotros habéis venido solo para matar a una chica indefensa? ¡Sois simplemente basura!
No esperé a que llegaran, sino que fui de frente contra ellos. El primero con el que me crucé, un tipo con una espada larga, me atacó con un simple tajo desde arriba, un ataque predecible y fácil de esquivar. Únicamente necesité moverme un poco al lado y girar un poco mi cuerpo para que la espada pasara por delante mío sin hacerme absolutamente nada. Sus brazos quedaron completamente expuestos después de ese ataque fallido, así que aproveche la oportunidad para cortarlos. El sonido de la espada al caer al suelo fue ensordecido por el grito de dolor. No tenía ganas de escucharle gritar, por lo que le hice callar empujando mi espada dentro de su boca.
—No grites, no estoy sordo.
Dos más intentaron flanquear en un ataque de pinza incluso más estupido que el de los tres del principio. Solo me hizo falta saltar para evitar las espadas, que dejaron un silbido al cortar el aire justo debajo de mi. Incapaces de detener por completo su avance, se acercaron lo suficiente entre ellos como para que pudiera aterrizar justo encima de sus cabezas simplemente abriendo un poco las piernas.
—¿Qué tal aquí abajo? ¿Todo bien?
—¡Seras! —gritó uno de ellos, molesto por tener mi zapato en su frente.
No les di tiempo para intentar apartarse. Utilizando el mismo método con el que disparé la energía oscura desde mi dedo, lancé un rayo desde los pies. Sus cabezas estallaron en mil pedazos bajo el fuerte ataque de energía oscura concentrada. Aterricé fácilmente entre ambos cuerpos que cayeron de espaldas al suelo.
—Tres menos.
Al ver la facilidad con la que esos dos murieron, los otros cambiaron a una actitud más defensiva. Igualmente no es como si pretendiera esperar a que atacaran ellos.
—Si no queréis acercaros vendré yo.
Apoyé de nuevo mi espada en mi hombro y caminé hacia ellos. Cuatro parecieron tragarse su miedo y se lanzaron hacia mí, gritando a todo pulmón. Un simple corte horizontal fue suficiente para tener a dos más tendidos en el suelo. Los otros dos pudieron reaccionar a tiempo y evitaron ser cortados junto a ellos.
—Cinco menos… Todos vosotros sois simple morralla. ¿No hay soldados más fuertes?
No tenía la más mínima idea de como estaban armadas sus tropas, pero estaba claro que esos eran de lo peor como soldados.
—¿Qué eres? —uno de ellos susurro con un fino hilo de voz.
—Nada… no soy nada… —contesté de mal humor.
—Maldito monstruo… ¡Escuchad, no temáis! ¡Vamos a atacar con todo lo que tenemos! —se adelantó el que parecía ser el líder de los refuerzos.
Todo el grupo empezó a brillar con gran intensidad. Por lo visto realmente planeaban ir con todo lo que tenían.
«Definitivamente son un grupo de idiotas. Esperaron a que murieran cinco de ellos antes de decidir luchar en serio. Sin duda una estrategia militar de primer nivel.»
Decidieron mantener la distancia y empezar a atacar con su magia. Un montón de rayos blancos fueron disparados. A partir de ese momento también me tocó ponerme un poco más serio. Desvié algunos de sus ataques con mis propios disparos de energía oscura, bloqueé otros con la espada y algunos los evité de pura casualidad. A pesar de todo, lo único que tenían era ventaja numérica. Si hubieran sido menos, ni siquiera me hubiera sido necesario sudar ni un poco.
El grupo había decidido no acercarse a mí al mismo tiempo que me hacían retroceder, con lo que supuse que lo mejor sería devolver el fuego del mismo modo. Sopesé algunas ideas mientras sacudía la espada moviendo ligeramente mi muñeca de arriba a abajo.
«Veamos si esto funciona.»
En lugar de concentrar la energía en mi mano, la hice fluir hacia Vurtalis. Creé una fina capa alrededor de su filo y luego lo disparé con un rápido corte horizontal hacia arriba. Una cuchilla negra voló directamente hacia uno de los Katryde situado aproximadamente a unos diez metros de mí.
«Uhm, pues lo hizo.»
Ese katryde estaba completamente concentrado en atacar y pareció plantearse siquiera que yo fuera capaz de contraatacar mientras evitaba sus ataques. La cuchilla le alcanzó de lleno, segando su vida en un instante. Aproveche para repetir la acción en sentido contrario y otro de ellos murió de la misma forma.
—Siete menos… Quedan cinco.
Avancé un poco. El sonido de las pisadas mojadas llegaba a mis oídos. Miré hacia abajo. El suelo estaba cada vez más rojo y el nauseabundo olor de la muerte llenaba mis fosas nasales. No me importaba mucho, pero tampoco era algo que se pudiera llamar complaciente para los sentidos.
—¡Esto es imposible! ¡No quiero morir! —gritó uno de los Katryde, completamente aterrorizado.
—Mantén la calma, soldado —intentó tranquilizarlo el líder.
—Señor, ¿es que no lo ve? No podemos hacer nada contra esa cosa —añadió otro.
—Yo no pienso quedarme aquí. ¡Me largo ahora mismo! —siguió otro.
Y así, la moral de todo el grupo se rompió por completo. Excepto por el líder, que aguantaba probablemente por puro orgullo, los demás soldados estaban literalmente aterrados.
—Está bien... ¡Retirada! ¡Vámonos a máxima velocidad y escapemos de aquí! —el líder cedió al ver que su grupo era completamente incapaz de seguir luchando.
Todos salieron disparados como si de auténticos rayos de luz se trataran. No podía permitir que escaparan. Era bastante probable que si lo conseguían llamarían a otros y llegarían más refuerzos en pocos minutos. Yo, por mi parte, ya estaba llegando a mi límite. Por lo tanto, llené todo mi cuerpo con lo que me quedaba de poder y los seguí. No, no los seguí, más bien les adelanté y bloqueé el paso.
—¡¿Qué?! Esto es imposible, ¡no hay nada que pueda correr más rápido que la luz! —gritó uno de ellos al verme bloquearles el paso.
—Por muy rápida que sea la luz, la oscuridad siempre habrá llegado antes —le sonreí al mismo tiempo que reunía el poder oscuro en mi mano.
***
Volví con Raidha. Puesto que conseguí que la atención de todos los soldados fuera puesta únicamente en mí no había sido herida, pero estaba completamente aterrada. Sus lágrimas no paraban de caer como ríos y cuanto más me acercaba más asustada se la veía. No tenía ni idea de cómo actuar al respecto.
—Cálmate, no tengo intención de hacerte nada…
Apretó los puños y después de tragar pesadamente controló sus temblores y abrió la boca.
—¿Drayd? No... no eres él. ¿Quién eres realmente? —dijo con una voz que mezclaba miedo y rabia en ella.
—No soy ese idiota, y quién soy realmente no es algo que te pueda decir... ni yo mismo lo sé. No soy nada, no soy nadie.
Cerró sus temblorosos labios y los mordió ligeramente. Habiendo recuperado un poco de su valor, se levantó y corrió hacia mí. Me sujetó con fuerza del cuello, sin parar de temblar ni de derramar lágrimas.
—¡¿Qué pasa con Drayd?! Está bien o... Espera, ¿estás sangrando?
Pasé mi mano por debajo de la nariz. El dedo índice se volvió rojo.
«Esto es problemático...»
También empecé a notar que mi conciencia se adormecía. Había llegado completamente a mi límite. Apenas podía mantenerme en pie.
—Parece que va siendo hora de que ese idiota regrese.
—¿Eh?
A parte de la somnolencia, podía notar que todo el cuerpo me dolía intensamente. Por lo visto su cuerpo no era capaz de aguantar este poder.
«Si sigo agregando presión en su cuerpo es capaz de morir. No puedo seguir con el control... Aunque tampoco parece que me quede energía para ello...»
—¿Qué quieres decir?
—Simplemente eso. Por el momento me voy... Es todo tuyo...
—¡Espera, al menos dime qué está pasando! —Raidha me gritó.
Mi conciencia empezó a desvanecerse y perdí el control del cuerpo, que cayó como un peso muerto en los brazos de Raidha.
«Más te vale poder apañártelas por ti mismo por el momento. No podré ayudarte por una temporada...»
Levanté ligeramente los ojos con una visión borrosa y miré fijamente a los de Raidha.
—Aseguraros de no morir... —alcancé a susurrar antes de perder el conocimiento por completo, intentando que Raidha no me escuchara.