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Sombras Divididas

El destino es confuso. A veces pasa sin ser percibido, otras puede volver del revés la vida de alguien. Un chico normal, con problemas normales, viviendo una vida normal, justo como cualquier humano común... con la diferencia que el destino tenía otros planes para él. Un día, después de un extraño evento, se topó con dos chicas aladas y su vida se volvió mucho menos... normal. Fue arrastrado fuera de su planeta, probando la existencia de otros mundos y de extraños poderes como la magia misma. Desgraciadamente, el camino de regreso a su casa fue cerrado tras de si, dejando como única opción para regresar a su casa vagar a través de diversos mundos desconocidos . Al mismo tiempo, descubrió que no era capaz de usar magia, pero en su lugar obtuvo un extraño poder que le permitía tomar la energía del propio mundo, junto a otro extraño poder acompañado por una misteriosa y tenebrosa existencia despertando dentro suyo, sin la menor idea de si se trataba de un amigo o enemigo.

Gascart · Kỳ huyễn
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67 Chs

Fuera del bosque

Tras horas agotadoras de vagar perdidos por la inmensidad de Fandragoth, por fin pudimos salir y dejar atrás el bosque. Una vez esparcidos los árboles, una colorida pradera limpia de obstáculos se extendió delante nuestro. Si me ponía a hacer cálculos de cuánto tiempo habíamos pasado en ese lugar, no llegaba a un mes. Aún así, me sentía bastante nostálgico al recordar esos días.

Sabíamos que tarde o temprano tendríamos que marcharnos de esa aldea, pero se hacía bastante duro saber que la abandonamos dejando atrás a quien nos rescató con una fuerte herida emocional. A pesar de que a la mayoría nunca les llegamos a caer bien, era imposible no mirar atrás y pensar en esa gente, o gatos.

—¿Crees que Mirthia estará bien? —Raidha interrumpió un silencio que había durado un buen rato.

—Se recuperará. Es incluso más fuerte de lo que parece.

—Espero que no nos odie después de esto. Me dolería de ver ahora que empezaba a considerarla una buena amiga.

—Y a mí... Aunque dudo mucho que no lo haga. De todos modos, no me voy a disculpar por lo que pasó.

—No te culpo.

"No te culpo, pero no me parece para nada bien", esto es lo que quería decir su deprimida expresión. Tampoco podía recriminármelo aunque quisiera. Matar o morir, hace tiempo que ambos entendimos nuestra situación, que habría momentos en que tuviéramos que elegir entre esas dos opciones.

«He matado muchos animales por el simple objetivo de conseguir fuerza. Si hago caso a las palabras de ese gato... ¿de verdad será por eso que ese tigre nos atacó? ¿Porque rompí el equilibrio del bosque? Ahora que lo pienso, ellos nunca cazaban más de lo necesario para vivir.»

Si ese era el caso, el causante directo del desastre fui yo. Esa duda me corroía por dentro desde mucho antes de salir del bosque. Por mucho que quisiera, no podía dejar de darle vueltas.

«Pero a quien atacó primero fue a Raidha, que no hizo absolutamente nada. A menos... ¿La atacaría simplemente por estar conmigo? ¿Por parecerse a mí? Probablemente lo estoy pensando demasiado...»

Y eso no era todo lo que me carcomía las entrañas. Pensándolo fríamente, acababa de matar a alguien. No obstante, no se sintió muy distinto a matar a un simple animal. Quizás era porque nunca llegué a considerar a ese gato como a una auténtica persona... Eso, o mi humanidad se estaba perdiendo.

«Ahora mismo no sé ni si considerarme a mí mismo una persona...»

Observé de nuevo el pelaje que cubría mi cuerpo, las garras, los colmillos largos. En ese momento, no era muy distinto a esos gatos. ¿Podía considerarme aún humano? La chica a mi lado, que no era humana desde el primer momento, parecía mucho más humana que yo.

—Raidha, ¿has matado nunca a una persona?

—¡Cla... claro que no!

—¿A qué consideras una persona?

—¿Cómo? Qué pregunta más rara. Pues... una persona es una persona. Esto... Ehm... Ah... Ehhhh... En serio, ¿qué quieres decir?

—Me refiero a si crees que una especie o raza distinta es una persona. Por ejemplo, ¿para ti un Katryde es una persona? Después de todo, la única diferencia es el color de alas, ojos y pelo. Por lo menos a mí me es más fácil pensar tanto en vosotros como ellos como personas que con esos gatos.

Entreabrió la boca sin decir nada. Su expresión entera se tensó mientras su cabeza parecía entrar en un auténtico conflicto interno. Al final desvió la mirada y habló casi con un susurro.

—Yo no... No lo sé.

—Me lo imaginaba... Y tú, ¿qué opinas?

-A mí me da igual.

—Sí, también me lo imaginaba...

Al final no pude encontrar una resolución para mis dudas. Puede que directamente no existiera esa respuesta exacta de primer momento.

—Hace tiempo que hablas solo... Un momento, ¡¿no me digas que estás hablando con eso?!

—A buenas horas te das cuenta... Sí, últimamente le ha dado por hablar bastante. Una vez le entiendes, en el fondo es buen tipo... Bueno... depende como se mire.

Se apartó de un salto de mi lado. Su expresión estaba extremadamente tensa y sudaba un poco. Por lo visto le tenía bastante miedo a mi compañero de viaje. Realmente no me hacía falta preguntar el porqué. No había visto en persona a este tipo actuar, pero de alguna manera podía intuir bastante bien la impresión que daba a su alrededor.

—Esto... ¡Ah!... Bueno... Ehm... ¡¿Hola?!

—No hagas idioteces.

—¡No hago idioteces! ¡Esta cosa es peligrosa, no deberías hacerte amigo suyo!

«Sería problemático no llevarme bien "conmigo mismo"... Por lo menos es más fácil de llevar si de alguna manera mantengo una relación decente.»

Poco tiempo después encontramos un camino de tierra y decidimos seguirlo, pensando en que probablemente encontraríamos cerca un pueblo o ciudad.

Finalmente oscureció sin conseguir llegar a ningún lugar, con lo que decidimos acampar y seguir por la mañana. Construí una pequeña casa improvisada con tierra y plantas para pasar la noche. No hace falta decir que, como creí, mi brazo estaba creciendo de nuevo. A la velocidad que lo hacía, lo tendría como nuevo para el día siguiente.

***

—¡Mira, un pueblo!

—No te emociones tanto, no sabemos siquiera si nos dejarán entrar... Tampoco tenemos dinero ni nada.

Llegamos a un pueblo aproximadamente a mediodía. No era un sitio relativamente grande, pero tampoco era una aldea con pocos habitantes como la de los gatos. A simple vista podía apreciar unas trescientas casas como mínimo. Todas ellas eran construcciones simples hechas de madera. Las ventanas siquiera tenían cristales y las paredes no estaban pintadas, mostrando así la madera desgastada por el tiempo en ciertas casas más viejas. Las había de distintos tamaños, pero todas eran de un solo piso.

Hicimos un poco de turismo por el centro del pueblo. Fue una suerte llegar a ese lugar, ya que diferentes razas vivían en él. En medio de ese sitio no destacábamos tanto, aunque de tanto en tanto recibimos alguna mirada de sospecha, probablemente causada por nuestra ropa o simplemente por no ser de allí. Aún así, nadie nos dijo nada malo ni tuvimos problemas.

Había algunos comercios pequeños, vendedores de fruta, algunas tiendas de ropa, y otras tantas tiendas básicas. Se podía escuchar un buen ambiente desde dentro de lo que parecía ser un bar o restaurante, pero nosotros no teníamos dinero para unirnos. No sabía cuánto tiempo estaríamos en ese mundo, con lo que sería una buena idea conseguir algo de dinero. El problema real era cómo hacerlo.

Tras visitar el centro del pueblo decidimos ir a ver la parte externa, llena de campos de cultivos y algunas granjas con todo tipo de animales. Grandes extensiones de tierra eran usadas como plantaciones. Los animales en las granjas no eran tan distintos a los de mi mundo, a pesar de que vi una vaca rosa con tres cuernos. Nada demasiado raro... Mejor eso a encontrarnos con un caballo rosa con un cuerno y pelo arcoiris.

A pesar de ser la hora donde el sol está más alto y pega más fuerte, los agricultores no dejaban sus campos. Eso tenía que ser una vida muy dura, sobre todo cuando no existen tractores u otras máquinas para ayudar en ellos.

—Mira ese campo de ahí —Raidha me llamó la atención.

—La vida no perdona... Parece que aquí no existe el concepto de jubilación.

En un rincón apartado de los demás, vimos un hombre con orejas y cola de perro que aparentaba estar por encima de los ochenta años, ya que su pelo era gris blanquecino a causa de las canas. El pobre trabajaba como podía, pero su débil cuerpo no daba para más. Para alguien de su edad, estaba haciendo algo que muchos no podrían ni soñar, sobre todo en un mundo donde la esperanza de vida debería estar cerca de los sesenta. No sé si se podía aplicar eso de que los hombres bestia son más fuertes que los humanos, pero se mirara como se mirase, la edad no los perdona ni a ellos. Donde los otros campos estaban ya verdes, el suyo siquiera tenía una sola planta.

—¿Crees que deberíamos ayudarlo? Quién sabe, podría ser familia tuya.

—Tu sentido del humor me abruma cada vez más...

Al final Raidha me convenció para ayudar al pobre hombre perro, o lobo, o lo que fuera. Al principio dudó un poco, sobre todo al verme a mí, pero finalmente aceptó la oferta agradecido.

«Los mayores suelen ser buena gente... Suelen... Supongo.»

—Veo que no sois del pueblo, ¿qué os trae por aquí?

—No mucho... Somos simples viajeros, no nos quedaremos mucho tiempo.

—Ya veo. Habéis recorrido un largo camino. No es común ver a uno de los tuyos por estas tierras.

—¿Uno de los míos? Ah ya, claro... Venimos de muy lejos. Sí... muy, muy lejos.

—Vivís en las altas montañas del norte ¿verdad? Pero eres un poco diferente a los demás, ¿no? Nunca vi a ninguno de los tuyos con ojos verdes.

—Ya, bueno, soy un poco... especial... Probablemente se podría decir que soy único —me reí entre dientes intentando disimular.

—Y tú, jovencita, ¿qué eres? No recuerdo haber visto nunca a nadie como tú.

—Soy una Silphen. No se preocupe, mi raza es bastante rara.

—Entiendo. Cabello plateado y ojos rojos. Tienes un aspecto que me recuerda a viejas leyendas... —murmuró—. Gracias por ofreceros a ayudarme. Es cierto que yo solo no puedo con esto, pero siendo la época que es, no creo que pueda cultivar nada ya. Pronto llegará el frío y nada llegará a crecer. Seguía con esto esperando un milagro.

«Ciertamente, comparando con los otros campos, esto está muy atrasado. ¿Por qué nadie ayuda a este viejo?»

—¿Nadie le ayuda nunca? preguntó Raidha como si me leyera la mente.

—Hace mucho que mis hijos murieron, y ya sabes, nuestra raza no suele caer bien a nadie.

—Sí, eso es cierto... —dije riendo con ironía.

«¿Por qué a nadie le caen bien los lobos? Ni que se los fueran a comer... Aquí está cultivando un campo, no creo que la carne crezca como las patatas. Se mire como se mire, sean medio animal carnívoro o herbívoro, todos parecen ser omnívoros. ¿Tendrán alguna mala reputación por algún motivo?»

Tras dar un sonoro suspiro me acerqué al campo.

—Bueno, no se preocupe por la época. Suelte las herramientas, de esto me encargo yo.

—¿Qué pretendes hacer? —me preguntó el viejo.

—El milagro —sonreí confiadamente.

«Aún no soy bueno usando mi poder para pelear, pero un campo no va a ser un reto.»

Alisar el terreno, quitar malas hierbas, apartar las piedras, un trabajo tras otro parecía estar haciéndose solito. Tras transformarme en lobo, controlar mi poder se había hecho mucho más fácil. En ese mismo momento realmente podría decirse que era uno con la naturaleza. El viejo miraba su campo con asombro.

—In.. ¡increible! Que tremendo poder jovencito.

—Y eso no es todo, prepare las semillas.

Luego pasamos el tiempo plantando las semillas del cultivo a mano. A pesar de poder hacer crecer ramas, enredaderas y esas cosas de mi cuerpo, no creo que pudieran ser consideradas plantas reales del todo. No podía crear fruta ni verdura, o si las creara, probablemente serían horribles y sin ningún nutriente. Un poder muy útil, sin duda, pero seguía sin poder saltarme las leyes de la física, o por lo menos no podía saltármelas por completo. Lo que sí podía hacer es controlar el crecimiento de las plantas.

—Y con esto...

Las semillas germinaron y las plantas crecieron. En cuestión de minutos el campo estaba incluso mejor que los demás... y yo completamente agotado... Al final no fue tan fácil como lo pinté al principio.

—Fuaaaa, no creía que esto fuera tan difícil y agotador...

—He visto muchísimas cosas en toda mi vida, pero nunca he visto un poder como este. Sé reconocer la magia cuando la veo, y esto no parece serlo.

—Tómelo como una variante extraña de magia... Ya he dicho que soy un poco especial.

Después de terminar el trabajo, el viejo nos invitó a quedarnos en su casa como agradecimiento. Además, parecía querer un poco de compañía ni que fuera por un día. Una suerte, ya que no sabíamos donde pasaríamos la noche. Puesto que lo que hice no era algo común, terminé explicando al viejo cómo funcionaba mi poder tras sus incesantes preguntas.

—Así que usas directamente el poder de la propia naturaleza en lugar de tu maná. Nunca creí que vería a nadie usando tal poder.

—Probablemente él sea el único capaz de hacer esto —dijo Raidha mirándome de reojo con mala cara.

—Dependiendo de como te vean puedes ser perfectamente llamado un monstruo, chico.

—Ya me lo han dicho alguna vez...

—Ahora entiendo, estos ojos verdes son la prueba del poder que posees.

—Y tú jovencita, ¿también tienes algún poder especial que nadie más tiene?

—¡Ehhhh! yo, no, no, yo no tengo nada raro. Soy completamente normal.

—¿Por qué te pones tan nerviosa? —pregunté.

Negó exageradamente. Quizás no en el sentido que dice el viejo, pero esta chica de normal tiene poco... En muchos sentidos.

—¡¡Nos atacan!!

Y mientras hablábamos, una alarma sonó.