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Sombras Divididas

El destino es confuso. A veces pasa sin ser percibido, otras puede volver del revés la vida de alguien. Un chico normal, con problemas normales, viviendo una vida normal, justo como cualquier humano común... con la diferencia que el destino tenía otros planes para él. Un día, después de un extraño evento, se topó con dos chicas aladas y su vida se volvió mucho menos... normal. Fue arrastrado fuera de su planeta, probando la existencia de otros mundos y de extraños poderes como la magia misma. Desgraciadamente, el camino de regreso a su casa fue cerrado tras de si, dejando como única opción para regresar a su casa vagar a través de diversos mundos desconocidos . Al mismo tiempo, descubrió que no era capaz de usar magia, pero en su lugar obtuvo un extraño poder que le permitía tomar la energía del propio mundo, junto a otro extraño poder acompañado por una misteriosa y tenebrosa existencia despertando dentro suyo, sin la menor idea de si se trataba de un amigo o enemigo.

Gascart · Kỳ huyễn
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67 Chs

Único en su especie

Debajo de la tela se encontraba una gran jaula vacía, probablemente se trataba de la jaula con la que transportaban grandes cantidades de pájaros tontos. No obstante, los ojos de la multitud enseguida se fijaron en otra pequeña jaula escondida en un lado del carro que contenía un llamativo animal. Comparado con los pyropus, que eran un poco más grandes que un balón de fútbol, en esta se encontraba un pequeño pájaro asustado. El pobre animal no paraba de temblar al ver a toda esa muchedumbre rodeándolo.

A primera vista era parecido a un loro o cacatúa. Bueno, en realidad se parecía más a un pyropú con anorexia. Era pequeño, un poco más pequeño que un loro. Los colores de sus plumas cambiaban de rojo intenso a naranja claro. Aunque lo más destacable eran sus ojos que parecían brillar intensamente con un color amarillento, como si fueran metal al rojo vivo, y ciertas plumas largas de su cola, cuya longitud se acercaba bastante al metro de largo, prácticamente doblando el tamaño de su cuerpo. Su pico, a diferencia del de un loro, era más puntiagudo, parecido al de un cuervo. Al verlo, la primera palabra que me vino a la mente fue: fenix.

—¿Eso es un pyropú? —pregunté a los que lo trajeron.

—¿Uh? En realidad no lo sabemos. Lo encontramos por donde solemos tirarlos. Puede ser un pyropú raro o una especie completamente distinta, ya que a diferencia de ellos puede volar y no parece un idiota. Nos costó bastante atraparlo.

—Y… ¿qué pretendéis hacer con él?

—Obviamente venderlo. Algo tan raro como esto no se encuentra muy a menudo. Sin duda alguna, alguien lo querrá.

—Es posible…

Esta situación me recordaba bastante a los típicos cazadores furtivos de especies exóticas. Me parecía completamente desagradable, pero a parte de mí nadie más parecía importarle lo más mínimo…

—Me da bastante pena.

… excepto a Raidha.

—Sí…

La verdad, nunca me ha gustado ver a ningún animal enjaulado, sobre todo los pájaros. Me imagino estando en su lugar, todo el día dentro de una pequeña jaula donde no hay apenas espacio para moverse, y mucho menos hacer lo que los pájaros hacen: volar. ¿Acaso no es deprimente poder volar y a la vez no poder hacerlo? El sentimiento tiene que ser el mismo al de estar paralítico, tener piernas y no poder caminar. Y peor lo pones cuando puedes ver todo a tu alrededor, ver el mundo que tienes delante pero saber que el tuyo termina donde la jaula empieza.

La gente se reunía alrededor de la jaula para ver al pájaro y este no sabía dónde ponerse. Únicamente daba vueltas en el sitio, escapando de una mirada únicamente para encontrarse con otra.

«Desagradable…»

En uno de sus tantos saltos dentro de la pequeña jaula se giró hacia mí. En el momento en que nuestros ojos se encontraron, la inquietud que sentía desde que lo vi por primera vez incrementó exponencialmente. Ambos nos quedamos paralizados, con nuestras miradas fijas el uno con el otro… olvidando por completo a la gente que nos rodeaba.

—¿Me lo parece a mí o te está mirando a ti?

Hasta que Raidha me devolvió a la realidad.

—No… Realmente parece estar mirándome a mí.

El pájaro pareció calmarse un poco y dejó de dar vueltas por la jaula, ignorando por completo a la gente a su alrededor. En ese momento abrió un poco su pico y…

[Por favor ayuda, por favor, ayudaaaa, este lugar es horrible.]

—¡Que coj…! ¿Ese pájaro habla?

El pájaro habló… Escucharlo hablar de la nada me tomó bastante por sorpresa, pero me calmé enseguida… después de todo, no era tan raro escuchar a algunos pájaros hablar…

—¡Sí, yo también lo escuché!

La afirmación de Raidha demostró que no me había vuelto loco, pero algo no encajaba en todo esto. El pájaro estaba pidiéndome ayuda, pero la gente del pueblo parecía no importarle en absoluto. No, en realidad, la voz que escuché no parecía salir directamente de él, sino resonar directamente dentro de mi cabeza.

—Ellos… no parecen ser capaces de escuchar nada.

—¿Somos los únicos que podemos entenderle? Eso es bastante raro.

—Si tú no lo entiendes, menos yo… pero ese parece ser el caso. Quizás ellos simplemente lo escuchen piar.

«¿Telepatía?»

No, no era simplemente que las palabras llegaran a mi mente. Más bien era como si simplemente entendiera lo que me quería transmitir.

«No tiene sentido… ¿Por qué entiendo lo que dice un pájaro? Un segundo…»

Hasta ese momento ni le había prestado atención, pero había pasado por alto algo muy importante… ¿Cómo es que había estado hablando con normalidad con toda la gente que nos habíamos encontrado hasta ahora? ¿Todos hablábamos el mismo idioma? Eso era… simplemente poco creíble…

—Deberíamos ayudarle.

Antes de poder seguir indagando en el asunto, Raidha tiró de mi manga. Aparté mis dudas por el momento y simplemente asentí.

Coincidiendo con las intenciones de Raidha, decidí ver si podíamos negociar por él. Me acerqué de nuevo al hombre de la jaula y me dispuse a negociar por el pequeño animal.

—¿A cuanto lo vendes? —le pregunté mientras ponía mi mano encima de la jaula.

—Puesto que no sabemos a cuanto lo podemos vender simplemente vamos a subastarlo.

Una sonrisa codiciosa se mostró en la cara de ese hombre.

—Entiendo.

Sin preguntar nada más, me alejé de la jaula y volví al lado de Raidha.

—Ni siquiera tenemos dinero —suspiró con resignación.

No teníamos ni idea de cómo funcionaba el dinero en este lugar. Para empezar, los gatos ni siquiera usaban dinero. Probablemente hubiera sido buena idea recolectar algo de información.

—¿No puedes crear dinero con tu poder?

—Ni siquiera sé cómo son las monedas ni de qué están hechas… Tampoco es como si pudiera sacar los materiales de la nada… ¿No puedes crear tu algo con magia?

—Pides demasiado con eso.

—Pues nada… no podemos comprarlo…

No soy un ladrón… o por lo menos no me considero uno. Tomar una o dos cosas prestadas sin intención de devolverlas no te convierte en uno, ¿verdad?

—¿De verdad no podemos hacer nada?

Crack, crack, ¡clang!

La jaula empezó a agrietarse y los barrotes se cayeron, dejando un agujero lo suficientemente grande como para que el pájaro pudiera salir por ahí.

—Mira por donde, la jaula se rompió —levanté mis manos.

No hay forma de que fuera a llevarme el animal por la fuerza, pero si en lugar de tomarlo y correr este se escapa solo, no es robar ¿verdad?

[Gracias.]

Sin dudarlo ni un solo instante, emprendió el vuelo y se elevó hacia el cielo a toda velocidad.

—¡Ah, el pájaro!

—¿Qué ha pasado?

—¿Rompió la jaula?

La gente no entendía lo que pasó, y por si acaso, preferí alejarme de la escena del crimen.

—Jajajaja, eres increible.

—Si no hay pruebas, no hay crimen. La jaula simplemente era vieja y cedió sola. Deberían mantener mejor sus cosas.

—Sus caras eran muy graciosas.

Tras reírnos un poco y terminando el asunto del pájaro, venía el principal, que ya hacía rato que me carcomía por dentro.

—Raidha… ¿Por qué nos entendemos?

—¿Ah?

Su expresión parecía estar diciendo: ¿Qué gilipollez me estás preguntando ahora?

—¿Tú qué lengua hablas?

—Obviamente, la que hablamos los Silphen.

—¿Y qué lengua hablo yo?

—Pues, obviamente la misma.

—La misma…

—Claro. ¡Espera!

—¿Por fin te das cuenta?

—¡¿Dónde aprendiste a hablar mi idioma?!

—¡Cómo voy a hablar tu idioma, idiota!

«Madre mía, ¿esta chica usa la cabeza para algo más que no sea gritar?»

—¡¿Entonces por qué nos entendemos?¡

«Si lo supiera no lo habría preguntado en primer lugar...»

Pero podía hacerme una pequeña idea… una teoría…

—Hasta ahora nunca te has parado a pensar que no todo el mundo habla el mismo idioma, ¿verdad?

—Nunca he tenido oportunidad de hablar con mucha gente que no sea Silphen.

—Y siempre te has entendido con todos los que te has encontrado…

—Sí.

Definitivamente no encontraría una respuesta clara al hablar con Raidha… al contrario, solo más dudas.

«Ahora que lo pienso, esos aliens nunca me respondieron cuando les hablé. Simplemente pensé que no querían dignarse a hacerlo, pero… ¿Acaso yo los entendía a ellos pero ellos a mí no?»

Suspiré de nuevo.

—Y supongo que tampoco sabes si Silphen y Katryde hablan el mismo idioma, ¿verdad?

—Tampoco me paré nunca a pensar en ello.

—Ya…

La chica con la que peleó cuando nos conocimos habló con nosotros con normalidad. Tanto su padre como los demás Silphen hablaron conmigo con total normalidad. Incluso esos Katryde que nos persiguieron hablaron con nosotros como si fuera lo más normal. No importa cuántas vueltas le diera, era imposible pensar que todos fueran igual de idiotas. La única conclusión a la que pude llegar fue que simplemente era algo normal para ellos.

—Como sea… después de todo es algo útil. Simplemente asumamos que podemos comunicarnos con cualquier forma de vida inteligente.

—¿No crees que es asumir mucho?

—Si te hubieras siquiera planteado preguntar a los tuyos al respecto no haría falta asumir nada…

—¡Apenas salí un par de veces de mi ciudad cuando era muy pequeña!

—Ya, ya…

Nuevamente, más preguntas que respuestas se acumulaban en mi cabeza, pero al menos estaba claro que era algo relacionado con ella. Miré de reojo a la princesa, que también parecía estar pensando al respecto… hasta que un pyropú se cruzó por delante de nosotros.

—¡Pues vamos a ver si podemos hablar con los animales! ¡Oye tú, ven un momento!

Raidha salió disparada detras del pájaro tonto y empezó a hablarle animadamente. El pájaro se la quedó mirando unos instantes con interés. Todo parecía normal, pero entonces salió disparado como un cohete en dirección contraria para terminar… Bueno, no importa.

—He dicho forma de vida inteligente…

«Aunque por un momento llegué a pensar que realmente le podría hablar… Quien sabe, como se suele decir, entre idiotas se entienden.»

—¿Por qué siento que estás pensando algo bastante desagradable?

—Imaginaciones tuyas…

Tan idiota para algunas cosas y tan perspicaz para otras.