Frente a la creciente marea de monstruos, la mirada de Altair se mantuvo notablemente tranquila. Acariciaba suavemente su muñeca, como si se calentara, preparándose para el inminente ataque.
Elvira estaba concentrada intensamente en los monstruos, con la pistola en la mano derecha y el cuchillo en la izquierda, cada movimiento marcado por la seriedad y la determinación.
La Profesora Ginger extendió sus alas ampliamente, sus garras agarrando firmemente el suelo, su formidable presencia agitando el aire como una tormenta feroz.
Los monstruos se acercaron, y la criatura líder, un perro con cara humana, saltó hacia la Profesora Ginger. Justo cuando parecía que iba a saltar sobre ella, Elvira estaba listo para lanzar sus cuchillos voladores
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