—Respira profundamente —susurraba Alina—. Estás a salvo ahora. Cuéntanos qué pasó después.
El hombre dudó un momento, pero finalmente comenzó a hablar, con una voz temblorosa. Describió cómo las criaturas invisibles lo rodeaban en la celda. Eran como sombras, pero parecían vivas, siniestras y hambrientas de algo que no podía entender.
—No tenían rostros —murmuró el hombre—, solo vacíos donde deberían haber estado las caras. Susurraban cosas terribles. No lo podía soportar. No podía...
Se detuvo bruscamente, como si el recuerdo fuera insoportable. Alina continuó tranquilizándolo, pero esto se hacía cada vez más difícil.
Al menos ahora el equipo tenía una idea más clara de contra qué se enfrentaban. Criaturas Desalmadas, susurros inquietantes y la desaparición repentina de todos en el pueblo, igual que con los jugadores. Sin embargo, como estos hombres estaban en el sótano, no fueron llevados.
Finalmente, Alina habló.
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