Al observar a Jessica Flack salir del edificio gubernamental con una mirada de desesperación, Basil Jaak se apresuró a llegar hasta ella, deseoso de ofrecer apoyo. Sin embargo, ella rechazó tajantemente su asistencia.
—Estoy bien. ¿Podrías llevarme de vuelta a la oficina? —Jessica Flack lo despidió con un gesto, abriendo la puerta del coche y deslizándose en el asiento trasero sin dar un segundo vistazo.
Cuando Basil Jaak arrancó el motor, preguntó:
—¿Señora Flack, no fueron cooperativos los funcionarios gubernamentales?
Jessica Flack negó con la cabeza:
—Prometieron ayuda, pero pude decir que no tenían intención de ayudar. Olvídalo, pongámonos en marcha. Ya me las ingeniaré de vuelta en la oficina.
En el trayecto, Basil Jaak sacó los detalles del desastre de Jessica Flack.
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