Capítulo 14

No era necesario que Winston cazara todos los días ahora que habían conseguido conservar la carne ahumándola. Todavía le quedaba un ciervo entero en el ahumadero, pero sabía que Bailey querría pasar algún tiempo a solas antes de pedirle a Harvey que fuera su mate. Y así, había salido a cazar. Había conseguido cazar un par de aves cortas para la cena. A Bailey le gustaba cocinarlos en un guiso con raíz amarilla y fruta de hueso. Él estaba trabajando en la construcción de un gallinero para que pudieran criar sus propias aves cortas y tener huevos frescos.

Winston llegó a la cabaña del curandero y abrió la puerta sin llamar. Se había vuelto tan rutinario para él recoger a Bailey a esta hora, que ninguno de los dos machos sintió la necesidad de anunciar su llegada. Cuando abrió la puerta, vio a Harvey tomándole el pulso a unas hembras que reconoció. Eran las hembras que les habían prestado la cabaña. El verdadero dueño de la cabaña, el príncipe leopardo Parker, estaba cerca, mirando al sanador por cada roce de piel.

La única persona que no vio fue Bailey.

"¿Dónde está?" Preguntó sin preámbulos.

"¡Oye! No interrumpas. Harvey estaba ayudando a mi Qingqing primero". Dijo con altanería el príncipe leopardo. Winston lo ignoró.

Harvey miró a Winston desde su posición agachada junto a la hembra, pero se dirigió primero a ella. "Tu salud es buena y los huevos se están desarrollando a un ritmo normal. Te recomiendo que añadas leche de cabra a tu dieta". Se levantó y se acercó a Winston. "Bailey se fue, no hace mucho. Dijo que quería ir a casa y preparar la cabaña para la visita de Qingqing y Parker".

"¿Y la dejaste ir sola?", Preguntó incrédulo.

"Ella insistió en que estaría bien. ¿Pasa algo?"

Sí. Algo iba muy mal. Por mucho que Bailey insistiera, como uno de sus pretendientes, debería haber encontrado la forma de quedarse a su lado.

A menos, claro, que él no lo fuera.

"¿No dijo nada más?"

Harvey pensó un momento. "Nada concreto. Dijo que quería hablar de algo, pero después de que llegaran Qingqing y Parker, dijo que había olvidado de qué se trataba y que probablemente no era nada importante".

¿Por qué? ¿Por qué Bailey lo habría expresado así solo porque su conversación había sido interrumpida? ¿Cambió de opinión? ¿Qué la llevaría a hacer eso?

"Harvey, ¿está todo bien?" La voz de la hembra interrumpió sus pensamientos.

Con expresión amable, el sanador se volvió para responder a la hembra. "No hay nada de que preocuparse, Qingqing. Los machos tienden a ser demasiado cautelosos cuando se trata de su mate, como sabes. Seguro que todo va bien".

En la cabeza de Winston, todas las piezas encajaron. La expresión que el sanador acababa de mostrar a la hembra era algo más que cortesía profesional. Si Bailey hubiera visto eso, podría haber decidido darse por vencida. Sobre todo, sí pensaba que Harvey estaba enamorado de otra hembra. Bailey era un alma muy considerada, aunque fingiera no serlo. Habría antepuesto los sentimientos del sanador a los suyos.

A medida que el panorama se aclaraba, Winston se enfurecía más. ¡¿Cómo se atrevía el sanador a permitir que su compañera se acercara tanto a él cuando ya amaba a otra persona?!

El aura de bestia de Winston llenó lentamente la habitación. La hembra se estremeció y se encogió de miedo.

"¡PARA! ¡Estás asustando a Qinging!" Gritó Parker mientras saltaba para enfrentarse al tigre. Winston desvió el ataque con un brazo y lanzó al leopardo contra la pared como si estuviera espantando una mosca.

"Winston, cálmate. Estoy seguro de que Bailey está bien". Dijo Harvey, poniéndose entre Bai y el hombre bestia tetra marcado.

Winston agarró a Harvey por el cuello y lo levantó del suelo. "¡Cómo te atreves a decir su nombre! ¿Tienes idea de lo que has hecho? Mi mate ha venido hoy aquí para ofrecerte un lugar a su lado, ¡pero estabas demasiado ocupado insinuándote a esa hembra para darte cuenta!".

El rostro de Harvey se vació de sangre y el blanco de sus ojos se hizo claramente visible mientras la comprensión se convertía en shock. "¿Qué?" Consiguió balbucear.

"Ya me has oído". Gruñó Winston, acercando el rostro del sanador al suyo. "Acabas de perder la mejor oportunidad de tu vida". Soltó a Harvey y el sanador se desplomó en el suelo.

Harvey se quedó sentado mirando al vacío. "¿De verdad iba a pedirme que fuera su mate?". La pregunta apenas se oyó.

Winston resopló con sorna. "Patético". Dijo. "Será mejor que esperes que esa hembra te acepte. No quiero volver a verte cerca de MI mate".

Con ese último comentario, Winston salió furioso de la cabaña. Olvidando los pájaros cortos, se movió y corrió a casa para consolar a su mate.

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