_Ricardo: ¿Por qué esa cara? ¿Hay argo que te preocupe?
Justo antes de llegar a la torre de control, Ricardo habló con el caballero, cuya expresión era rígida.
Deteniéndose, Julius alzó una ceja, sorprendido.
_Julius: Qué inesperado, Ricardo. Nunca imaginé que tú mostrarías preocupación por los problemas de los demás.
_Ricardo: No confundas esa frase con argo má'. Sólo 'toy yo contigo. Digas lo que digas, será un secreto también para la señorita.
_Julius: ...Bueno, tampoco es que estés equivocado.
Aunque era raro, Ricardo a menudo hacía acertadas observaciones sobre la gente.
De no ser así, no habría sido capaz de asumir su papel como líder de Colmillo de Hierro; cualquiera lo pensaría al escuchar meros fragmentos de su espléndida carrera. Preocuparte sólo por ti mismo e ignorar tus alrededores no era manera de sobrevivir. Esto se aplicaba tanto a esclavos como a mercenarios.
_Ricardo: Ese crío sí que es brutar. Aun así, jugaré el paper que se me ha asigna'o, así que puedes confiar en mí. También tendré en cuenta tu opinión, yerno.
_Julius: Eso de "yerno" me asusta. No tengo esa clase de extraños sentimientos hacia Anastasia-sama.
_Ricardo: ¿Qué?, es cosa de la señorita, eh. Quizá sea sobre Mimi. Ademá', ella no ha logra'o convencer a la señorita aún.
_Julius: …
Julius sonrió amargamente. El gesto de suavemente agitar su cabeza fue agraciado como siempre, pero esta vez le faltaba precisión a la hora de escoger las palabras apropiadas.
Y al ver ese gesto,
_Ricardo: Hay argo raro con la conquista der Ayuntamiento. La señorita también lo piensa. Ella no ha oí'o musho ar respecto, pero yo forzaré a que sarga to'o.
_Julius: Parece que no tienes piedad.
_Ricardo: Por supuesto, es cuestión de vida o muerte. No quiero darle la esparda a arguien que 'tá confuso. ¿Vas a hacer arguna clase de excusa pa' negarlo?
_Julius: …No, es justo como dices. Era yo quien estaba equivocado. Ciertamente, que yo dude en hablar incrementa el riesgo que corremos.
Julius asintió con la cabeza a Ricardo y arqueó sus cejas con elegancia.
Sin embargo, Julius no dijo nada más. Viendo esto, Ricardo se deshizo de su aletargamiento y habló con voz decaída.
_Ricardo: ¿Por qué te detienes? Es triste que 'tés tan confundi'o. Sólo déjalo salir to'o y habla con franqueza, ¿no pue'es ar meno' hacer eso? ¿Qué te lo impi'e?
_Julius: …
_Ricardo: Julius.
_Julius: Me disculpo. No logro escoger las palabras apropiadas para expresar lo que quiero decir. El motivo de mi preocupación es, como has adivinado, el Arzobispo del Pecado que fue encontrado en el Ayuntamiento. Roy Alphard de Glotonería, era él, sin duda alguna. Sin duda, pero...
Julius cortó sus palabras a medio camino al tiempo que sus ojos amarillos se llenaban de incertidumbre.
_Julius: Al igual que otros Arzobispos del Pecado, quizá Glotonería también posea una habilidad inexplicable. El poder de alimentarse de recuerdos y de nombres fue descubierto hace tiempo en la batalla contra la Ballena Blanca. Sin embargo...
_Ricardo: ¡Julius!
Ricardo gritó al instante que cierta ansiedad se aposentó en su corazón. Julius inmediatamente reconoció lo que significaba.
—La atmósfera se sacudió, todo sonido desapareció del mundo, y una luz se alzó en el cielo.
Sólo podía haber una situación en que esa extraordinaria luz inundara el cielo nocturno. Debía ser el resultado de un ataque del individuo más fuerte de este mundo.
_Ricardo: Qué técnica tan vistosa. Pue'o asumir que se trata der Santo de la Espada, ¿no?
_Julius: Ah, Reinhard, cierto. Parece ser que Subaru y los otros ya han entrado en contacto con Codicia. No podemos permitirnos más demoras. Debemos apresurarnos.
Cuando un Arzobispo del Pecado era atacado, los demás Arzobispos no se reunían para defenderse y contraatacar; pero eso no significaba que no fueran a tomar alguna clase de acción.
Julius y Ricardo aceleraron el paso, aproximándose a la torre de control.
_Ricardo: ¿Qué pasa con ese tar Glotonería? ¿Dices que es un monstruo extraordinario?
Cargando en el hombro su enorme machete, Ricardo presionó a Julius para que continuara lo que estaba diciendo antes de la interrupción. Éste giró la cabeza y miró hacia atrás, con una expresión que negaba lo que acababa de decir.
_Julius: No. Aunque la vez anterior no pareció que atacara en serio, la habilidad de Glotonería no parece ir más allá del conocimiento humano en sí mismo. Si nosotros dos somos sus oponentes, será suficiente para enfrentarse a él. —Sin embargo, la excentricidad del enemigo es un asunto totalmente diferente.
_Ricardo: …
La inevitable preocupación que Julius sentía era por el hecho de que él mismo no conocía el límite de su verdadera excentricidad. Y el inusual egoísmo de Julius le había hecho evitar mencionar esto durante la reunión estratégica anterior.
Para Julius, Glotonería era un oponente perturbador e impredecible; pero aún así, creía que era su deber cruzar espadas con él.
Ricardo no conocía la razón.
Podría decirse que ni siquiera Julius lo sabía con certeza.
Corriendo sobre el adoquinado, doblaron la esquina hacia la salida de la calle. Allí se encontraba una de las cuatro torres de control, pintada de diferente color al resto de los edificios; y frente a ella estaba...
_???: A~h, sabíamos que vendrían. Esperábamos que vinieran, eh. ¡Así eh, así es, así sí es, así es ¿cierto?, así es ¿verdad?, creo que así es, ¿no es así?, parece que así es eh, precisamente porque parece que así es—! ¡Valió la pena la espera—!
—Delante de la entrada de la torre de control, un único chico se encontraba de pie en medio de la plaza adoquinada.
Vestido con sucios harapos, de cabello castaño oscuro, dejado crecer durante un largo tiempo hasta llegar a una longitud considerable. Sus ojos desquiciados brillando de felicidad, su boca dejando ver sus caninos afilados y una lengua que goteaba, colgando de ella.
Era un chico joven, con ambos brazos colgando hacia abajo. No importa cómo lo miraras, apenas parecía tener fuerza alguna y se veía como un simple niño vagabundo, pero un aura peligrosa manaba de su cuerpo.
_Ricardo: Sólo pa' confirmar… Es ér, ¿cierto?
No hacía falta preguntarlo. No cabía duda de que era él; estaba confirmado.
Como respuesta a Ricardo, Julius sólo bajó la barbilla silenciosamente.
No había duda o error posible: el Arzobispo del Pecado de Glotonería se encontraba frente a ellos.
Él era la peor clase de blasfemo que depredaba los nombres y recuerdos de otras personas.
_Julius: Roy Alphard…
_Roy: Sí, respuesta correcta. Ese es nuestro nombre. Estamos felices de que lo recuerdes. Felices eh. Felices ¿eh? Creo que felices. Porque estamos felices. Precisamente porque estamos felices, ¡bebiendo glotonamente—! ¡Comiendo glotonamente—! Sería provechoso comer y beber, e~h. Y también…
Declarando su nombre, Alphard rio con terrible brutalidad. Miró con fiereza directamente a Ricardo, parado justo al lado de Julius.
Su boca se abrió y sus orificios nasales se ensancharon mientras sus ojos se llenaban de éxtasis.
_Roy: Y esta vez parece que obtendremos un cachorrito. Eso nos hace indescriptiblemente felices. Después de todo, nuestro estómago habría estado en apuros si fuera sólo Julius Euclius-kun, e~h. Digas lo que digas, no habría tenido ningún tipo de sabor, ¿no creen?
_Julius: Por lo visto he empezado a aburrirme de tus insultos. De modo que para terminar con esto rápido, pedí a mi amigo que me acompañara esta vez. Aunque es poco elegante tener a más de una persona…
_Roy: A~h, es buena, esa forma de comenzar. Hacer eso para subir la confianza en sí mismo puede ser bueno y típico de Julius-kun, e~h; pero también de mal gusto. Nuestro paladar es exigente, por lo que saborear eso es un poco problemático; aún así, nos intriga, ya que ¡Julius-kun es uno de los de mayor nivel que hemos visto hasta ahora—! Ordenado y consistente, e~h.
_Julius: Vaya vaya… A pesar del gran recibimiento de antes, dices cosas muy poco amigables después.
_Roy: ¡Eso sí es inevitable—! Nuestra, nuestra intención no es esa… es que somos un tira y afloja constante. Pero queremos que ignores un poco esta ligera desigualdad de personalidad, porque tal es nuestra esencia—.
Agitando sus brazos, Alphard no cambió su postura hasta el final. Ante esa actitud provocativa, Julius se mantuvo en calma, pero Ricardo fue incapaz de contener su desagrado. Chasqueó su lengua e hizo crujir los huesos de su cuello.
_Ricardo: Oh,no tienes pelos en la lengua, ¿eh, shico? Pero si crees que me contendré sólo porque seas un shico, 'tas mu' equivoca'o. Lo que obtendrás por tus peca'os no será mu' bonito. Yo sería capaz de atravesar dimensiones sólo pa' darte una paliza. Aplastaré esa cabeza que tienes, shico.
_Roy: Oh, qué miedo, qué miedo. No nos mires con esa cara que dá miedo. Nos disculpamos si te ofendimos al llamarte "cachorrito", e~h, Ricardo Welkin. Aún así, hace tiempo que ansiábamos encontrarte, ¿sabes? ¡No nos asustes, con esa ruda y fuerte voz tuya, e~h!
_Ricardo: ¿—?
Habiendo sido llamado por su nombre, Ricardo miró de reojo a Julius, quien había fruncido el ceño.
Era extraño. Las palabras de Alphard no deberían ser más que los delirios de un loco, pero la enorme sensación de incomodidad no podía ser fácilmente ignorada. Por ejemplo, ¿en qué momento aprendió el nombre de Ricardo?
_Ricardo: Mardito mocoso espeluznante… ¿De dónde y cómo es que sabes nuestros nombres?
_Roy: No he hecho algo tan sabio como intentar investigarlo, e~h. Es sólo que, para nosotros, es obvio saberlo. ¿No es así, Julius-ku~n?
_Julius: Aunque quieras que asienta, no puedo responderte. No sé tanto sobre ti. Si lo harás así, de la misma forma romperé el flujo.
_Roy: ¿Ves?, ahí está esa aburrida conclusión de nuevo. Aunque nos preocupa mucho, ¡es angustiante, insatisfactorio y desagradable—! Esconderlo en el corazón, ¡priorizar pensar en los demás antes que en uno mismo—! Es algo virtuoso en un caballero, e~h; pero muy aburrido como persona.
Desenvainando su espada de caballero, los labios de Julius susurraron algo en voz muy baja.