webnovel

Perfectos Extraños

América Baker tiene las riendas de su vida, ha sido así desde que su mudó a Memphis y tuvo que independizarse como toda una adulta. Sin embargo la tranquilidad que a penas la albergaba se ve corrompida por el extraordinario Nick MClain. Un corredor de la Fórmula 1 que volvió a Memphis para poner patas arriba la vida de América. Conocer el amor y el sexo será un éxtasis del que se volverá adicta, pero ¿podrá lidiar con todos los problemas que conlleva estar con alguien cómo él? Nick de apellido impune, de mirada orgullosa, tan problemático y errático como nadie. Tan guapo como ningún chico que haya conocido antes. ¿El amor lo podrá todo?

Skarlet364 · Lịch sử
Không đủ số lượng người đọc
12 Chs

Capítulo 6

Llegamos a la fiesta, había un gentío alrededor de la casa de dos plantas. Vasos rojos esparcidos por todo el jardín. Más de un borracho tirado en la acera, me preguntaba como era posible que la policía no hubiera sido alertada, era de madrugada y el escándalo y desorden que había era majestuoso por no decir otra cosa.

Bajé del auto y seguí a Sam hasta la entrada, todas las personas de la fiesta eran iguales; quien no encajaba era yo, con mi vestimenta de Zara realmente me sentí «pija» como me habían dicho.

— ¡Eh! Colega, ¿cómo te trata la vida?— saludó el pelinegro a un moreno que estaba en la entrada como seguridad— Ella es mi amiga Mare, viene conmigo.

El tipo me repasó de arriba a bajo, sin mostrar nada en su cara cruzado de brazos. Asintió.

— ¿Lo ves? Conmigo puedes entrar a cualquier lado soy como una lagartija; aparezco hasta debajo del carro.— me dice Sam susurrando en mi oído. No pude evitar reír tontamente.

Entramos a la casa, había de todo menos tranquilidad, y me sentí totalmente fuera de lugar en cuanto mi vista reparó en otras mujeres: shorts y tops diminutos, hablando claro por las que estaban vestidas y no sólo en traje de baño. Suponía que debía haber una piscina, pero estaba sorprendida por sus faltas de sensibilidad, aquí hacía un frío horrible y yo ya estaba tiritando. Quizás por los nervios.

— Ya vengo Mare. Siéntate donde gustes, buscaré unas bebidas para ambos— dice Sam empujándome por los hombros al primer sofá que tenía en frente. A penas mi trasero tocó el cuero él no puso reparo y desapareció por la enorme casa.

Pasaron un par de minutos, tantos que incluso perdí la cuenta. Mire a mi alrededor y estaba sacada de onda; no estaban mis amigos, ningún conocido y desde que había llegado al castaño no lo había visualizado.

Habían chicos de todo tipo, pero el gigantón de Nick no estaba por ninguna parte. Me levanté del sofá suspirando, en busca de Sam quizás: me aburría a horrores y estaba demasiado desencajada para buscarle platica a algún desconocido. Indagué por la casa, pasando cuerpos sudorosos y rostros calenturientos y hormonales. Llegué a la cocina dando trompicones sin hallarlo, y cuando me rendí buscando en la primera planta decidí subir a la segunda. Me arrepentí de inmediato, solo habían habitaciones y no se necesitaba ser un genio para saber lo que ocurría en ellas habiendo una fiesta.

Abrí la primera puerta que decía ser el lavabo, me quería refrescar el rostro para idear un plan de vuelta a casa. Sin embargo me quedé muda y con los ojos como platos en cuanto mi cerebro comprendió la escena que tenía en frente.

Los iris avellanas de Nick me miraron sorprendidos mientras que su boca soltaba una maldición, la rubia entre sus piernas siendo indiferente de lo que pasaba a su alrededor. Estaba atónita parada al frente de ambos, parecía una loca; pero algo así jamás me había pasado y solo me quería abofetear para lograr salir corriendo.

— Oh, lo siento...— Mascullé cerrando la puerta de un portazo.

Retrocedí aún perpleja, no le podía ver a la cara después de haber visto aquella escena.

«Que perturbador»

— ¡Mierda Nick, ¿qué coño haces?— escuché gritar a la tipa tras la puerta.

Corrí escaleras abajo, pasé a la gente atravesada a los golpes, varios me pegaron gritos de alto, pero estaba muy centrada en mi vergüenza como para ponerme a pensar. Me iría de esa fiesta cómo diera lugar, había sido una pésima idea el haber llegado hasta allí esa noche. Lo que me consolaba es que había visto una parada de autobuses de camino aquí y podría dormir en la banqueta.

— ¡Hey! ¿A dónde vas?— gritó Colton tratando de retenerme pero fui más rápida, y con desespero me escabullí de entre sus dedos.

Salí de la casa y di vueltas sobre mi eje buscando soluciones para marcharme de ahí. ¡Había sido una pésima idea! Absolutamente todo: desde ir a no sé qué con Annie para acosar a Nick, desde aceptar que sus amigos me trajeran a una fiesta porque esta me había abandonado.

Una mano fuerte y firme me tomó por el brazo bruscamente volviéndome hacia si. La cara distorsionada de Nick por una mueca me dio de lleno.

— ¿Qué mierda haces aquí? ¡Joder no sé en qué idioma hablarte!— escupió cabreado, sus ojos destelleaban furia.

— ¡Suéltame!— jalonee mi brazo.

Se pasó la mano por el pelo.

— ¡Mierda!— estaba librando una lucha interior mientras me veía más patidifuso que nunca— ¿A qué coño ha venido esto? ¿Te apareces tres veces en el mismo puto sitio que yo y en una noche? ¿Qué putas necesitas para dejarme en paz?

— ¡No te estoy siguiendo! Sé que es lo que parece, pero te lo juro. ¡No lo hago!

— Por supuesto; por eso te contoneas de aquí para allá e interrumpes mi privacidad.— sisea.

Mi cara es un poema, lo sé por cómo me está mirando.

— Es en serio, eso ha sido sin querer y no sabes cuánto lo siento.— digo atropelladamente con la sangre en las mejillas.

— ¿Qué es lo que sientes? ¿No haberte juntado?

Su sonrisa de arrogancia junto con su cabreo me hacen delirar, me está sacando las costras a propósito para verme echa una furia.

— ¿Acaso solo piensas con tú miembro? Es absurdo; ¡y una mala pasada! No he querido invadir tú privacidad, ni seguirte—

— Solo te apareces en el momento oportuno para joderme; parece un talento pero se nota que es adrede, ¿qué quieres de mi? ¿Mi atención? La estás obteniendo—

Abro la boca y al mismo tiempo la cierro. ¡Las tienes gigantes! Realmente gigantes, no puedo creer que una cabezota haya tanto ego.

— Olvídalo, todo gira alrededor de ti. Me largo.

Bufó.

— ¿A dónde? ¿A seguir poniéndola?

— ¡No es tú problema, Nick!

Varios ojos curiosos se dirigieron a nosotros, los murmullos no tardaron en llegar y Nick notó cada uno de ellos. Su espalda tensa se relajó notoriamente fingiendo que no pasaba nada.

— Vamos— dice tomándome del brazo y empujándome a trompicones a la casa.

— ¡Suéltame!— grité echa una furia— Joder, ¿quién te crees? ¿Mi padre?

Su rostro se transforma pero del hastío.

— Conozco a cada una de las personas en este lugar; tú no tienes nada que ver con ellos— escupe— Explícame qué haces aquí, porque no creo que seas consciente de la inmensidad de la mierda en la que te puedes meter—

— ¿Acaso insinúas que esto es peligroso?— pregunto blanqueando los ojos.