webnovel

Perfectos Extraños

América Baker tiene las riendas de su vida, ha sido así desde que su mudó a Memphis y tuvo que independizarse como toda una adulta. Sin embargo la tranquilidad que a penas la albergaba se ve corrompida por el extraordinario Nick MClain. Un corredor de la Fórmula 1 que volvió a Memphis para poner patas arriba la vida de América. Conocer el amor y el sexo será un éxtasis del que se volverá adicta, pero ¿podrá lidiar con todos los problemas que conlleva estar con alguien cómo él? Nick de apellido impune, de mirada orgullosa, tan problemático y errático como nadie. Tan guapo como ningún chico que haya conocido antes. ¿El amor lo podrá todo?

Skarlet364 · Lịch sử
Không đủ số lượng người đọc
12 Chs

Capítulo 4

Con un suspiro me erguí caminando segura, lo mejor era comprobar que no estuviera e irme.

— ¡Eh! ¿Y tú quién eres?— preguntó uno de entre los diez que habían— joder, estás muy buena, ¿vienes hacerme compañía?

Sonrió ridículamente mientras sus amigos lo aludían, puse mi mejor cara de póker mientras me centraba en divisar a Annie entre las brujas con mini faldas que estaban con ellos.

— ¿Acaso no tienes idea de cómo hablarle a una mujer? — mascullé con una mueca— ni siquiera tengo idea de quién eres.

Se encogió de hombros. Sus amigos se partieron de la risa.

— ¡Tómaloo!— gritó uno burlándose entretenido.

Negué con la cabeza a punto de darme la vuelta, había fracasado a desniveles, Annie no estaba con ellos. Pero me quedé quieta en cuanto vi a Nick, nuestros ojos se encontraron, estaba sentado en el asiento del Mustang y antes no lo había notado. Había sido un despiste total de mi parte dado que era enorme y muy poco probable hacerse pasar desapercibido.

Arrugó la frente al verme, tal vez me recordaba o me le hacía familiar si tenía una escasa memoria.

— ¿Qué haces aquí?— masculló levantándose, al notar que efectivamente si me conocía. Se me detuvo al frente jalándome del brazo lejos de sus amigos— ¿Estás loca o qué? ¿Qué haces en un sitio como este?

Me sorprendió su actitud, si algo era más que claro es que yo no le debía explicaciones a nadie, y mucho menos a él, que no lo conocía de nada.

— Me gustaría poder responderte, pero estoy en ascuas como tú.

— ¿De qué coño hablas?— se cruzó de brazos, él tatuaje de su brazo hinchándose con el movimiento.— ¿Me has seguido con tú amiga?

Me he quedado con la palabra en la boca. Hay vergüenza en mi rostro y a él no se le pasa por alto. Una sonrisa irónica se forma en sus labios.

— ¿Dónde te pongo el autógrafo? ¿Lo quieres en las tetas o las caderas?

«¿Qué?»

— ¡Claro que no! No quiero ningún autógrafo, y no te he seguido. He venido con mi amiga a por... — mi cerebro se quedó en blanco durante un segundo hasta que pude pensar algo lógico— Hemos venido porque nos invitaron.

Enarcó una ceja, era claro que no me creía ni siquiera un poco y que le parecía ridícula mi aparición.

— Ya.

— Es la verdad.

— Pues me parece que estás mintiendo... Nena, no serías la primera en seguirme, ¿pero esto de qué va? ¿Por qué tú actitud altanera?

Bufé.

— No te he seguido; ni siquiera eres de mi tipo. Solo he llegado aquí porque me han invitado y no sabes cuanto me arrepiento justo ahora.

— Por supuesto que si— masculló mostrando la hilera de dientes con superioridad— ¿Qué te traes? ¿Quieres mi cama?

Puse los ojos en blanco con desespero. Me estaba tocando las cosquillas, ¿qué le pasaba a los hombres de ahora que eran tan patanes?

— Nick... Supongo que jamás has escuchado la palabra «no», pero es justo la que te traigo. No quiero nada de ti... Solo quiero irme y encontrar a Annie.

Su modo operandis cambió por completo. Me miró por un segundo tratando de descifrarme hasta que vi el brillo de algo en sus ojos.

— ¿Tú amiga te ha dejado sola?

— No. Si... En realidad es una historia larga, ¿no la has visto?

— ¿La pelirroja?

Asentí.

«— Puede ser.

Se cruzó de brazos. Mi ojo hizo tic.

— ¿Si o no? Quiero volver a casa, y ella ha venido a por aquí a buscarte...

«Mierda»

Sonrió con arrogancia.

— Lo sabía, nena esa es la de todos los días. Sin embargo me sorprende que me hayan conseguido aquí... Ni siquiera mi manager lo ha hecho, ¿cómo lo han conseguido?

— ¿Qué? ¿Tienes manager?—solté sorprendida. ¿Y este quién era para tener manager?

— Eso es lo de menos, ¿vas a contarme o tendré que adivinarlo?

Me crucé de brazos.

— Hay métodos... No eres especialmente minucioso.

Le estaba buscando las cosquillas. ¡Yo ni siquiera había planeado algo de esto!

Su sonrisa arrogante no había desaparecido y estaba embobada por semejante carisma. Dios, Nick era tan atractivo que te hacía sudar solo con respirar.

— Si, la he visto... Ha ido al aparcamiento, ¿de ahí vienes no?

— Si, pero no la he visto.

Asintió.

— ¿Necesitas algo más?

Negué. Era tremendamente arrogante y odiaba haberle hecho gelatina en la cara.

— Bueno, tengo... Que ir a por ella... Fue un gusto volver a verte, supongo— me encogí de hombros. Di media vuelta para retirarme, pero antes me agarra del brazo deteniéndome.

— Ten cuidado, este lugar no es para ti.

¿Cómo sabe él qué lugar es para mí o no?

— Esa decisión es mía. Me toca decidir si es o no un lugar para mi— respondo sabiendo que tiene razón, y que no podría estar más alejada de mi zona de confort.

— No es lo que pretendo decir. Es un sitio lleno de tipos macas con mucha droga encima— negó con la cabeza— Perteneces tanto aquí como yo lograría hacerlo en una película de las Barbies. ¿Estás segura de volverte por ahí sabiendo que te pueden hacer algo malo?

No negaba que me asustaba el sitio, y mi cara no se esforzó en ocultarlo por la mueca que cargaba él.

— No, en realidad. Pero he llegado aquí con Annie y me he venido para buscarla. Sino la encuentro no podré volver a casa.

Soltó un fuerte suspiro mirando a sus espaldas.

— Te acompaño.

No pude ocultar mi sorpresa, dos veces en una noche se ofrecía a ser mi guardaespaldas. Me entró la risa tonta en cuanto me vi cuestionándome como seria si fuera así en realidad. Arrugó el entrecejo, pero no dijo nada.

— Te lo agradezco—digo comenzando a caminar.

— ¡Hey! ¿A dónde van?— preguntó uno de los tipos que estaban con él. Llevaba el cabello largo enmarañado y no tenía buena pinta.— Pero si ya estamos listos para dar la pelota, no te puedes ir Nick.

— No me iré; voy a llevarla hasta su auto— le respondió con frialdad que me heló el cuerpo.

— ¿Nick MClain comportándose todo lo contrario a ser un capullo?— bufó con una carcajada que no le llegó a los ojos— ¡Joder! Hermano dime que no tienes fiebre.

Se acercó a nosotros; lo suficiente para verme de frente.

«— ¡Aah! Ya, eso lo explica.

Enarqué una ceja.

— ¿Explica qué?

Se me quedó mirando durante un milisegundo sopesando lo que diría a continuación.

— Eres bastante pija; me agradas. ¿De dónde eres? No pareces de esta parte de la ciudad.

Le lancé una mirada a Nick sin saber si me lo decía en broma o era en serio. ¿Cómo era capaz de llamarme pija y en la misma oración querer saber acerca de mi vida?

— Está ebrio, y habla más que una maraca. Vamos.

Voltee la cabeza al peli negro. Se despedía con una mano mientras se volvía hacia sus amigos. Me había parecido muy raro, pero sobretodo la tensión de Nick al tenerlo cerca. ¿Quizás habían problemas entre esos dos?

Caminamos un buen tramo, lejos de los espectadores. Él se había encargado de ocultarse bajo la negrura de la noche, justo donde los postes no funcionaban, y siendo un lugar demasiado amplio y alejado de la ciudad era obvio que podían ocurrir este tipo de eventos.

— ¿Cómo es qué alguien como tú ha terminado en lugar como este?— preguntó con tanto desdén en su voz que se me hizo imposible pasarlo por alto.

«Alguien como tú », su manera despectiva de referirse a mi me descoló, había sido igual con el otro tipo de hace unos segundos cuando me decía «pija»

— ¿A qué te refieres con alguien cómo yo?— dije demostrando la ofensa en mi voz.

— No tienes la pinta de los que vienen por aquí; pareces salida de una fraternidad. "Kappa no sé qué mierda"

Enarqué una ceja. Todos los presentes tenían mala pinta, recién salidos del horno, sin embargo no él.

— Si es por esa razón tú tampoco; no tienes ni la mitad del parecido de con quienes estabas. Mucho menos de quienes los veían a lo lejos.

Había notado su caro reloj y su porte regio; nadie que perteneciera de los bajos suburbios se vería con la misma clase que él. No era por denigrar a nadie, pero era su aspecto y sus movimientos que lo delataban. Él tampoco pertenecía ahí.

Se pasó la mano por el pelo negando con la cabeza.

— Me refiero a lo estirada. Pareces de las chicas que no salen de su casita de princesas.

Sé que esta siguiéndome, y me he cabreado con esas simples palabras. Su mirada recae en mí cuando me detengo entre ambos y le suelto con tono duro.

— Gracias por acompañarme; a partir de aquí puedo llegar yo solita.

Sus iris avellanas profundos me siguen, pero ha sido suficiente. Sólo soy la personificación de lo aniñado para estar acompañada por alguien como él, por ello se ha encargado de meternos por donde nadie nos pueda ver y a penas logro notarlo. Se ha avergonzado de que lo vean junto a alguien como yo, por ese motivo hemos caminado por el único tramo oscuro de la calle.

Y me lo ha confirmado en cuanto ni siquiera chista y se devuelve metiéndose las manos dentro del sweter.

Escucho un bufido suyo y como dice entre dientes «Mujeres», lo ignoro.

Camino desorbitada por la negrura, el miedo es lo de menos; sé que los espectadores están muy ocupados como para que alguno quiera fastidiarme la noche. Sin embargo mi corazón se desboca y me siento desmayar en cuanto vuelvo al aparcamiento y no hay nadie.

Doy vueltas para confirmar y llego al mismo hueco.

Annie se ha ido.