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Perfectos Extraños

América Baker tiene las riendas de su vida, ha sido así desde que su mudó a Memphis y tuvo que independizarse como toda una adulta. Sin embargo la tranquilidad que a penas la albergaba se ve corrompida por el extraordinario Nick MClain. Un corredor de la Fórmula 1 que volvió a Memphis para poner patas arriba la vida de América. Conocer el amor y el sexo será un éxtasis del que se volverá adicta, pero ¿podrá lidiar con todos los problemas que conlleva estar con alguien cómo él? Nick de apellido impune, de mirada orgullosa, tan problemático y errático como nadie. Tan guapo como ningún chico que haya conocido antes. ¿El amor lo podrá todo?

Skarlet364 · Lịch sử
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12 Chs

Capítulo 3

Habíamos salido como unas crías del departamento en el auto de Annie hacia la famosilla fiesta, era claro que la estábamos cometiendo descomunal yendo hacia un sitio donde no conocíamos ni un alma o mejor aún, donde ni teníamos seguridad de que el tipo... eh, Nick estuviera allí, por ende era estúpido y sin sentido alguno, y esa era la razón de mi mal humor.

Megan y Derek tras nuestro en el auto de este último.

Mi reacio era claro, estaba en contra de esta locura sobretodo después de lincharme con aquel bárbaro hace tan solo unas horas, me dolían los golpes y comenzaban a formarse contusiones, mis ánimos para salir de casa eran tan escasos como el agua en el Sarah. En lo contrario por respecto a mi, Annie estaba removiéndose en el asiento del conductor contenta por hacer semejante locura. La quería, y mucho, pero a veces sus bragas mojadas nos metían en líos que era mejor no sucumbir.

— Solo piensas en follar, es impresionante como tú cerebro máquina cada cosa— reproché pintándome los morados, mi camiseta era descotada no quería llegar aquel sitio y que todos notaran mi piel herida— pareces una cría enamorada, ¿cuantos tienes? ¿Dieciséis?

Ella conducía en zigzag, era una pésima conductora y yo de necia que la había dejado montarse tras el volante.

— ¡Que va! ¿Cuántos tipos conoces que les quieras meter la lengua hasta la garganta?— soltó sin pudor alguno, claramente no tenía pero me hubiese encantado creer que si— ¿sabes desde hace cuanto estoy buscando un polvo con un tío de ese tamaño? ¡Joder! Y está más que bueno, ¿cuál es tú problema?

Enarqué la ceja hastiada. ¿Qué cuál era mi problema? ¡Que por el amor de Dios no me daba descanso! Estaba loca de atar y me metía en sus líos, ¿quién le dijo que yo quería ir a esa fiesta? Para mi buena desgracia mi compañera de piso y mejor amiga tenía un incipiente problema con su entrepierna.

Me reí entre dientes, era tan fuera de lugar la situación que quería llegar, buscar al tipo por mi propia cuenta y llevárselo a rastras para que dejara de darme lata.

— Mi problema, Annie Bell— mascullé con hastío— es que me inmiscuyes en cada loca aventura que se te cruza entre ceja y ceja, ¡déjalo estar! El tipo te había dicho que no tenía Instagram. ¿Y lo vamos a buscar en una fiesta? ¿No te has preguntado si es gay?

Abrió los ojos de par en par con cara de zarandear, le había disgustado mi comentario y no estaba feliz de que lo hubiera mencionado. Lástima, era la verdad, ¿ella no amaba enrollarme la vida? ¡Pues toma!

— Si él es gay oficialmente me declaro una harpía— dijo como que si fuera un imposible, se encogió de hombros al sentir mi mirada amenazante— Vale Mare, estás cabreada, no andas de humor pero te agradezco que no me jodas la noche.

Mi humor estaba espléndido comparado con cómo estaría en cuanto llegáramos a la dichosa fiesta.

— Debiste dejarme en casa— dije sin importarme que se hastiara. No lo decía en serio, ambas sabíamos que Annie Bell siendo el peligro que era al volante no podía salir de fiesta sola.

— Ya, calla— masculló irritada— Ahorita me dices estás idioteces, te quiero ver más tarde cuando la estás pasando bien. ¡Joder! Es que ya me lo imagino, América bolitas locas saliendo a la luz.

Le lancé un golpe en broma que me terminó doliendo a mi que a ella. Annie amaba tocarme las cosquillas, por ende sacaba a la luz mis momentos más oscuros de farra. Si entre ella y yo, una era un alboroto pecaminoso sin remedio ebria pues si... efectivamente era yo, que sacaba a relucir una personalidad muy oculta y que pocos sabían sobre mi.

Nos detuvimos en lo que era un tumulto de personas en medio de la nada, los coches dispersos parqueados por todos lados. Estaba tan testado que me dio migraña imaginar bajarme del auto, Annie estaba mal de la cabeza si planeaba que me quedaría en un sitio así.

Las personas alrededor no tenían buena pinta, era más que notable lo ilegal de todo el asunto, que a mi no me vinieran con rollos esto ni debía ser.

— Ve por tú galán, yo me quedo aquí— me crucé de brazos— y avísame si no te roban el móvil antes de que puedas subir al auto.

— Jodete— masculló.

Me lanzó una mala mirada antes de bajarse y dar un portazo. Le saqué la lengua en cuanto se volvió con mala cara, me sacó el dedo de en medio como respuesta.

Estaba loca de atar y me quería mandar derechito a su locura. Sabía que no estaba molesta conmigo y que tampoco era una riña, solo no estábamos de acuerdo en algo y nuestros puntos de partida tenían muchas diferencias.

Lo peor del cuento es que si encontraba al susodicho era yo quien iba a pasar desvela en el auto.

La vi alejarse junto a Megan y Derek, ella hablando con este último que seguramente le estaba preguntando por qué no me bajé del auto.

Me recosté en el asiento, bajándolo, quería echarme una siestesita durante lo que pasara mi querida amiga en el infernal lugar.

Pasaron una o dos horas, tal vez una eternidad cuando tenía el trasero entumecido y la cabeza palpitante, ¿cuantas horas más tendría que estar en el bendito auto? Estaba calórica, ni siquiera me había dejado las llaves, lo puse como nota mental para darle lata cuando la tuviera de frente. ¡Me obligaba a venir! Y de paso tenía que aguantarme semejante maldad.

Me bajé de un portazo, no aguantaría mucho tiempo más. Miré a mi alrededor y toda la gente que había estado hace un rato había desaparecido, solo estaban sus autos, suponía que era él aparcamiento que eligieron. Caminé hacia donde había bulla, estaba exageradamente alta, entonces noté la pista de coches en medio y el gentío. Esto debía ser una broma, eran carreras ilegales, ¡genial! Ahora no solo me tenía que preocupar porque Annie no estuviera cometiendo una estupidez sino porque en este tipo de evento armaban unas tantas que si no salía alguien muerto, lo hacía sumamente herido.

Caminé por el medio de la pista sin importarme un rábano, muchos ojos curiosos se dirigieron a mi, quizás pensando «¿se ha vuelto loca o qué?» no era problema suyo, solo quería encontrar a mi necia amiga, ahora sentía la culpabilidad de mis acciones, no tuvimos que habernos separado nunca.

No la divisé por ningún lugar, también era una tarea complicada cayendo en cuenta que había demasiada gente. El alcohol y el olor a mariguana estaban latentes en el ambiente, era asqueroso. Las apuestas por otro lado se armaban, no había visto quienes correrían pero como había dicho Annie si el tal Christopher era el centro de atención de todo esto pues era claro que él sería uno de los que lo haría.

¡Bingo!

Como de un momento celestial fuera la bombilla en mi cerebro se encendió, era claro, tenia que ir hasta donde estarían los de la competencia. Ahí debía estar mi querida amiga.

Pasé los cuerpos aglomerados que se meneaban entre sí de una forma asquerosa, hasta que vi dos autos increíbles parqueados, la refinidad en ellos gritando. Solté un silbido, eran unas máquinas que se veían maravillosas. Reconocía el que era de color plomo de una película, la de Jhon Wick, era un Mustang 1964.

No estaba temerosa ni mucho menos pero habían uno tipos amontonados en los autos que me hicieron titubear, ¿y si Annie no estaba entre ellos?