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Pequeña señorita diablita: la esposa traviesa del presidente

—No me llevarás a la cama. Nunca. —¿Quién dijo que tenía que ser en la cama? —¿¡Qué!? No te atreverías a sacarme de la cama, ¡y no la compartiré contigo! —La única razón por la que te forzaría a salir es para poseerte en el piso. Apretó los dientes y fulminó con la mirada a su sonriente marido. —¡Que te den por culo! —refunfuñó. Luego de que los tabloides publican un artículo afirmando que el magnate de negocios Shen Yi es homosexual, su familia lo fuerza a tener citas y entablar una relación para desmentir las falsas acusaciones. Después de varios encuentros fallidos, Shen Yi conoce a Lu Xinyi, una huérfana que no tiene hogar luego de que su novio le traiciona con su mejor amiga. Con todo perdido Lu Xinyi aborda un crucero donde conoce a Shen Yi y hacen un pacto: ella fingirá ser su esposa a cambio él le cumplirá todos sus anhelos. Al convertirse en la joven señora de la poderosa familia Shen, Lu Xinyi se transforma en una mejor versión de sí misma. No solo para vengarse de aquellos que la lastimaron, sino también para intentar cumplir con el sueño frustrado de su padre: asistir a la escuela culinaria más prestigiosa del país, la Academia Silver Leaf. A través del amor y apoyo de Shen Yi, soñaba con salir victoriosa en cada batalla que le propusiese la familia que había abandonado tiempo atrás. Oh, ¡pero el amor por la comida puede ser, sin duda, peligroso! Mientras que Lu Xinyi y sus amigos luchan por sobrevivir a la competencia y los programas, más y mayores desafíos le esperan, poniendo su amor (por la comida y por Shen Yi) a prueba.

anjeeriku · Thành thị
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Capítulo 27. ¿Acaso hay un pequeño bollito en el horno?

Biên tập viên: Nyoi-Bo Studio

Está demás decir que la vieja señora se desmayó producto de la sorpresa de recibir tales noticias. Era más de lo que ella podía manejar, tanto que perdió la consciencia e hizo que se desplomase de repente.

Varios minutos pasaron antes de que Madame Jin despertase, aún mareada. Escuchó que una voz femenina le hablaba a joven amo.

—Oh, Santo…—tartamudeó Lu Xinyi mientras que miraba a la vieja señora—. ¿Estará bien? —preguntó con preocupación.

—Creo que sí—respondió Shen Yi, aun sereno a pesar de que su esposa estuviese entrando en pánico por lo que acababa de presenciar—. Simplemente se desmayó. No hay de qué preocuparse, Xinyi.

—¿Qué deberíamos hacer? —preguntó gentilmente. Sus ojos marrones miraban a la mujer que yacía en el sofá para luego encontrarse con la mirada de Shen Yi.

Madame Jin recuperó la consciencia, se levantaba ligeramente mientras una mano acunaba su cabeza.

—Ouchh.

—¡Despertó! ¡Shen Yi, eres un idiota! Debieses tener cuidado con los mayores. ¿Qué tal si hubiese muerto de un ataque cardiaco? — Lu Xinyi le reprimió a su esposo mientras que ayudaba a Madame Jin a reincorporarse—. Lo sentimos, Madame Jin. ¿Se encuentra bien? ¿Necesita algo?

La vieja mujer sacudió la cabeza y respiraba hondamente.

—¿Realmente eres su esposa? —preguntó.

Ella necesitaba saber esta mujer era realmente la nueva señora de la casa. El joven amo nunca antes había hecho un chiste. Si había alguien apropiado para hacer chistes y bromas, era Shen Xue.

Lu Xinyi asintió y sonrió con nerviosismo. No sabía como reaccionar.

¿Pasaría lo mismo cuando conociera a su familia? Esperaba que no.

—Xinyi, ¿por qué no le traes algo de beber a Madame Jin? Estoy seguro de que tiene muchas preguntas que hacernos —dijo Shen YI mientras se sentaba en el lado opuesto del living.

Lu Xinyi asintió y se dirigió a la cocina. Minutos después, volvió con una bandeja con dos vasos de jugo de fruta y una taza de café para Shen Yi. Posó la bandeja en la mesa, le dio un vaso de jugo a Madame Jin antes de tomar su propio vaso y sentarse en el regazo de la silla de Shen Yi.

Shen Yi ignoró la taza de café; en cambió, su mano se posó en la cintura de Lu Xinyi.

—Joven Amo, sé que no es de mi incumbencia pero, ¿por qué se casaron tan pronto? Pensé que solo estabas de vacaciones, pero volviste con una esposa —preguntó Madame Jin.

¿Acaso el joven maestro se sentía presionado por su propia familia? ¿Acaso escogió a una mujer al azar para desposarla y hacer que su familia dejase de molestarlo?

—No realmente —empezó Shen Yi—. Digamos que tuve que casarme para evitar algunos problemas.

Madame Jin le echó una mirada a la nueva señora. Lu Xinyi no se veía como esas aristócratas que intentaban ligar con el Joven Amo. Se veía bastante casual y normal. Su ropa no se veía costosa y la forma en la que le hablaba al Joven Amo hacía parecer que ellos se conocían desde tiempo atrás.

Un momento. ¿Acaso el Joven Amo había escondido esta relación de su familia? Quizá ellos se conocían desde hace mucho tiempo y es por esto que Shen Yi no salía con otras mujeres.

Casarse con la señorita Lu sin consultarle a la familia parecía algo que Shen Yi haría. Pero, ¿por qué el apuro?

Madame Jin posó la mirada en el plano abdomen de Lu Xinyi.

—La señorita Lu está embarazada, ¿verdad? —preguntó—. Quiero decir, ¿acaso ya hay un pequeño bollito en el horno?

Esta era la única razón en la que pudo pensar por la que Shen Yi decidiría casarse.

Lu Xinyi, quien estaba bebiendo su jugo, paró un momento y tosió violentamente en su mano. Sus ojos estaban lagrimosos, estaba tratando de calmar su respiración. Shen Yi tomó el vaso y le dio palmadas en la espalda, ayudándola a sacar lo que sea que tenía en los pulmones.

—Ohh, eso. No, desgraciadamente aún no hay. No se preocupe, Xinyi y yo trabajaremos el doble por conseguirlo. ¿Verdad, cariño? —Shen Yi volteó a ver a su esposa.

Lu Xinyi no pudo decir nada, su garganta aún estaba irritada por la intromisión del jugo en sus pulmones. Solo pudo mirar a su esposo, quien estaba sonriendo como un idiota.

¿De qué carajos hablaba? Ellos no habían dicho nada acerca de tener hijos.

Madame Jin asintió con la cabeza.

—Está bien. No tienes que sentirte presionado por embarazarla. No es extraño que las parejas recién casadas no tengan hijos en sus primeros dos años de matrimonio —dijo. Sin embargo, la idea de tener niños alborotando la residencia Shen la complacía.

—Entiendo. Pero…la práctica no daña a nadie, ¿verdad, Xinyi?

Lu Xinyi no sabía si él estaba bromeando o no. Pero, santo cielo, que dios la perdone si ella lo asesinaba por ponerla en situaciones tan vergonzosas como esta.